Todo el tiempo que la persona no aleja su corazón de las cosas mundanas, la fe no puede fortalecerse en su corazón y sigue siendo proclive a caer espiritualmente.
“Reúnan de cada uno según su capacidad de comer un ómer para cada persona, según el número de personas, cada uno para los que están en su tienda tomarán” (Éxodo 16:16).
Explica el gran rabino David Janania Pinto que está escrito en el Midrash Tanjuma Vaierá, capítulo 23, que Satán le dijo a Sara que Abraham había ido a sacrificar a su hijo Itzjak, y ella murió a causa del gran dolor.