Manuel Blum Szotlender
Anita nació el 22 de abril de 1922 en Brest-Litovsk, que en aquel entonces quedaba en Polonia y hoy en día forma parte de Bielorrusia. Falleció en Caracas el 10 de abril de 2024, rodeada por sus tres hijos Dora, Susy y Manuel, justo 12 días antes de cumplir los 102 años.
Provenía de un hogar muy humilde, contaba que dormía en la misma cama con su abuela. A mediados del año 1937 su madre, sus hermanos y ella partieron rumbo a Venezuela; su padre Bernardo ya se había venido a Caracas en el año 1929, buscando una mejor calidad de vida.
Anita estudió en Polonia hasta poco antes de terminar su educación media, lo hizo en un colegio público y en un ambiente hostil, por el antisemitismo que predominaba. En más de una oportunidad se tuvo que caer a puños con sus compañeros aun más grandes que ella, saliendo victoriosa; por lo menos no se volvían a meter con ella. Como provenía de una familia religiosa, sus profesores le programaban los exámenes los sábados para que no pudiese asistir y así aplazarla. Pero al final era tan buena alumna que la tuvieron que aprobar.
En esa época vivían unos 50.000 judíos en Brest-Litovsk y sus alrededores, había muchas sinagogas que se llenaban de gente, que eran observantes. Hoy en día hay una sola sinagoga manejada por Jabad y muy pocos judíos, de los cuales la gran mayoría no se involucran en los rezos por estar asimilados o en vía de asimilación.
En su casa los Shabat se hacían con las cortinas cerradas y con una luz muy tenue, para que los vecinos gentiles no se dieran cuenta de la celebración.
En los días de la salida de Anita y su familia hacia Venezuela hubo un pogromo. Ellos se fueron hacia la estación del tren en una carreta, sin decir nada a nadie. Una vez que salió el tren, hicieron escala en Varsovia por unos cuantos días; allí tenía familia y una prima de su misma edad, y compartió todos esos días con ella. La prima le manifestó que le habría gustado viajar también a Venezuela, pues el antisemitismo en Varsovia también le hacía la vida difícil.
Al tiempo se montaron en otro tren, esta vez hacia Francia, donde tomaron el barco que los trasladaría finalmente a Venezuela.
Al llegar a Caracas se sorprendió gratamente con la calidez del venezolano, el paisaje hermoso y el buen clima. Quedó impactada e incrédula de que no existía el odio hacia los judíos, a ellos la gente les decía “musiúes”.
A los dos meses de estar establecidos en Caracas recibió una carta de su prima de Varsovia, donde le preguntaba cómo le había ido en el viaje, cómo era la gente en Venezuela, si había comunidad judía, etc. Inmediatamente Anita le respondió la carta con todos los detalles, pero más nunca recibió respuesta; el Holocausto arrasó con toda la familia que quedó en Polonia.
Anita empezó a tomar clases de español e inglés, y ambos idiomas los aprendió a la perfección. Se casó en Caracas en 1940 con Leo Blum, quien fue su compañero de vida por más de 67 años, y tuvo una bonita familia con tres hijos, ocho nietos, veinticuatro bisnietos y veintidós tataranietos, más cuatro que están en camino.
B’H, en los últimos meses de su vida no se enteró de la trágica desaparición de su nieto Isaac Blum Z’L; ellos se tenían un mutuo afecto, cariño, consideración, comunicación y respeto muy especial.
Estudió bachillerato libre, se graduó de bachiller en Humanidades e ingresó a la UCV en la carrera de Sociología, destacándose como buena alumna. Abandonó los estudios al terminar el segundo año por problemas de salud. Una vez superadas sus dolencias no quiso continuar con sus estudios.
Trabajó por muchos años como corredora de inmuebles. Fue una gran autodidacta, gran lectora; leía sobre historia, literatura, política, religión y geografía, y lo hacía en varios idiomas: español, inglés, alemán, polaco, francés, idish. Se leía completamente el diario El Universal, en aquella época uno de los periódicos más completos de Latinoamérica.
Perteneció muy activamente a la organización hebrea Damas de Hatikva, agrupación que representaba al Maguén David Adom en Venezuela. Lamentablemente Damas de Hatikva desapareció por no contar con una generación de relevo. Ellas ayudaban a la Asociación de Niños Ciegos de Venezuela, al Hospital de Niños, el Hospital Rísquez y el Ortopédico Infantil. También colaboró activamente con la WIZO, y se “pateó” las calles recogiendo fondos para ambas organizaciones.
La biblioteca de la Unión Israelita de Caracas lleva el nombre de Leo y Anita Blum. En el Arón Hakodesh de la sinagoga permanecen dos Séfer Torá, una que proviene de la casa de rezos de la familia Blum en los años 1929 1930, y la otra, que está actualmente en uso, fue donada a nombre de Leo y Anita.
Su hobby de siempre fue el bridge; fue una excelente jugadora, todo el mundo quería jugar con ella.
En Shabat, en las fiestas y en Pésaj siempre estuvo rodeada por su familia, amigos e invitados. Era invitada de manera regular a reuniones en embajadas, entablaba conversaciones con embajadores de diferentes países, diferentes culturas y religiones; en una ocasión sostuvo una conversación con el embajador de Estados Unidos, y este quedó tan bien impresionado que al día siguiente día le envió a su casa un libro de colección escrito por el presidente Obama.
Durante los últimos años de su vida fue una asidua asistente al Círculo Edad de Oro; le fascinaba asistir a sus reuniones, iba dos veces por semana, los martes y jueves.
Anita amó a toda su gran familia, y toda la familia la amó a ella.
No importa si una mamá se va a los 102 años o a los 50, el dolor es el mismo. La mamá es la mamá, y la mejor mamá es la mamá de uno. Z’L.