Desde el brote de la guerra fratricida en Siria, cuyas víctimas son principalmente civiles, todas las partes en conflicto son responsables de usar agentes tóxicos de cloro, gas sarín y gas mostaza.
En septiembre pasado, una pareja del pueblo de Sorges, en el sur de Francia, recibió un homenaje póstumo como “Justos entre las Naciones”, el más alto reconocimiento civil del Estado de Israel, por haber escondido durante cuatro años a dos niños judíos que lograron así escapar a la barbarie nazi.
Lamentablemente, nos equivocamos al pensar que después de ese horror que significó la Shoá iba a desaparecer o minimizarse el antisemitismo en el mundo.
El 25 de enero se realizó en el Centro Creativo Brief-Kohn un concurrido séder para recordar la Shoá en el Día de Liberación del campo de exterminio de Auschwitz.
El Aula Magna de la UCV estaba a reventar. Esa fue la primera imagen que advirtieron mis ojos al traspasar la puerta de acceso al icónico recinto coronado por las Nubes de Calder.