Comunicado de la CAIV sobre la desaparición física de Shimon Peres.
Aún desde la distancia, en la que mi presencia física se encuentra a miles de kilómetros de mi país, de mi amada Venezuela y de su gente, quiero a través de estas líneas conectarme con todos ustedes y romper la barrera de la lejanía que nos separa, por ahora, y que BSD pronto volverá a la “normalidad”.
Considero, para empezar, que la mitzvá de la teshuvá (arrepentimiento) es un invento. Un invento que pretende darnos la sensación de que no nos comportamos bien, para ponernos tristes, preocupados y hasta nerviosos. ¿En verdad somos malos? ¿En qué fallamos?
Recientemente se realizó un estudio acerca de cómo los astronautas reportan una increíble sensación de bienestar y se acostumbran con tanta facilidad al espacio, siendo que se encuentran bajo condiciones tan distintas a las que están acostumbrados.
El concepto principal de Rosh Hashaná es maljuyot, aceptar a Dios como nuestro Rey. Este pensamiento es la conclusión de la plegaria central que representa la idea fundamental del día.
Una mitzvá, un concepto y un conjunto de símbolos dan forma a la solemne festividad de Rosh Hashaná, que las demás naciones identifican como el año nuevo judío.
El sonido más conocido en la tradición judía es el del shofar. Vamos a la sinagoga en Rosh Hashaná no solo para escucharlo, sino también vivirlo y sentir profundamente su efecto en nuestras almas.
No es casualidad que en muchas ocasiones en la vida escuchemos o leamos en cualquier idioma el alentador y estimulante dicho “¡Sí podemos!”, Yes, we can!, כן, זה אפשרי. Lo escuchamos de niños en el colegio, antes de una competencia o juego deportivo, en nuestro trabajo, y últimamente, hasta en la política.
El ser humano ejerce la bejirá (libre albedrío), esencia fundamental de su alma divina, pero es el Todopoderoso quien al final tiene la última palabra.