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Restos fosilizados hallados en la Ciudad de David dan nuevas pistas sobre la dieta de la ciudad durante el período islámico temprano
R estos de un basurero de hace 1.100 años, excavados recientemente cerca de la Ciudad Vieja de Jerusalén, proporcionan una verdadera mezcla de delicias culinarias. Según indican las semillas, huesos y otros desechos bien preservados, los habitantes de la ciudad disfrutaban de carne de vacuno, pescado y aves, acompañados de vegetales y lentejas. ¿Y de postre? Torta, ensalada de frutas, higos, uvas o moras.
La basura suministra evidencia física de la dieta urbana del período islámico temprano en Israel. Según los arqueólogos de la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA), también había en el menú huevos, posiblemente hierbas medicinales, y la primera evidencia del consumo local de berenjena.
“Igual que nosotros cocinamos una torta y arrojamos las cáscaras de huevo en la basura, así es exactamente como encontramos los restos. También hay escamas y huesos de pescado, y pequeños roedores (estos últimos presumiblemente consumían los desperdicios), informó la arqueóloga Oriya Amijay en una nota de prensa.
El basurero se descubrió durante una excavación efectuada por la IAA en colaboración con la Autoridad de la Naturaleza y Parques de Israel y patrocinada por la Fundación de la Ciudad de David.
Curiosamente, los restos estaban en un estado similar a la fosilización: sus compuestos orgánicos se volvieron minerales, sin descomponerse y conservando su forma y color, un proceso poco conocido que los investigadores están estudiando con intensidad. “Las semillas de uva lucen como si acabasen de salir de la uva”, dice el director de la excavación, Najshon Szanton. Aunque es muy pronto para saber si se descubrirán rastros de ADN, ello constituiría un importante descubrimiento científico.
Los restos ofrecen un vistazo de la economía, el comercio y la agricultura durante el Califato Abásida, que controló la región durante lo que se considera la Edad de Oro del Islam. Entre los utensilios descubiertos había una antigua lámpara de aceite con la inscripción barajá, bendición en árabe. Lo más sorprendente fue encontrar semillas de berenjena, la evidencia más antigua de ese fruto en Israel, y un ejemplo de la globalización de las rutas comerciales: el origen de la berenjena es India o Sri Lanka y se asume que llegó a Irán durante la conquista persa de esas naciones hacia el año 518 a.e.c.
El Califato Abásida, que comenzó en el año 750 e.c., empleaba burócratas persas para gobernar su imperio, y las costumbres persas –así como sus alimentos– se enraizaron en la región. Szanton asume que la berenjena era originalmente importada, y luego se cultivó localmente.
Por su parte, según la arqueóloga Oriya Amijay –cuya tesis de posgrado se basó en hallazgos de basureros similares–, las miles de semillas de uva podrían indicar alguna actividad industrial. “Podría haberse producido vino o, con mayor probabilidad, miel de uva. Sabemos que tras la conquista musulmana la producción de miel de uva se hizo más prevalente mientras la de vino declinó, debido a la prohibición religiosa de las bebidas alcohólicas”, comenta. Una evidencia a favor de esto es que las semillas no están aplastadas, como suele suceder cuando las uvas se usan para hacer vino.
Szanton agrega que aunque los tres grupos monoteístas (judíos, musulmanes y cristianos) vivían en Jerusalén en esa época, “aún no sabemos exactamente quién comía qué”. Probablemente esto se aclare tras un análisis más detallado de los huesos animales.
Fuente: The Times of Israel. Traduccion NMI.