Con su característico carisma, el popular “Salo” habla acerca de su gestión como presidente de la AIV, poco tiempo después de haber cedido el testigo a una nueva generación de relevo, presida por Daniel Benhamou
—Nuevo Mundo Israelita: ¿Cuáles fueron los logros durante su período?
—Salomón Cohen Botbol: Creo que el principal logro es mantener una comunidad unida, en una época tan difícil como la que estamos viviendo, donde, por supuesto, cada uno tiene su idea particular de los problemas que estamos viviendo. Durante estos tres años nos dedicamos exclusivamente a unir a la comunidad, y creo que lo logramos. Recibí muchísima ayuda de parte de la UIC, de las dos juntas directivas con las que me tocó trabajar; también recibí muchísima ayuda de todas las instituciones afiliadas a la AIV. El otro logro de mi gestión fue tener, en una época como la que estamos viviendo, de una emigración y de un envejecimiento tan grande, una junta directiva conformada por aproximadamente 80% de miembros menores de 40 años.
—¿Qué significa para usted entregar la presidencia de la AIV a una generación de relevo tan joven, como hace tiempo no veíamos en la dirigencia comunitaria?
—A mí me tocó vivir el primer cambio generacional en la AIV, que fue cuando entró a la presidencia David Bassan. Cuando asumí por segunda vez la presidencia, una de las ideas que tenía fija era lograr una junta directiva conformada por gente joven. De hecho, durante el trascurso de mi gestión prácticamente ya se había incorporado 50% de la gente que estaba comenzando en la carrera, para que así tuvieran tres años de fogueo. Este grupo, gracias a Dios, no se fue del país, y que Daniel Benhamou, quien tiene 39 años, aceptara la presidencia es muestra de ese logro. Por supuesto, él agregó otro grupo de gente joven a la junta directiva. Creo que ese es el deber que tenemos todos los dirigentes: tratar de formar la generación de relevo, cosa que es muy fácil decir, pero muy difícil hacer.
—¿Qué retos esperan a esta nueva junta directiva?
—Esta junta no la tiene fácil. Primero por la situación-país, que es bastante complicada para un dirigente de cualquier tipo, institución y lugar, pero más aún si es una institución dedicada a atender a la comunidad judía. El primer reto es atender a los “clientes internos”, la kehilá, mantenerla con todos los servicios: no se puede abandonar el kashrut, no se pueden abandonar la religión, ni el servicio comunitario, ni la ayuda social; pero también se tiene que atender a los clientes externos: el gobierno nacional, las instituciones internacionales. Y uno de los grandes dolores de cabeza que va a tener esta junta directiva, que es constante pero que cada día es más grave, es la inseguridad que estamos viviendo los 30 millones de venezolanos, pero también nuestra seguridad como judíos, que hoy en día está bastante comprometida y que implica una dedicación total.
—El país está en medio de una crisis socioeconómica que cada vez se agudiza más. ¿Qué diagnóstico hace de la comunidad?
—La comunidad se ha reducido, pero yo creo que no se va a reducir mucho más. Aunque a veces me tilden de excesivamente optimista, soy de la teoría de que va a empezar a crecer. Creo que muchas de las personas que emigraron se dieron cuenta de que vivir en otros países es demasiado complicado, pero no por la parte económica ni la seguridad (probablemente en esos aspectos estén mejor afuera), sino por la parte comunitaria. Hay gente a la que le hace falta nuestra comunidad, nuestras sinagogas, nuestros rabinos, nuestras reuniones. Hay que gente que llora amargamente por no tener el sistema educativo comunitario que tenemos y Hebraica. Hay gente que está en un sitio donde les va muy bien en todo, menos en el aspecto comunitario. Y ese es nuestro gran gancho. Venezuela tiene una comunidad judía envidiable, hay que decirlo, con una capacidad de organización también envidiable. Aunque se rían de mí, creo que esta comunidad, en poco tiempo, probablemente de 3 a 5 años, va a crecer, y vamos a reunirnos como lo hacíamos hace 25 años para ver cómo vamos a meter a toda esa cantidad de niños que llegaron a nuestros colegios, cómo haremos para ampliar los espacios de la comunidad.
—¿Qué va a hacer Salomón Cohen Botbol ahora con tanto tiempo libre?
—Hoy cumplo una semana de haber entregado, y ya estoy inventando qué hacer. Siempre he dicho que “más nunca” voy a tomar ningún cargo ni actividad comunitaria, pero como dije en mi discurso de entrega de posesión, yo soy un comunitarioholic, mi vicio es la comunidad, y es un vicio muy arraigado. Me voy a tomar unos días de descanso por una razón muy simple: quiero disfrutar de mi familia, sobre todo antes de que ellos se obstinen de mí.
Redacción NMI