U na vez más, nuestra comunidad hizo un alto para conmemorar Kristallnacht, la “Noche de los Cristales Rotos” del 9 al 10 de noviembre de 1938, cuando el régimen nazi organizó un ataque y saqueo sistemático contra los judíos y sus instituciones en el territorio del Tercer Reich, que entonces abarcaba a Alemania, Austria y los Sudetes de Checoslovaquia.
El acto, coordinado por el Comité Venezolano de Yad Vashem, tuvo lugar el 9 de noviembre en la sede de la Fraternidad B’nai B’rith, con la presencia de los rabinos y directivos comunitarios, diplomáticos acreditados en el país, así como público de la kehilá y fuera de ella. En esta oportunidad la oradora de orden fue Carolina Jaimes Branger, presidenta de la organización Espacio Anna Frank.
El maestro de ceremonias, Ernesto Spira, inició el acto explicando brevemente en qué consistió la Kristallnacht, y luego dio paso a las intervenciones de la noche, que se sintetizan a continuación.
Como parte del acto, Hillo y Klara Ostfeld, ambos sobrevivientes de la Shoá, encendieron una vela de recordación. Al final, como es costumbre, los rabinos presentes entonaron varias plegarias en recuerdo de las víctimas de la Shoá.
Isaac Bimblich, vicepresidente de la Fraternidad B’nai B’rith de Venezuela
Bimblich recordó que B’nai B’rith, la institución internacional judía más antigua con 173 años de existencia, también fue víctima del Holocausto, pues todas sus filiales en Alemania, Austria y los países invadidos por los nazis desaparecieron, y muchos de sus integrantes fueron asesinados.
Bimblich aprovechó para mencionar las recientes decisiones de la Unesco con respecto al vínculo del pueblo judío con el Monte del Templo de Jerusalén: “El escritor Juan José Monsant Aristimuño la calificó como ‘Califato de la Unesco’, cuyo Consejo Directivo decidió, el pasado 14 de octubre, que la zona del Muro de Los Lamentos, para nosotros los judíos el Kotel, es lugar exclusivo del culto musulmán. Este no es un hecho de poca monta, sino una osada agresión sin precedentes, que pretende eliminar 3000 años de historia y negar los vínculos de millones de judíos y cristianos con la explanada que fue parte del Templo de la época del rey Salomón.
“Desconocer el vínculo del Judaísmo con Jerusalén constituye tanto un absurdo histórico como una repudiable expresión de judeofobia, que se torna mucho más grave al haber tenido lugar en un organismo multilateral dedicado a la educación, la ciencia y la cultura”.
Saúl Levine, presidente de la CAIV
Citó las reflexiones de Irwin Cotler, ex ministro de Justicia y fiscal general de Canadá, quien formuló diez lecciones que dejó la Shoá, las cuales deben tenerse en cuenta para que algo semejante no se repita:
1) El peligro de olvidar y la responsabilidad de recordar.
2) El peligro de la incitación al odio y al genocidio por parte del aparato del Estado, y la responsabilidad de prevenirlo.
3) El peligro del viejo y nuevo antisemitismo, y la responsabilidad de combatirlo.
4) El peligro de la negación y la banalización del Holocausto, y la responsabilidad de repudiarlos.
5) El peligro de la indiferencia y la inacción ante las atrocidades.
6) El peligro de la impunidad, y la responsabilidad de llevar a los criminales de guerra a la justicia.
7) El peligro de la complicidad de las élites políticas.
8) El peligro de que las primeras víctimas sean los más vulnerables (minusválidos, niños, ancianos, enfermos), y la responsabilidad de intervenir a su favor.
9) El peligro de olvidar a los gentiles a quienes merecidamente se considera “Justos entre las Naciones”.
10) El legado de los sobrevivientes de la Shoá.
Tomás Osers, por el Comité Venezolano de Yad Vashem
“Cada año que pasa, nos hacen la misma pregunta: ‘¿Otra vez una conmoración relativa a la Shoá? ¿Hasta cuándo?’. Pues sí, una vez más, y cientos de veces más. Es nuestra obligación, y no solo nuestra sino del mundo entero, la de recordar para no olvidar.
“Me permito citar al sobreviviente de la Shoá y Premio Nobel de la Paz, Elie Wiesel: ‘Quien contribuye al olvido, termina la obra del asesino’; y por qué no añadir: ‘Y allana el camino para nuevos crímenes contra la humanidad’.
“Conmemorar Kristallnacht se ha vuelto hoy en día aún más importante que nunca, porque nos encontramos en un momento en que el recuerdo de los testigos pronto ya no será tan cercano ni tan personal. Los sobrevivientes, de acuerdo a la ley de la vida, nos están dejando.
“Lo que sí tengo claro es que ahora nosotros, la segunda generación, tenemos esa gran responsabilidad. Debemos continuar manteniendo vivos los testimonios que nos trasmitieron nuestros familiares. Somos nosotros quienes llevamos dentro de nuestro ser la verdad de lo ocurrido. No lo leímos en libros, ni lo vimos en el cine”.
Carolina Jaimes Branger, oradora de orden
“Kristallnacht significa textualmente ‘La Noche de los Cristales’. Pero ese nombre suena hasta romántico. Yo prefiero llamarlo pogromo, una palabra que proviene del ruso pogrom que significa ‘devastación’, porque es el término que describe con exactitud los sucesos de esa noche: el linchamiento multitudinario, espontáneo o premeditado de un grupo particular, étnico, religioso u otro, acompañado de la destrucción o el expolio de sus bienes (casas, tiendas, centros religiosos, etcétera). El término ha sido usado para denotar actos de violencia sobre todo contra los judíos, y este en particular se convirtió en la antesala del horror que vendría después.
(...) “En 2010 estuve en Israel, invitada por Yad Vashem, para realizar un curso sobre cómo comunicar el Holocausto. El segundo día fuimos por primera vez al Museo del Holocausto de Jerusalén. A medida que avanzábamos en nuestra visita, las paredes se hacían más estrechas. La arquitectura cumplía su cometido de hacer al visitante sentirse ahogado. Recuerdo cuando llegamos al pabellón donde están los zapatos, cubiertos por un piso trasparente. Ahí sentí que no podía seguir… Recordé a mi amiga, la periodista Idania Chirinos, quien me dijo: ‘Cuando visité ese museo entré caminando y salí de rodillas’”.
Visiblemente emocionada, Jaimes recordó a Trudy Spira, sobreviviente del campo de exterminio de Auschwitz que se dedicó durante varias décadas a difundir su historia y un mensaje de paz y reconciliación: “La conocí en 2004, cuando la entrevisté por primera vez. En aquella oportunidad escribí: ‘Cuando ella comenzó a hablar, hice silencio, un reverencial silencio. Y unos minutos más tarde, cuando tuve que enviar a comerciales, la voz no me salió: las lágrimas no me lo permitieron. Y ella, entera, fuerte, valiente’.
(...) “La creación del Estado de Israel es también reivindicante, pues los judíos por primera vez en más de tres milenios, desde que Moisés salió de Egipto y llegó a la Tierra Prometida, vuelven a poseer su territorio. Además, es esperanzador que en una tierra tan árida hayan logrado el milagro de construir en pocos años un país desarrollado, el único en todo el Medio Oriente, respetado por sus amigos y temido por sus enemigos, donde se practican los principios de justicia, verdad y paz enunciados en la Torá.
(...) “Así ha sido el pueblo judío: lleva dentro de sí algo que ha seguido respirando cuando han acabado con mucho de lo bueno que tiene. Además, en memoria de Trudy, y a los sobrevivientes aquí presentes, les aseguro que su legado no morirá, pues la llama que encendieron en tantos corazones de bien seguirá encendida para que ese ‘¡nunca jamás!’ continúe como un eco, hasta que no haya más genocidios”.
Fotos por: José Esparragoza
Redacción NMI