Rooster, de la firma RoboTiCan, puede llegar a lugares donde no es seguro enviar equipos de rescate
B ien es sabido que los gallos despiertan a las personas al amanecer, para anunciar el comienzo de un nuevo día. Pero un robot que se llama Rooster (“gallo” en inglés) también puede salvar vidas.
El Rooster es un nuevo robot de la compañía israelí RoboTiCan (www.robotican.net), que puede ayudar a las víctimas de desastres naturales cuando no es seguro enviar equipos humanos de rescate. Los gallos prefieren caminar pero pueden volar si es necesario, lo cual sirvió de inspiración para el nombre, explica el director de operaciones de RoboTiCan, Ofir Bustan. “La mayoría de las veces el ave camina, pero cuando encuentra un obstáculo puede volar también”.
Eso diferencia a Rooster de la mayoría de robots de búsqueda y rescate: caminan o vuelan, pero no ambas cosas, por lo que pueden quedarse atascados en un sitio, o quizá vuelen tan alto que no logren localizar con eficacia a las personas heridas.
Rooster, que es altamente maniobrable, es un ave que aguanta. De apenas 30 por 40 centímetros, se desplaza dentro de una “jaula” de metal, lo que le permite aguantar golpes fuertes, señala Bustan. “Puede caer desde 6 metros de altura y seguir funcionando”.
El sistema de comunicaciones del aparato es lo que lo hace diferente a otros, explica. Un equipo de Roosters, que puede ser dirigido simultáneamente por un solo operador, establece su propia “red inalámbrica” para conectarse entre ellos y con el propio operador a cientos de metros de distancia. No hay necesidad de una conexión móvil, cuya señal podría no estar disponible a consecuencia de un desastre natural.
El operador también puede enviar un solo Rooster y, al alcanzar el punto más lejano en la zona del desastre que le permitan sus comunicaciones, enviar otro. De esa forma, el rango de alcance rebota la señal hasta la base.
El Rooster no tiene inteligencia artificial; el SkyNet que se ve en las películas de Terminator aún no se ha hecho realidad. Sin embargo, sí es autónomo.
Los primeros robots eran máquinas tontas, comenta Bustan. En una cadena de montaje puede haber un robot, o brazo gigante, que sabe que necesita moverse 30 grados hacia la izquierda y sujetar algo, sin saber lo que está agarrando. Si ocurre un error, se detiene y espera a que un operador le diga qué hacer a continuación. Los robots autónomos, por el contrario, pueden tomar pequeñas decisiones por sí mismos y resolver problemas. “Esos robots se convertirán en el estándar en las fábricas inteligentes en los próximos 20 años”, agrega.
Idea de tres estudiantes
RoboTiCan inició sus actividades en 2011, cuando tres estudiantes del Laboratorio de Robótica de la Universidad Ben Gurión del Néguev tenían la intención de trabajar con el lenguaje de programación de código abierto ROS —siglas en inglés de “sistema operativo para robots”—, pero no podían comprar el robot en el que querían instalar el código.
Los robots autónomos de cuatro ruedas y una gama de sensores (cámaras 3D, detectores ultrasónicos de distancia, láser LiDAR) pueden costar 120.000 dólares cada uno, dice Bustan. “El costo era enorme, así que los fundadores de la compañía decidieron construir uno ellos mismos, y lograron reducir el precio a unos 20.000 dólares”.
Vendieron la máquina a unidades de investigación de la universidad, y a otros centros universitarios que estaban haciendo investigaciones en robótica autónoma. La compañía creció, y los fundadores decidieron llegar al sector privado. El Ministerio de Defensa de Israel es ahora uno de sus clientes, además de otros que Bustan no desea identificar y que requieren operar una flota de robots de servicio.
Rooster, la máquina más reciente en la línea de RoboTiCan, debutó en octubre en la conferencia Nextech 2017 en Beersheva, donde está la sede de RoboTiCan. El lanzamiento dio como resultado un aumento en pedidos, que la empresa no puede satisfacer actualmente. Entre los países que han mostrado interés están México y el Reino Unido. El comando de las Fuerzas de Defensa de Israel que voló a México para ayudar a los damnificados del terremoto en pasado septiembre llevó un Rooster, aunque Bustan no sabe si se utilizó.
Los otros robots de RoboTiCan se emplean en universidades, ejércitos, el sector privado y gobiernos de todo el mundo.
Los “primos” de Rooster tienen nombres también peculiares, como Komodo, ARMadillo, TurtleBot y KREMEBOt. Este último es un juego de palabras con el nombre de una de las golosinas favoritas de los niños israelíes (… y seguramente del equipo de montaje de los robots durante las horas nocturnas de fabricación).
Todos los robots de RoboTiCan comienzan su vida autónoma en Israel, donde se elaboran los prototipos; a continuación se envían el exterior para su manufactura; y finalmente regresan al país para el ensamblaje final.Eso es algo digno de cacarear a los cuatro vientos.
Fuente y fotos: Israel21c. Versión NMI.