L uego de más de once años como voluntario y posteriormente como profesional en Hebraica, Tomás Glasermann se abre paso hacia nuevos retos profesionales, dejando una huella de ejemplo a seguir para todos los jóvenes y fututos líderes de nuestra comunidad.
Era tan solo un niño cuando Tomás comenzó a formar parte de las actividades y del quehacer de Hebraica tras ver el ejemplo en sus padres, Fabiana y Alejandro Glasermann, siempre involucrados con la institución. Su primera labor como voluntario fue en el año 2002, cuando se interesó en ayudar en el centro de acopio que coordinó Hebraica para atender a los damnificados del segundo deslave en el estado Vargas.
Ya la semilla había sido sembrada en este joven comunitario, y de allí en adelante continuó su participación voluntaria en eventos como Kineret, Yom Haatzmaut y su labor con las abuelas de Edad de Oro.
En el 2006, su trabajo en este centro comunitario fue reconocido con una placa entregada en la tradicional fiesta de los trabajadores y voluntarios, como Premio Especial.
Tomás asegura que no hay nada más efectivo a la hora de modelar conductas que a través del dugma ishit (ejemplo personal), que no es más que ser congruente entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace, en cualquier ámbito en el que se esté. Ese es el mensaje que deja a los jóvenes judíos: “Hebraica trabaja así, todos los voluntarios o profesionales son, de alguna forma, ejemplo para toda la comunidad”.
Cuando cursaba primer año de bachillerato, Glasermann inició su trabajo como madrij de Macabilandia, bajo la guía de Perla Sananes, a quien recuerda como una de sus mentoras en Hebraica. Más adelante, se involucró con el Departamento de Juventud y Educación como voluntario, participando en la Escuela de Madrijim; mientras que en sus dos últimos años de educación superior fue madrij de Noar Le Noar y luego director del movimiento y madrij de la Escuela de Madrijim.
Al graduarse del Colegio Moral y Luces “Herzl-Bialik”, viajó un año a Israel dentro del programa de Hajshará. “Durante ese año, 17 jóvenes y mi persona trabajamos e investigamos para adquirir herramientas a fin de reformar el movimiento juvenil”, señaló.
Al regresar a Caracas, retomó sus actividades como maskir (secretario general) de Noar Le Noar durante un año. Paralelamente comenzó sus estudios como coach certificado.
“Continuando con mi labor en el Departamento de Juventud y Educación de Hebraica, fui profesional en el proyecto de Hasbará (esclarecimiento), y posteriormente me encargué del proyecto Arajim (valores), en el que se imparten clases a los estudiantes de quinto año sobre temas relacionados con la realidad de Israel y de su vida como jóvenes judíos, desde varios ángulos”, contó Tomás Glasermann.
De ahí pasó a formar parte del Departamento de Juventud como subgerente. “En este año y medio me involucré con distintos proyectos y actividades de Hebraica de la mano de Anabella Jaroslavsky, directora ejecutiva de Hebraica”, indicó.
Al preguntarle qué deja y qué se lleva de Hebraica, sin dudar responde: “Para mí el trabajo voluntario y profesional en Hebraica es lo mismo, no hay horarios ni días de la semana para contribuir con todo lo que se hace acá. Yo soy lo que soy gracias a Hebraica”, puntualiza.
“En primer lugar, me llevo la pasión. No importa que no sepas los detalles del trabajo, si te involucras, estás abierto a aprender y das el 100%, lo vas a hacer bien. En segundo lugar, aprendí a trabajar en equipo, indistintamente de en qué departamento te encuentres, y por último la posibilidad de continuar aprendiendo siempre”, expresa Glasermann.
Tomás Glasermann se inició como voluntario, luego fue profesional y subgerente del Departamento de Juventud y Educación. Adicionalmente, tuvo la oportunidad de participar en distintos congresos de la CLAM (Confederación Latinoamericana Macabi) en Colombia, Argentina, Estados Unidos, México e Israel, en los que representó a Venezuela. “No hay comunidad como la de nuestro país, por eso trabajé y seguiré trabajando por mi comunidad. Hebraica seguirá siendo siempre mi casa”. Ahora Tomás pasa de nuevo a las filas del voluntariado, quienes hacen la diferencia en esta ejemplar comunidad judía.
Tomás Glasermann
“Definitivamente me llevo de Hebraica la satisfacción de haber podido trabajar por y para la comunidad. Soy coach porque aprendí en Hebraica de qué forma la influencia de otros se convierte en una herramienta fundamental para motivar y lograr que las personas que nos rodean exploten al máximo su potencial. Tuve la suerte de contar con dos coach que me guiaron, una de ellas es Perla Sananes, ex gerente del Departamento Integral del Niño y del Departamento de Juventud y Educación; y de Anabella Jaroslavsky, quien me encaminó en mi trayectoria comunitaria y me enseñó cómo se trabaja en una comunidad. Mi enorme gratitud para ellas.
Hebraica me brindó herramientas profesionales que no hubiese podido obtener en ningún otro lado, y el trabajo que hace el Departamento de Juventud y Educación es importantísimo para las generaciones de relevo, aun fuera de nuestro país, por eso ayudamos a formar jóvenes para el mundo”.
Daphne Breuer de Jagerman
Gerencia de Comunicaciones del CSCD Hebraica