Han pasado casi 2500 años desde que el rey persa Asuero, que algunos historiadores versados en estos temas lo han identificado como Jerjes I, dictó en el año 450 a.e.c. un decreto que, para variar, tenía como objetivo aniquilar al pueblo judío de todos los territorios dominados por su imperio. Estamos hablando ni más ni menos que de 127, provincias que se extendían desde la India hasta Etiopía.
Cuenta la historia que para el momento de aquel fatídico edicto, el rey Asuero estaba casado con la hermosa Esther, aun cuando su verdadero nombre era Hadasa, que significa preciosa, perfume, victoriosa, que había sido escogida por el rey por su belleza y pureza, la que en definitiva sería sin saberlo, y bajo los designios del Creador, la salvadora in extremis del pueblo judío, teniendo como aliado extraordinario a su primo y tutor Mordejai, quien fue la persona que le advirtió del decreto que venía precedido de las maléficas intenciones y creador de la imagen negativa del judío que no era otro que Hamán, asesor del rey, y quien lo instó a emitir tal aberración mortuoria.
A la postre, y gracias a la intervención de la reina Esther, se descubren todas las intrigas de Hamán, quien resulta ser el que va al cadalso, salvándose todo el pueblo judío, en lo que llamamos la fiesta de Purim que celebramos justamente los días 6 y 7 de marzo.
A pesar de que han pasado dos milenios y medio, otros reyes persas, ahora llamados ayatolás, han venido manifestando en forma reiterada su deseo de aniquilar al pueblo judío y destruir su hogar nacional, Eretz Israel.
Imagen alusiva a la reina Esther, salvadora del pueblo judío
Es realmente increíble cómo la historia se repite, inclusive después de milenios, pero claro que el resultado será el mismo, como dicen en mi tierra: “las intenciones no preñan”.
El régimen de los ayatolás, que es chiíta, una minoría dentro del Islam, de corte fundamentalista teocrático y que derivó del derrocamiento del Sha de Irán aquel 16 de enero de 1979, quien había propuesto a principios de la década de los 60 una reforma que contemplaba el derecho al voto femenino, la alfabetización de toda la población, un régimen de propiedad privada, de tierras, etc.
Estas reformas del Sha no cayeron muy bien entre los clérigos, que las consideraban como una suerte de occidentalización del país, y que poco a poco fueron llevando a una revuelta que trajo como consecuencia la caída del Sha y la toma del poder de este régimen radical islámico, que ha llevado a Irán en los últimos tiempos a situaciones caóticas en el área económica, educativa y de derechos humanos, provocando manifestaciones populares a lo largo y ancho de Irán, insospechadas para este régimen por su duración y fortaleza.
Lo cierto del caso, estimados lectores, es que el pueblo judío está ahora celebrando una de las más, sino la más alegre, de las fiestas del calendario hebreo, Purim, donde leeremos la Meguilá (rollo) de Esther, que contiene el relato histórico de aquella época, la intervención divina de Mordejai y Esther, donde se ordena celebrar tamaña proeza con dulces, vino, bailes y canciones. También se hacen unos dulces llamados Oznéi Hamán que simbolizan las orejas del malvado asesor del rey y que se comen con alegría.
Desde la formación del pueblo judío en el monte Sinaí, hace ya más de 3500 años cuando recibieron la Torá y sintieron la Presencia Divina, siendo el único caso en la historia en que el Eterno se presentó ante una multitud, han devenido muchos imperios para tratar de destruirlos, el último en la era nazi, en la cual Hitler vociferaba, al igual que otros Imperios, que el Tercer Reich duraría 1000 años. Bueno, duró un poco más de 12, pero lo suficiente para causar la mayor tragedia humana en lo que se conoce como la Shoá.
Así que a todos los que anhelan la destrucción del hogar nacional del pueblo judío o un nuevo Holocausto, les dejo parte de esta canción que dice: “Pasarán más de 1000 años, muchos más”.