¡Qué bella es Hebraica y qué placer y privilegio es poder trabajar para ella! Nuestra comunidad cuenta con orgullo con un Centro Social, Cultural y Deportivo que es el resultado del trabajo mancomunado de nuestras diferentes instituciones a través del tiempo.
“Si lo queréis no será una leyenda», escribió Herzl en la primera página de su libro Altneuland, y en las páginas finales agregó esta frase menos conocida: “El sueño y la realidad no son tan distintos uno del otro como se pudiera pensar. Todos los actos de los hombres y su realización están basados en los sueños”. Hebraica nació de un sueño y una necesidad, que con el paso de los años se ha convertido en un ingrediente esencial de nuestra identidad y nuestro compromiso comunitario. Es una realidad que nos sigue permitiendo soñar.
Y soñar es lo que Anabella nos ha permitido hacer a través de todos estos años al frente de esta bella institución. Al hablar de Hebraica hay que hablar de Anabella.
Madre , esposa, hija , abogada, inteligente, con carácter, creativa, eficaz , comprometida con la institución e Israel, y con una imaginación sin límites , son algunas de las características de nuestra querida Anabella, quien siempre le dio ese añadido a todo lo que acontecía en Hebraica.
Durante muchos años me tocó trabajar con Anabella, pero fue cuando me tocó asumir la presidencia de la institución cuando entendí el verdadero aporte que ha dado a Hebraica y a la comunidad, siempre con cariño, amor y dedicación.
Ana, ahora comienzas una nueva etapa en tu vida, en la que estoy seguro continuarás aportando y nunca te apartarás de esta bella institución.
Gracias por todo lo que hiciste y por la huella que has dejado. Gracias por siempre.
«Nos ha permitido soñar», por Ricardo Landau
ENTREVISTA / Anabella Glijenschi de Jaroslasky
«Nuestra querida Anabella», por Coby Benzaquén
Palabras de Carlos Chocrón en nombre de los ex presidentes de Hebraica
Una despedida que no termina: Anabella Glijenschi de Jaroslavsky