Nuestra parashá nos exhorta a «ser santos» y la razón es «porque yo, Dios, soy santo». El Midrash agrega que la santidad de Dios será siempre inalcanzable, aunque se nos alienta a alcanzarla.
¿Qué pretendía lograr el Midrash con esta declaración? Intenta llegar a Mí, pero nunca podrás. ¡Qué desalentador!
Al enseñar a caminar a su hijo, un padre colocará al niño en el suelo y se mantendrá a cierta distancia. Luego, lo alentará a dar el primer paso para que así alcance a su padre. Animado por la idea, el niño felizmente da el paso. Al ver esto el padre retrocede dos pasos, esperando que el niño avance hacia él.
Un niño maduro puede detenerse y preguntarse: ¿por qué el padre fomenta una alusión de cercanía solo para una posterior retirada? ¿Por qué me pide que dé un paso adelante solo para volverse elusivo? El padre busca enseñar a su hijo el verdadero objetivo de la vida. No es importante alcanzar al progenitor: es importante que aprenda a caminar por su cuenta. Esta simple pero increíble información le permitirá al niño vivir una vida de pasos hacia delante.
Nuestro Padre en el cielo actúa de la misma manera. Nos coloca con la ilusión de que podemos alcanzarlo. Sin embargo, cuanto más aprendemos, más descubrimos cuán humildes e insignificantes somos. Cuanto más sabemos, más comprendemos lo que realmente no sabemos. Podemos preguntarnos con exasperación: ¿por qué parece estar tan cerca solo para ocultarse una vez más?
El judío sabio recuerda que el objetivo no es llegar a Dios, sino aprender a avanzar.
Una vida de pasos hacia delante.
Rabino Chaim Raiport