Es el presidente más joven en los 85 años de historia de la Asociación Israelita de Venezuela; sin embargo, tiene una experiencia de tres lustros como activista comunitario. En esta entrevista resume los objetivos y la visión que tiene, junto con su Junta Directiva, para los próximos dos años de la AIV
Daniel Benhamou Edderai (Caracas, 1976). Egresado del Colegio Moral y Luces “Herzl-Bialik”, estudió un año en una yeshivá de Israel. Cursó un año de Administración en la Universidad Metropolitana, carrera que culminó en Yeshiva University en Nueva York. Activó en Dor Tzaír de Keren Hayesod y en Bnei Akiva, así como en el Departamento de Juventud de Hebraica. Formó parte del Comité Ejecutivo de Nuevo Mundo Israelita entre 2002 y 2003.
A los 24 años de edad se incorporó a la Asociación Israelita de Venezuela, donde ocupó distintos cargos y participó en diversas comisiones. Se desempeña en la empresa privada.
—Nuevo Mundo Israelita: ¿Cuáles son las obras que la AIV está llevando a cabo en estos momentos?
—Daniel Benhamou: Se encuentra avanzada la construcción de nuestra nueva sede administrativa, que quedará en el TIDE (Tiferet Israel del Este); en Maripérez permanecerá una pequeña área de atención al socio. En el TIDE también habrá una Mikve, proyecto que llevaremos a cabo según la disponibilidad de recursos. Además hemos adquirido un terreno para construir un estacionamiento que mejorará las posibilidades de la sinagoga y salón de fiestas del TIDE; cuando se termine dispondremos de unos 70 u 80 puestos.
— En el discurso de toma de posesión mencionaste una Escuela de Mashguijim. ¿Cómo se concibe ese proyecto?
— A pesar de la disminución en el número de miembros, hay una creciente demanda de productos kasher en la comunidad. También existen más lugares y fábricas de productos kasher que supervisar, y a veces nos vemos limitados por el personal disponible. Por eso se hace necesario formar más supervisores (mashguijim). La Escuela de Mashguijim va estar enmarcada en el Kolel y el Departamento Rabínico.
— ¿Qué otro proyecto tienen previsto para este período?
— Es necesario adecuar, reformar las instalaciones del Beit Avot. Se trata de una reestructuración no solo física, sino también logística y en la forma de su funcionamiento, porque el perfil de los residentes ha cambiado: ahora hay gente de mayor edad, que se vale menos por sí misma; en algunos casos se quedaron solos, porque la familia se fue del país y no tuvo los medios para llevárselos. Es algo complicado, pues realizar remodelaciones físicas con los residentes adentro resulta muy difícil, por lo cual estamos estudiando opciones.
— Durante tu discurso hiciste énfasis en que crees en el “camino del medio”. ¿A qué te refieres exactamente con esa expresión?
— Siempre existen el medio y los extremos. Las instituciones de la comunidad deben representar a todos por igual, abarcar el mayor espectro posible. Esa es su función. Mientras más amplio sea ese espectro de la comunidad, más gente se debe incluir para evitar una polarización que nadie quiere, pues incluso quienes pueden estar en los extremos quieren sentirse bajo el paraguas de la comunidad. Ese es un valor fundamental de nuestra kehilá. Complacer a todos es muy complicado, no es el camino más fácil, pero en eso consiste el reto.
Lo que sí está ocurriendo es que el punto de equilibrio va cambiando: el “punto medio” de hoy no es el mismo de ayer, ni va a ser necesariamente el de mañana. La comunidad muestra una tendencia hacia la mayor observancia religiosa. Por ejemplo, actualmente el 45% del alumnado de la comunidad no está en el SEC sino en los colegios Sinai, Or Jabad y Maor Hatorá. Incluso dentro del SEC tenemos el programa Pamáj, que es una sección con mayor contenido religioso, y hoy en día el 100% del alumnado de primero y segundo grado está en ese programa.
Lo que indica esto es que la gente quiere, de alguna manera, mayor contenido religioso. Entonces la obligación de la comunidad es tratar de ir adaptándose, sin dejar de estar en el camino del medio. En pocas palabras, abarcar a todo el mundo.
— También mencionaste la necesidad de una actualización tecnológica.
— Sí. Se trata de darle más vida a la institución, pues a veces la gente no sabe qué hace la AIV aparte de la ayuda a los necesitados. Queremos hacer uso de las redes sociales para difundir nuestros eventos, promocionar nuestras actividades, hacer entender las funciones de la institución. Ya se creó la comisión que se va a encargar de ese proyecto, se está levantando la base de datos y vamos a modernizar la página web. En lugar de buscar que los miembros se nos acerquen, queremos acercarnos nosotros a ellos.
— ¿Cómo visualizas los aportes que hará esta Junta Directiva al finalizar su período?
— Lo primero, como dije, es acercar la AIV a sus miembros, que conozcan la importancia que tiene. Poner a vibrar más la institución, independientemente de la disminución en número de la comunidad y de las dificultades económicas. Queremos seguir dando los mejores servicios y de la mejor manera posible. Llevar a buen término el proyecto Pamáj, que consideramos fundamental. Mantener la kehilá lo más unida posible, y que la AIV mantenga su centralidad en la comunidad sefardí.
Todos estamos en el mismo barco y tenemos una meta común, a pesar de que cada quien la busque de forma distinta.