A menudo se habla de Israel como un país digno de estudio en materia económica. Al contrario de lo que ocurre en los países de su entorno, la nación comandada por Benjamín Netanyahu se caracteriza por su alto nivel de desarrollo socioeconómico.
¿Qué cifras explican el “milagro económico” israelí? ¿Respaldan los datos el relato optimista que suele hacerse de su modelo productivo? Los análisis del Fondo Monetario Internacional nos permiten responder a estas preguntas.
En primer lugar, debemos fijarnos en la demografía: en 1980 Israel tenía cuatro millones de habitantes, y antes de 2020 está previsto que alcance los nueve. Este importante desarrollo demográfico se ha visto acompañado de un crecimiento del empleo. Así, si en 1980 había poco más de un millón de ocupados, en 2020 serán cuatro millones.
Si nos fijamos en la balanza de cuenta corriente, resulta interesante comprobar cómo entre 1998 y 2002 el déficit quedó por debajo del 2%, mientras que a partir de 2003 se alcanzó un superávit que se viene manteniendo desde entonces en tasas que ya llegan al 4% del PIB.
Este vuelco exportador ha favorecido sustancialmente el crecimiento. El PIB se ha expandido a un ritmo anual medio del 4% entre 1980 y 2020, lo que se ha traducido en un espectacular salto del PIB per cápita real, que rondaba los 6.000 dólares en 1980 pero ya era de 12.500 dólares en 1990; en 2000 fue de 21.000 dólares y en 2010 de 37.000.
Inversión, ahorro y control de la inflación
Los fundamentos macroeconómicos respaldan la solidez del modelo económico israelí, con una tasa de inversión estable en el 20% del PIB y un nivel total de ahorro que no para de subir: si en 1980 era del 15% del PIB, en 2010 ya llegaba al 22% y en 2015 alcanzó el 25%.
Un reto esencial para lograr todo lo anterior ha sido controlar la inflación. El banco central ha hecho un buen trabajo en este campo: el IPC arrojaba niveles del 400% en plena década de 1980, pero desde la primera mitad de los años 90 cayó por debajo del 10% y a partir de 2000 se ha mantenido por debajo del 5%. De hecho, el IPC se ha movido entre el 1% y el 2% desde 2012 hasta hoy.
Orden fiscal
Desde el punto de vista fiscal, Israel se ha confirmado como un buen alumno. La presión que soportan los contribuyentes en materia impositiva ha bajado del 44,4 al 37,3% entre 2000 y 2015, mientras que el gasto público ha caído del 48,1 al 41,1% en dicho período.
También la deuda se ha reducido en los 15 últimos años: tocó techo a mediados de la década pasada, con niveles cercanos al 90% del PIB, pero ahora se mueve en niveles inferiores al 70%, con un 67,2% en 2015.
Diego Sánchez de la Cruz
Periodista especializado en economía, profesor universitario y analista.
Fuente: elmed.io