El Instituto Cultural Venezolano-Israelí realizó un seminario titulado “Dinámica política: Venezuela e Israel”, que se llevó a cabo el 22 de septiembre en la sede de la B’nai B’rith con la presencia de un numeroso público, mayoritariamente de estudiantes universitarios.
Tras la apertura a cargo de Sary Levy, vicepresidenta del ICVI, se dio inicio al evento con una ponencia de Alberto Moryusef, premio Herzl 2006 de la Organización Sionista Mundial, titulada “Sistema de gobierno y panorama político en Israel”.
Moryusef explicó las diferencias entre los gobiernos parlamentarios y las repúblicas presidencialistas, así como sus respectivas fortalezas y debilidades. En los sistemas parlamentarios, el jefe de Estado y el jefe de gobierno son personas distintas, y el Parlamento tiene control absoluto sobre el Ejecutivo; además, por lo general se requiere construir coaliciones para formar gobierno. Este es el caso de Israel.
La ventaja del sistema parlamentario es que los gobiernos son pluripartidistas, y existe una mayor armonía entre el Ejecutivo y el Parlamento; pero toda situación conflictiva recae en el Ejecutivo, y el gobierno tiende a ser más inestable. Además, los partidos pequeños tienen demasiado poder y, a causa de sus intereses particulares, pueden provocar la caída del gobierno en cualquier momento. Para finalizar, Moryusef puntualizó la situación actual de Israel a este respecto.
Tocó luego el turno a Daniel Varnagy, doctor en Ciencias Políticas por la USB, quien expuso sobre “La cultura política del venezolano”. Varnagy describió los resultados de varias investigaciones, según las cuales el venezolano es mesiánico, busca un “hombre fuerte” que viole las normas, aunque —contradictoriamente— prefiere la democracia como sistema político, si bien no sabe definir qué es democracia. Por otra parte no es proclive a los cambios radicales, lo cual también contradice su mesianismo. Ideológicamente, el venezolano muestra preferencia por el “centro”, pero sin saber definir qué es “derecha” ni “izquierda”. La confianza en las instituciones públicas es casi inexistente, y de hecho Venezuela muestra uno de los mayores índices de desconfianza en el mundo, además de muy bajos valores cívicos.
Varnagy detalló que al venezolano le resulta indistinto el sistema político mientras le “resuelva” sus problemas, lo que explica el auge del populismo, el paternalismo y el estatismo. Finalizó diciendo que la solución para estas circunstancias está en nuestras manos, a través de un manejo ético y empático de las relaciones con los demás. Cada uno de nosotros debe ejercer un liderazgo ético con el fin de preservar dignidad de las personas, sobre todo las más desfavorecidas.
Sary Levy, Rosalba Quintero (representante de la B’nai B’rith), Freddy Malpica (presidente del ICVI), Daniel Varnagy y Alberto Moryusef.
La tercera ponencia corrió a cargo de Gerardo Fernández, individuo de número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, quien dictó la conferencia “Sistema semi-presidencialista: una propuesta para Venezuela”.
Fernández planteó que el caos y la magnitud de las crisis que hoy vivimos en el país es lo que nos va a permitir salir de ellas, pues “la fuerza misma de las cosas se va a imponer para buscar la Venezuela que queremos”. A la nueva generación le va a tocar reconstruir el país, un trabajo interesante y hermoso.
Retomando las características de la cultura política del venezolano expuestas por Varnagy, afirmó que estas se pueden aprovechar para proponer un nuevo sistema de gobierno, mejor adaptado a esa cultura.
Planteó que en el sistema presidencial es muy fácil el desgaste y la pérdida de legitimidad y confianza de la población en el gobierno, pues tiene un mandato fijo en el tiempo. El sistema parlamentario cuenta con los mecanismos institucionales para superar esas coyunturas, lo que lo hace, en realidad, más estable que el presidencialista. El expositor propone una mixtura de lo mejor de cada uno en un “sistema semi-presidencial”.
En primer lugar, plantea una “bicefalía” en la estructura del poder ejecutivo, con un presidente-jefe de Estado electo por el voto popular y con poderes reales; esta figura tendría un mandato corto (cuatro años), con posibilidad de una sola reelección, y fungiría como árbitro, representante de la nación y “estabilizador” institucional.
Por otra parte, habría un jefe de gobierno responsable del manejo cotidiano del Estado, que sería como un “fusible” o válvula de presión; en caso de caer la confianza pública en el gobierno, sería fácil reemplazarlo a través del Parlamento. Además, Fernández bosqueja un retorno al parlamento bicameral, para profundizar el federalismo y acercar el poder al ciudadano.
La última ponencia correspondió a Elías Farache, presidente de la CAIV, y se tituló “La política del BDS”. Farache explicó que a través de este movimiento de “Boicot, Desinversión y Sanciones” los enemigos de Israel buscan lo que no pudieron lograr por la vía de las armas y el terrorismo: que el Estado judío sea inviable. Se trata de una forma más de antisemitismo, pero “políticamente correcta”.
La campaña BDS tiene tres vertientes: la académica (en las universidades), la cultural (centrada fundamentalmente en los artistas, a los que se presiona para que no actúen en Israel) y la económica (enfocada en los productos de exportación israelíes).
BDS se financia a través de muchas ONGs, y quienes lo dirigen son “muy buenos para hacer propaganda”, comentó Farache. Ejercen una presión mediática de baja intensidad pero permanente, y sus postulados son “trampas cazabobos” para gente de buena fe pero mal informada. Pero el efecto de BDS, a pesar de resultar una molestia, es imperceptible: Israel exhibe hoy en día cifras de exportaciones, reservas internacionales, desempleo, calidad de vida y relaciones diplomáticas récord en su historia, y envidiables a escala global.
El expositor culminó su charla proponiendo que para enfrentar el BDS es muy importante hacer esclarecimiento hacia los jóvenes judíos y los simpatizantes de Israel, pues los hechos y cifras son claros.
Tras finalizar las cuatro conferencias, el público pudo plantear sus preguntas a los ponentes.
S.R.