Varias instituciones judías van ahora más allá de las nociones tradicionales de lo que hace que la carne sea kosher para abordar otros aspectos, desde el cambio climático hasta el bienestar animal y los derechos de los trabajadores
Paula Jacobs*
Adrienne Krone comenzó a pensar en el sistema del kashrut (leyes dietéticas judías), y en cómo relacionarse éticamente con la comida, mientras investigaba los movimientos históricos de la dieta religiosa como estudiante graduada en la Universidad de Duke, Estados Unidos. Hoy Krone es profesora asistente de Estudios Religiosos y directora de Vida Judía en Allegheny College, y su clase «Judaísmo, justicia y comida» examina los complejos problemas relacionados con los alimentos, las leyes dietéticas bíblicas y las regulaciones rabínicas, así como los diversos aspectos de la producción de alimentos.
“El sistema kosher te da un momento para hacer una pausa y preguntarte si es algo que debes comer. También es una oportunidad para ver cómo la ética influye en tus acciones”, dice Krone. Y esos problemas éticos, agrega, surgen cuando se habla del papel de la agricultura en las emisiones de carbono.
Vacas en una granja industrial (Foto: JIFA)
De hecho, las emisiones generadas por la producción de alimentos influyen negativamente en el cambio climático, según informa el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU. Además, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la producción de carne y lácteos representa aproximadamente el 14,5% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Cada vez más instituciones judías expresan su preocupación y toman medidas sobre las prácticas alimentarias éticas, más allá de las nociones tradicionales del kashrut. Citando la contribución de la agricultura animal a la injusticia de los trabajadores, el cambio climático y el riesgo de pandemias, más de 200 líderes de organizaciones y clérigos judíos afirman que las certificaciones kosher, tal como se otorgan actualmente, no cumplen con los estándares éticos judíos. Como parte de una campaña de la Iniciativa Judía para los Animales (JIFA), están pidiendo que las instituciones adopten prácticas alimentarias más sostenibles, debido a la preocupación de que casi todos los productos kosher, igual que los que no lo son, se producen en granjas industriales.
La Torá enseña explícitamente a prevenir el sufrimiento de los animales y tratarlos con compasión
En estas granjas los pollos, el ganado y otros animales son confinados en espacios reducidos, y se les inyectan hormonas y antibióticos que les causan sufrimiento y alteran su desarrollo natural. El Sentient Institute, grupo de expertos sin fines de lucro, estima que el 99% de los animales de granja de Estados Unidos (70,4% de las vacas, 99,8% de los pavos, 98,2% de los pollos criados para huevos, y más de 99,9% de los pollos criados para carne) viven en granjas industriales, según datos del Departamento de Agricultura. Esta organización también estima que, debido al confinamiento y las condiciones de vida de los peces cultivados, prácticamente todas las granjas de peces de EEUU pueden describirse también como granjas industriales, aunque se dispone de datos limitados sobre las condiciones en ellas.
«Tenemos la responsabilidad de estar al tanto de cualquier cadena de dolor a la que contribuyamos», advierte David Wolpe, rabino principal en el Templo Sinai de Los Ángeles, y uno de los signatarios de JIFA. “No creo que sea intrínsecamente incorrecto comer animales, pero sí creo que la forma en que se crían y sacrifican es terriblemente inhumana. Tenemos la opción de escoger los productos que apoyamos y la carne que comemos. Si elegimos comer carne, no nos engañemos pensando que el animal no ha sufrido para llegar a nuestro plato. No importa si se trata de un pollo de corral, el sufrimiento es enorme e implacable. Tomemos una decisión con conciencia ética y no pretendamos ignorarlo».
El impulso para que el kashrut cumpla con estrictos estándares éticos no es nuevo, pero ha asumido una mayor urgencia dada la actual crisis climática. Hace más de dos décadas, en septiembre de 2000, el Comité de Normas y Leyes Judías del Movimiento Conservador de Estados Unidos publicó una teshuvá, o respuesta legal rabínica, que dictaminó que el método de «atar y levantar» para sacrificar animales, en el que un animal plenamente consciente es encadenado con grilletes alrededor de su espalda e izado en el aire, colgando boca abajo durante minutos antes del sacrificio, es una violación de la ley judía, porque el principio talmúdico de tzaar ba’alei hayim (Bava Metzia 31a) prohíbe causar dolor a los animales . Desde 2017, Israel ya no permite la importación de carne de res de mataderos que utilizan este método. Y en 2018, la Unión Ortodoxa de Estados Unidos se comprometió a no certificar más la carne de esa procedencia como kosher.
El rabino Shmuly Yanklowitz, de la organización Tav HaYosher, otorga el “sello ético” a los propietarios de un restaurante kosher
(Foto: Uri LeTzedek)
«Si los consumidores compran productos de origen animal, probablemente todo lo que encuentren con etiqueta kosher en los supermercados es de granjas industriales, desde el pollo hasta productos lácteos y huevos», explica Melissa Hoffman, directora de JIFA, organización fundada en 2016 para ayudar a alinear las opciones alimentarias con los valores judíos, incluido el bienestar animal como un valor fundamental. «El objetivo es crear conciencia sobre los fenómenos del lavado saludable y humanitario kosher, pues las etiquetas kosher promueven la creencia errónea en el consumidor de que los productos son más seguros y saludables, y que provienen de granjas que tratan a los animales de manera más humana».
Algunos pueden descartar esta preocupación como una posición apasionada por parte de activistas de los derechos de los animales. Pero la Torá enseña explícitamente a prevenir el sufrimiento de los animales y tratarlos con compasión, con normas como “No verás al asno de tu hermano o su buey caer en el camino, escondiéndote de ellos; los levantarás con él” (Deuteronomio 22:4).
«Como judío arraigado en la Torá, me queda completamente claro que a Dios le preocupa ese sufrimiento, y que los rabinos y la Halajá también expresan preocupación por el sufrimiento de los animales», dice Shmuly Yanklowitz, rabino que fundó y dirige Shamayim: Jewish Animal Advocacy, así como la organización judía ortodoxa de justicia social Uri LeTzedek y otras iniciativas comunitarias judías.
No todos están contentos: Boris Mikhli, propietario de una carnicería kosher en la ciudad de Cleveland, considera que el negocio ya está excesivamente regulado y no requiere de la supervisión adicional que implica el kashrut ético
(Foto: clevelandjewishnews.com)
«Como rabino ortodoxo quiero defender el kashrut públicamente, pero me resulta cada vez más difícil hacerlo dados los estándares éticos en la industria kosher, incluido el trato a los trabajadores y el bienestar animal», señala Yanklowitz, quien está angustiado porque a menudo a la comunidad halájica le preocupa más el costo y el sabor de la carne kosher que el mensaje moral del kashrut. «Creo que el kashrut surgió de la Torá como un vehículo para la santidad de la vida, para acercar al pueblo judío a Dios y entre sí».
Shamayim («cielo» en hebreo) organiza programas, campañas y actividades educativas sobre la defensa de los animales y el veganismo. “Si crees que esto es radical, entonces piensas que la Torá es radical. Todo lo que estamos haciendo es unir los valores que surgen de la Torá y el Talmud”, continúa Yanklowitz. “Uno de los mensajes más profundos de los Trece Atributos es que Dios es compasivo y misericordioso y es algo para emular. Aprendemos de nuestra práctica judía que los mejores líderes son compasivos, lo que se extiende a los animales, y significa hacer todo lo posible para reducir su sufrimiento. Eso debería estar en el centro de lo que significa ser un judío de la Torá».
Desde 2017, Israel ya no permite la importación de carne de res de mataderos que utilizan el método de “atar y levantar”. Y en 2018, la Unión Ortodoxa de Estados Unidos se comprometió a no certificar más la carne de esa procedencia como kosher
El kashrut ético no es solo una cuestión de alimentación, sino que también se relaciona con los derechos de los trabajadores. Es por ello que en 2009 Yanklowitz también creó el programa Tav HaYosher, o Sello Ético, que certifica sin cargo a los restaurantes kosher que cumplen con las prácticas éticas en el lugar de trabajo, como pagar a tiempo a los trabajadores, darles tiempo libre y tratarlos con dignidad.
Las organizaciones comunales judías también han comenzado a implementar políticas éticas de kashrut. Avodah, una organización judía de justicia social, adoptó DefaultVeg, es decir, servir comidas a base de plantas en forma preferencial como una manera de alinearse con valores judíos como proteger la tierra, prevenir la crueldad hacia los animales, la justicia laboral y “reparar el mundo”, dice Amanda Lindner, su directora de comunicaciones: «Vemos la adopción de DefaultVeg como una forma simple e inclusiva de aprovechar nuestro poder para construir sistemas alimentarios más justos, al tiempo que promovemos las enseñanzas judías de compasión y sostenibilidad».
El grupo Hillel de Allegheny también se inclina a consumir preferencialmente alimentos a base de plantas, excepto en Érev Rosh Hashaná y Pésaj, cuando sirve carne con una opción vegana; también utiliza solo huevos criados en pastos, es decir, de pollos que deambulan libremente. Desde el año pasado, para reducir el consumo de carne, la organización Hillel de la Universidad de Florida Central organiza una comida vegana mensual de Shabat (en exteriores y socialmente distanciada debido a la pandemia), que introduce a los estudiantes las comidas a base de plantas, informa Adam Bershad, director de vida estudiantil judía. Y el año pasado, la Congregación Shaaréi Kodesh en Boca Ratón, Florida, una de las seis congregaciones elegidas para el “Desafío Vegano de la Sinagoga” 2020-21 de Shamayim, organizó a través de la plataforma Zoom más de media docena de programas sobre la conexión entre las dietas basadas en plantas y las enseñanzas judías relacionadas con la protección del medio ambiente y la propia salud. Los participantes recibieron bolsas con comida vegana y materias primas para cocinar. “Conectamos los diferentes aspectos de las dietas a base de plantas con el judaísmo. Aprendimos que una dieta basada en plantas no solo es saludable, sino también santa”, dice el rabino David Baum.
(Foto: myjewishlearning.com)
El kashrut ético adquiere un significado especial en este año 5782 que marca la shmitá, o año sabático del ciclo agrícola ordenado en la Torá, cuando la tierra de Israel está en barbecho (Éxodo 23:10-11) “La shmitá es una de las más profundas enseñanzas y mandatos de la Torá. ¿Cómo invertimos en una agricultura regenerativa que nos permita tener un sistema alimentario sostenible para los demás años del ciclo?”, pregunta Yakir Manela, director ejecutivo de Hazon, grupo que trabaja para crear un mundo más sostenible. «Piense en nuestras prácticas alimentarias de una manera que priorice el bienestar social y ecológico».
“Cuando pensamos en kashrut, se trata de lo que es apto para comer. En medio de esta crisis climática, lo que es apto para comer adquiere un nuevo significado”, explica Manela. «Para las instituciones judías y los líderes de opinión, se trata de adoptar esa definición de lo que es apto para comer desde una perspectiva de salud, sostenibilidad y clima».
*Periodista.
Fuente: Tablet (tabletmag.com).
Traducción NMI.