¡Wuao, no lo puedo creer! Otra vez frente al computador tratando de escribir un mensaje alentador e inspirador para este Rosh Hashaná que se avecina, y que nos abre la posibilidad de conectarnos con nuestro Creador y así utilizar el arma infalible de la tefilá para llenarnos de esperanza y renovadas fuerzas ante un nuevo año y nuevos retos particulares y en comunidad.
Luego de estar —consciente e inconscientemente— posponiendo llamadas a familiares que están lejos, te ves por fin, y gracias a Dios, en el siguiente escenario.
Existen dos tipos de calendario. El primero consiste en una base de cartón, sobre el cual vienen pegadas 365 hojas dispuestas en bloque (una por cada día del año), las cuales arrancamos y desechamos con el trascurrir de los días, y al finalizar el año solo nos queda el cartón vacío, y al no conseguirle utilidad, también lo descartamos.
Se ha calificado de santo al pueblo hebreo —pueblo mártir por excelencia—, porque el patriarcado o la teocracia que lo gobernó se consagró de modo absoluto, y con la más indefectible fidelidad, al servicio de Dios, alabándole y adorándole todos los días y en todas las circunstancias.
Sucot es la palabra hebrea para cabañas. Se refiere al festival judío anual de agradecimiento por una abundante cosecha, y que conmemora los cuarenta años pasados en el desierto después de los acontecimientos del monte Sinaí.
El rey de Bahrein, Hamad bin Isa al-Jalifa, expresó públicamente su rechazo al tradicional boicot que aplican los países árabes a Israel, y dijo que sus súbditos pueden visitar el Estado judío.
Como todos los años, en el día tan especial y sagrado de Yom Kipur, estamos reunidos al igual que todos los judíos en las sinagogas alrededor del mundo.
Este martes 26 de septiembre, un terrorista palestino irrumpió en un acceso al asentamiento israelí de Har Adar, Cisjordania, abriendo fuego hacia el personal de seguridad.
La situación de crisis económica, política y social en la que se encuentra sumergido nuestro país, y la flexibilización paulatina a la que se ha sometido el mercado laboral, vienen generando en la población un gran estado de incertidumbre.
No puedo recordar cuándo conocí a Alberto Krygier, pero jamás olvidaré que al conocerlo sentí de inmediato una especial simpatía por su sonrisa franca y abierta, y por ese acento de su Cuba natal que lo acompañó siempre a pesar de sus décadas de residencia en Venezuela.