Una de las costumbres más coloridas de Tu Bishvat, el Año Nuevo de los Árboles, es su séder de Tu Bishvat (como el célebre séder de Pésaj): una cena especialmente destinada a celebrar la naturaleza en general y, en particular, a la tierra de Israel y sus frutos. Vinos blancos que representan el frío invierno y otros tintos encarnando el calor del verano son acompañados con frutos y granos como el trigo, la manzana, los dátiles, las aceitunas, los higos, las granadas, las almendras, las peras, las nueces y más.
S e trata de un festín de la producción de la tierra, el reconocimiento a la bendición de la vida que surge tanto de la coparticipación entre Dios y el hombre, como de la simple generosidad divina. En la reunión de la familia en una mesa, en la que se incluyen relatos y explicaciones talmúdicas y cabalísticas, Tu Bishvat se trasforma en un diálogo entre la interioridad del hogar y la majestuosidad de la Creación, de la naturaleza, de Israel y sus paisajes. Los temas que acompañan esa comida refieren el significado de los frutos mencionados, el vínculo entre el pueblo de Israel y su milenaria patria, y al común denominador que da sentido y norte a la identidad nacional judía, la Torá.
El séder celebrado en Tu Bishvat data del medioevo y su pasión por la mística judía (su centro en esos tiempos estaba en la ciudad de la galilea de Tzfat, Safed). El orden de esa cena familiar tiene incontables versiones, con la libertad de cada comunidad de elegir los textos para su celebración. Entre los diferentes relatos, hay uno que establece el hilo conductor entre el Creador, la Creación, su revelación, y nuestro debido reconocimiento por el mundo que Dios nos regaló para nuestro trabajo y cuidado. Explicando a los higos como una fruta tanto propia de Israel como del Paraíso, el Midrash los asocia con la palabra viva de Dios: “¿Por qué la Torá es comparada con los higos? Debido a que en la mayoría de los árboles como olivares, uveros y datileras, sus frutos son recogidos en una sola ocasión. Pero [los frutos de] la higuera son recogidos constantemente. Así es con la Torá. Uno aprende un poco hoy, y la mayor parte de ella más tarde. No se aprende en solo un año, o incluso en muchos años”.
Tu Bishvat, entonces, trasciende el marco de la celebración ecológica, tan importante para nuestra supervivencia en este planeta. Está lleno de un contenido supremo, vistiéndolo de gala en la mesa familiar y vinculando, a través de él, todo lo maravilloso de la existencia, de la Creación divina más completa: el cosmos todo; la tierra, nuestra tierra, Israel; su palabra: la revelación, la Torá.
Tu Bishvat es conciencia de vida, de Creación, de interdependencia; de individuo, de familia y del pueblo todo, renacido y recreado en su tierra, celebrada en los campos hoy reverdecidos del país; en sus bosques y en sus praderas.
Quiera Dios que sepamos celebrar la vida del mundo en el que vivimos, reconociendo el sentido último de la Creación: la profunda, intrínseca comunión entre el Creador y todo lo creado.
Quiera Dios que nos sintamos todos vinculados con el milagro de la tierra de Israel y el Estado que renació en ella.
Y quiera Dios que cuidemos nuestro mundo, devolviéndole algo de la luz que nos regala diariamente.
¡Tu Bishvat saméaj! ¡Jazak Ve’ematz!
Fuente: Rabino Carlos A. Tapiero
Vicedirector general y director de Educación Unión Mundial Macabi