E n contraposición a la imagen de los superhéroes de las comiquitas que estamos acostumbrados a ver a través del cine y la televisión, Purim y su historia nos revelan el heroísmo impregnado de fe de una mujer de carne y hueso, cuya vida realmente peligraba junto con la de su amado pueblo.
Esta supermujer llamada Esther planificó toda una estrategia llena de valor y coraje, donde su emuná en Dios, en complemento con sus rezos, fueron los factores predominantes para lograr la salvación de su pueblo, y que los acontecimientos dieran un giro inesperado y sobrenatural que cambiaron la sentencia de muerte por vida y alegrías para los yehudim.
Pero todos los acontecimientos previos para tan feliz final se logró a base de esfuerzo en la tefilá (oraciones) y de tres días de ayuno ininterrumpido, durante los cuales Esther pidió a su pueblo que se uniera a ella con el fin de despertar la misericordia divina, que no tardó en responder.
Como toda una guerrera, Esther demostró lo que puede llegar a ser una mujer creyente en Dios y los alcances insospechados de su férrea voluntad, siempre contando con la ayuda del cielo. Sin duda, un gran ejemplo a seguir en nuestros días como mujeres de Am Israel y de esta hermosa kehilá de Venezuela.
El Talmud revela que Esther Hamalká (la reina) recitó la plegaria del salmo 22 de David, antes de entrar a hablar con el rey Ajashverosh para pedir clemencia por el inminente exterminio de su pueblo. Este salmo en sus comienzos dice así: Lamnatzeajh Al-Ayelet Hashájar, Mizmor LeDavid: Eli Eli, ¿lamá azabtáni? Rajoq mishuatí (“Para el director sobre el lucero del alba, un salmo de David: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos de mi redención”).
Con estas primeras palabras, Esther Hamalká suplica desesperadamente al Todopoderoso por su aparente abandono, pues aunque ella tenía fe absoluta de que Hashem finalmente respondería a sus ruegos, su deber era en principio sollozar y apelar incesantemente a la misericordia divina. Nuestra histórica heroína nos enseña aquí una gran lección, y el arte de pedir compasión del Rey de Reyes ante nuestros ruegos en momentos difíciles y críticos de nuestras vidas.
Esther escoge esta tefilá antes de su comparecencia frente al rey, pues el salmo se refiere al término Ayelet Hashájar (lucero del alba), es decir, el momento justo antes de amanecer, que es cuando la oscuridad se profundiza, dando paso al primer gran rayo de luz del sol. Esta es sin duda una tremenda lección aplicable inclusive en nuestros días, bajo las circunstancias de Am Israel alrededor del mundo.
Aun en el momento más difícil y crucial, cuando el agobio se apodera de nosotros y clamamos al cielo por justicia, por paz, salud, parnasá (sustento) o cualquier otro problema que nos angustie, contamos con el lucero del alba que está por venir, después de una tefilá hecha de corazón y con sentimiento. Dios nunca abandona a quien lo invoca y lo busca con sinceridad y apego.
Así como Esther Hamalká invocó a Dios en el momento cumbre de su vida y la de su pueblo, y confió en Él ciegamente hasta el fin de la historia, así debemos actuar en este capítulo difícil y confuso de nuestras vidas. A sabiendas de que la luz del alba nos espera, aprovechemos la fuerza del mes de Adar para llenarnos de energía positiva, y así hacer tefilá inspirados en los acontecimientos que narra la Meguilá de Esther; confiemos aún más, estemos seguros de que por más negro que veamos el panorama, Dios con su lucero del alba cambiará nuestra suerte y nuestro destino, para también poder cantar con total regocijo: Layehudim Haita Orá vesimja vesasón vikar (“Para los yehudim hubo luz, alegría, contento y dignidad”).
¡Purim saméaj para mi querida kehilá!
Un agradecimiento especial a mi querida amiga Déborah Sultán por sus enriquecedores mensajes diarios, a partir de los cuales elegí desarrollar este tema.
Pasta con motivos de Purim
Como una sorpresa especial, corta láminas de pasta con moldes para galletas de Purim. Matracas, máscaras o cualquier otra forma que sea innovadora cuando flote en el caldo. Los niños estarán encantados de saborear estas formas en su sopa.
Ingredientes
Instrucciones
Pon agua en una olla grande y déjala hervir. Inserta las láminas de pasta, sal y aceite, y cocina de acuerdo a las instrucciones del paquete, aproximadamente 10 minutos. Échale agua fría a la pasta a través de un colador y déjala enfriar. Estírala sobre una tabla de cortar. Corta las formas de Purim, y úsalos para decorar tu sopa. La parte sobrante puede cortarse en tiras más pequeñas, y usarse en otro momento para cualquier platillo de pasta.
Fuente: Aishlatino.com
Oznéi Amán
Hay varias maneras de preparar este dulce típico de Purim, y cada año les ofrecemos una distinta. He aquí una tomada de la revista Koléinu, publicada por la Comunidad Bnéi Tikvá de Argentina.
Ingredientes para la masa
Posibles ingredientes para el relleno
Preparación
Hacemos la masa mezclando con una cuchara de madera los huevos, el azúcar, el aceite, el polvo de hornear, la sal, la vainilla y el limón.
Agregamos la harina poco a poco hasta formar la masa firme y tierna. En un día húmedo, necesitarás más cantidad de harina para lograr el punto deseado.
Dejar reposar unos minutos. Estiramos la masa bien finita (3 milímetros de espesor aproximadamente) y cortamos en círculos.
Para preparar el relleno colocamos todos los ingredientes en una cacerola pequeña y mezclamos a fuego lento hasta que se espese. Retiramos y dejamos entibiar. Distribuimos el relleno en el centro de cada círculo de masa, y cerramos uniendo para formar un triángulo (ver ilustración). Pintamos con yema y los horneamos a temperatura moderada hasta que se doren.
Fuente: www.beneitikva.org.ar
F iesta gozosa, fiesta de milagros,
colores y disfraces,
conmemoración y reminiscencia,
camuflaje tras antifaces.
Finalizan momentos de oscuridad,
seguidos por otros de alegría,
el corazón de nuestro enemigo, trasformado en amigo,
la luz que emerge partiendo de una oscuridad sombría.
Serendipity, hechos fortuitos,
eventos que carecen de sentido lógico,
personas especiales conductoras de luz,
señales de Dios dispuestas en orden cronológico.
Adar, tiempo para estar más contentos,
en el que justamente a veces cuesta, sin embargo la energía está en el mes.
Todos tenemos problemas, aflicciones, tensiones,
y aunque es un reto, como siempre, lo lograremos esta vez.
Un pueblo consternado y unido,
en rezo y oración,
conectado con acción y entusiasmo,
encuentra la salvación.
Aun en tensión es posible pensar,
actuar, orar. La unión es necesaria,
la victoria es imperiosa,
Mordejai es el empuje, Esther la emisaria.
Dios es el salvador,
vemos —allá y acá— resueltos los rezos personales y colectivos,
espera, aún quedan algunos,
recemos al unísono, somos un pueblo que está vivo.
Y aunque Dios salva,
en esta festividad está camuflajeado,
pero tras cada cosa y cada milagro
está su mano puesta y está esperando ser llamado.
Conmemorar, celebrar, escuchar la meguilá,
dar regalos a los pobres recordando nuestra esencia judía,
mishloaj manot, intercambiar regalos comestibles con amigos,
y disfrutar de la seudá festiva, los cuatro preceptos sublimes para este día.
Y así como en nuestros corazones reinan a la vez diferentes sensaciones,
busquemos enfocarnos en estos días en la felicidad,
agradezcamos, visualicemos positivo, redundemos el milagro,
que esta fecha sea feliz y de júbilo para la eternidad.
Esther Benayoun de Benhamou