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U n grupo de trece jóvenes egresados del Colegio Moral y Luces “Herzl-Bialik” regresaron de Israel luego de haber cumplido por diez meses el programa Shnat Hajshará. Dicha capacitación, que se realiza anualmente, abarca diversas actividades destinadas a fortalecer la formación de los jóvenes líderes comunitarios, reafirmando su vínculo y su compromiso con Israel.
Shnat Hajshará está dirigido a los jóvenes líderes comunitarios que anhelan ampliar su formación personal y capacitarse para ser mejores voceros dentro de la kehilá. Asimismo, ofrece una variedad de experiencias que, además de garantizar el crecimiento individual a través de las distintas vivencias, reafirma el inquebrantable nexo y el innegable compromiso que existe entre las comunidades de la diáspora e Israel.
Deborah Jalfón, Ariel Rabinovich, Raquel Chocrón, Eric Serrero y Rebeca Llobet son algunos de los jóvenes que vivieron la experiencia.
Deborah Jalfón explicó que inicialmente permanecieron cuatro meses en Jerusalén, donde se les impartió preparación de liderazgo, sionismo, Judaísmo y hebreo; estas clases eran de domingo a jueves, entre las 8 am y 7 pm. Posteriormente, estuvieron dos meses en un kibutz, en el que cada uno elegía un trabajo de su preferencia de cuatro horas al día, y luego dos horas de actividades recreativas-educativas. Después residieron dos meses en Tel Aviv, realizando cursos de emprendimiento en un centro universitario y otro con Maguén David Adom (Estrella de David Roja). “Siempre tuvimos paseos que nos permitieron conocer distintos lugares cargados de historia”, afirmó Jalfón.
Ariel Rabinovich comenta su experiencia con Maguén David Adom: “Empezamos con la parte teórica que abarcó aproximadamente 60 horas, íbamos todos los días a la central en donde los paramédicos nos enseñaron cómo atender casos de picaduras, hemorragias, infartos, reanimación y las principales nociones de primeros auxilios. Al culminar la parte teórica, pasamos a cumplir servicio en las ambulancias, haciendo turnos de 6 a 8 horas, donde empleamos los conocimientos adquiridos previamente, siempre acompañados de los profesionales”.
Como parte de las anécdotas, Eric Serrero relata que durante su permanencia en Maguén David Adom presenció varios casos de gravedad: “Uno de ellos fue un profesor que estaba sufriendo un infarto, a quien tuvimos que llevar a cuidados intensivos, y gracias a Dios se logró estabilizarlo”.
Raquel Chocrón describe que durante su permanencia en Jerusalén tuvo diversas actividades a escoger: “En mi caso elegí el programa que se llamaba Majané Verde, que consistía en asistir a una granja donde aprendí todo el proceso de una granja vegana. Desde la alimentación hasta el cuidado de flora y fauna, en ella hacían uso de la energía solar”.
¿Por qué ser líder comunitario?
Deborah Jalfón opina: “Más allá de lo que logras de como líder comunitario, importa más lo mucho que creces como persona. Durante este camino de formación como líder comienzas con la Escuela de Madrijim, donde empiezas a capacitarte y aprendes herramientas, conoces a muchas personas capaces con los mismos intereses y valores de la comunidad. Es una constante reciprocidad”.
Eric Serrero señala: “Uno se inicia en liderazgo comunitario sin realmente saber en esencia de qué se trata. Lo haces más que todo por la parte del entretenimiento, luego te das cuenta del significado y el por qué lo estás haciendo, porque es como una repercusión de la facilidad que te da la comunidad de desarrollar lo que deseas, retribuyéndole algo a cambio”.
Por su parte, Raquel Chocrón resalta que con todos los obstáculos que actualmente está atravesando la kehilá venezolana, es necesario que se le brinde apoyo a las nuevas generaciones, para así mantener vivo el espíritu judío.
Shnat Hajshará, más allá de ser un programa de formación de líderes comunitarios, es una experiencia enriquecedora a nivel personal que permite a sus integrantes adquirir la madurez necesaria para afrontar con la mejor disposición los nuevos retos que se presentan en la vida. “Luego de haber vivido esta experiencia, ahora todo tiene más valor. Allá estaba sola y me di cuenta de qué es lo esencial de la vida. Es algo que me hizo madurar”, afirma Rebeca Llobet.
Asimismo, se tiene la oportunidad de compartir, convivir y conocer líderes comunitarios de otros países, en especial latinoamericanos, quienes enriquecen la experiencia. “Había personas de distintas partes del mundo, todos judíos, eso es lo que nos unía, y gente completamente distinta de la cual aprendimos muchísimo”, agrega Jalfón.
En este sentido, Chocrón añade que Shnat Hajshará está diseñado para enseñar a los jóvenes los diferentes niveles de independencia que experimenta una persona en su vida, y los cambios por los que el ser humano atraviesa.
“Yo recomiendo a la próxima generación de relevo que asistan a Shnat Hajshará. No vale la pena ir solo del liceo a la universidad; es bueno darse esta pausa para que organices tu mente y adquieras madurez y la independencia necesaria”, afirma Rabinovich.
Redacción NMI