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Paulina Gamus
¿E s factible sentir como pérdida irreparable la muerte de una persona de 92 años? Así hemos sentido todos quienes lo conocimos y tratamos, la partida de Hillo Ostfeld (Z’L). He lamentado su muerte como la de un miembro de mi familia y, más triste aún, como la desaparición del último de los líderes que hicieron única e irrepetible a la comunidad judía venezolana.
Desde que tuve en mente escribir esta nota sobre el amigo Hillo, pensé en cómo podría definir a un ser tan singular. Se me ocurrió acudir al Diccionario de la Real Academia Española, y busqué el significado de la palabra Personalidad: “Diferencia individual que constituye a cada persona y la distingue de otra, persona de relieve que destaca en una actividad o en un ambiente social”.
Me pareció que esa definición se quedaba corta, y entonces busque Carácter: “Fuerza y elevación de ánimo, firmeza, energía. Modo de ser peculiar y privativo de cada persona por sus cualidades morales”.
Y cómo aún sentí que faltaba algo, busqué Carisma: “Don gratuito que concede Dios con abundancia a una criatura”.
Personalidad, carácter y carisma fueron tres cualidades que distinguieron a Hillo Ostfeld. Gracias a ellas fue no solo una figura relevante dentro de nuestra kehilá, sino también en el mundo social y político del país que adoptó como su hogar definitivo. Debió enfrentar al lado de su esposa, la maravillosa Klara, las más duras pruebas a las que puede ser sometido un ser humano: la pérdida de dos hijos —la más terrible de todas—, hambre, humillación, maltratos y la muerte de sus padres, por desnutrición, en un campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Fueron los dos, Klara e Hillo, sobrevivientes de la Shoá. Y sobrevivieron con fortaleza los otros golpes que les deparó el destino.
Klara tiene el don de la palabra escrita, Hillo tuvo el don expresarse con su voz firme, sin amilanarse jamás por el acento centroeuropeo que nunca lo abandonó. Fue uno de los más consecuentes expositores de la tragedia del pueblo judío, perseguido y exterminado por el odio racial de Hitler y sus cómplices en toda la Europa que ocupó. Su presentación en la Asamblea Nacional de Venezuela, el 28 de enero de 2016, con motivo del Día Internacional para Conmemorar a las Víctimas del Holocausto, fue un acto memorable. Sus palabras conmovieron incluso a parlamentarios cuya orientación política es poco amistosa con el pueblo de Israel. Todos, sin excepción, se pusieron de pie para ovacionarlo. Y tuvo tanta repercusión que la Universidad de Los Andes, en Mérida, decidió crear la Cátedra Permanente de Estudio del Holocausto “Hillo Ostfeld”. Así, su nombre perdurará unido por siempre a la que fue una misión preponderante en su vida: contar lo sucedido para que no vuelva a suceder.
Hillo fue además un sionista apasionado, amigo de los más importantes líderes del Estado de Israel y promotor de la solidaridad indeclinable con la patria espiritual del pueblo judío.
Hillo Ostfeld nunca quiso irse de Venezuela, el país que, según las palabras que repetía frecuentemente, le hizo recuperar la fe en los seres humanos. Quería que lo sepultaran en Caracas, pero las circunstancias impidieron que se cumpliera su deseo. No hará falta una lápida en el cementerio Gan Menujá para que la comunidad judía venezolana lo mantenga en su memoria y en su afecto.
Ostfeld durante su inolvidable ponencia ante la Asamblea Nacional de Venezuela, con motivo del Día Internacional de Conmemoración del Holocausto, el 28 de enero de 2016
- "Hillo, mi mentor comunitario", por Raúl Cohén
- "Hasta siempre, Hillo", por Paulina Gamus
- "Hillo, un mentsch", por Martín Goldberg
- "Hillo Ostfeld, Z’L", por Rabino Pynchas Brener
- "Un gran hombre", por Rabino Isaac Cohén
- "Tu legado queda entre nosotros", por Thalma Cohén de Gruszka
- "Uno de los patriarcas de la kehilá", por Sami Rozenbaum
- "Carta de Janán Olamy, ex embajador de Israel en Venezuela", por Janán Olamy
- "Sin tregua", por Rebeca Perli
- "Hillo Ostfeld, el diplomático", por Milos Alcalay
- "Las horas postreras", por Trudy Ostfeld de Bendayán
- "Carta de la Cátedra de Estudios sobre el Holocausto Hillo Ostfeld (ULA)"
¿Es factible sentir como pérdida irreparable la muerte de una persona de 92 años? Así hemos sentido todos quienes lo conocimos y tratamos, la partida de Hillo Ostfeld (Z’L).