Tras el 7 de octubre, el ambiente ha cambiado. La peor masacre de judíos desde el Holocausto no generó comprensión ni simpatía, sino que paradójicamente tuvo un efecto catalizador para que salieran a flote todos los prejuicios antisemitas que aún quedaban ocultos bajo el fango. En esta muy pequeña selección no se incluyen protestas ante embajadas o funcionarios del gobierno de Israel; por tanto, se trata de ejemplos en los que la afirmación “no somos antisemitas sino antisionistas” se desdibuja, y personas o instituciones judías son agredidas solo por su origen. Aunque ya nos vamos acostumbrando, algunos casos son todavía difíciles de creer
Sami Rozenbaum
Desde hace varios años se han conocido innumerables casos de antisemitismo en las grandes universidades de Estados Unidos, y recientemente las presidentas de las de Penn State y Harvard debieron renunciar tras una vergonzosa audiencia en el Senado en la que se negaron a afirmar que llamar al genocidio de los judíos fuera algo inaceptable en sus instituciones. En muchos otros colleges estadounidenses se producen continuamente agresiones contra los estudiantes judíos, y boicots contra conferencistas, artistas y hasta profesores judíos o israelíes.
Pero no son solo las universidades. En una escuela pública de Berkeley, California, una maestra ordenó a sus alumnos de segundo grado escribir “Dejen de bombardear bebés” y mensajes similares en hojas adhesivas para pegarlas por toda la escuela, y sobre todo en la puerta de la única maestra judía de la institución.
Otras escuelas del mismo Distrito Educativo de Berkeley han sido objeto de denuncias por crear un ambiente de odio contra sus estudiantes judíos después del 7 de octubre. Ilana Pearlman informó al canal de televisión NBC que decidió sacar a su hijo de noveno grado de las clases de arte, porque su profesor mostraba imágenes antisemitas y decía a los estudiantes que Israel acababa de “asesinar a un montón de civiles”, exhortándolos a manifestar por las calles contra ese “genocidio”. Esa manifestación, por parte de menores de edad, se realizó efectivamente sin permiso de sus padres; los chicos caminaron por la ciudad gritando “Desde el río hasta el mar Palestina será libre” y lemas antijudíos, mientras los docentes los miraban desde la distancia.
Otros 57 representantes judíos de esa escuela han planteado quejas ante las autoridades de la institución y al superintendente, pero “han caído en oídos sordos”. La situación llegó al punto en que el Distrito Educativo de Berkeley acaba de recibir una queja formal de la Liga Antidifamación y del Centro Louis Brandeis para los Derechos Humanos. El documento, de 41 páginas, detalla numerosos casos de “actos verbales y no verbales de acoso de intimidación, que han creado un ambiente hostil que hace que los estudiantes judíos se sientan marginados, agredidos, asustados y alienados, al punto que muchos se sienten impelidos a ocultar su identidad”.
Hojitas adhesivas con mensajes como “Dejen de bombardear bebés”, hechas por niños de segundo grado por incitación de su maestra, y pegadas en la puerta de la oficina de la única maestra judía de la escuela. Foto: The Jewish News of Northern California
(jweekly.com)
Un grupo pro-Hamás de la ciudad de Chicago amenazó al famoso establecimiento artístico House of Blues para que cancelara el espectáculo del célebre artista judío estadounidense Matisyahu, del que se habían vendido todas las entradas. Citando preocupaciones de seguridad, la sala de conciertos canceló el concierto (Matisyahu ya experimentó un caso similar en un festival en España hace varios años).
La Universidad Loyola, de la misma ciudad, informó a sus estudiantes judíos que no se podía permitir que un sobreviviente de la masacre del festival de música Nova hablara en el campus; la institución también se justificó con preocupaciones por la seguridad. El miedo impuesto por los “propalestinos” funciona.
Por añadidura, el público que se disponía a entrar en una sala donde se estaban exponiendo imágenes de la masacre de ese festival de música del sur de Israel fue agredido por manifestantes; es decir, a los judíos de la ciudad de Chicago ni siquiera se les permite llorar la terrible matanza sin ser atacados.
Las autoridades de la ciudad mantienen un silencio atronador.
Durante la marcha por el Día Internacional de la Mujer en Montevideo, estas chicas menores de edad desfilaron con una grotesca cabeza clavada en una lanza y con una gran estrella de David en la frente. A pesar de varias condenas por parte de instituciones del Estado y de la comunidad judía de Uruguay, no se ha sabido de sanción o siquiera investigación alguna de este incidente, que evoca los peores momentos del antisemitismo oficial en la Alemania de la década de 1930
(Foto: Instagram)
Se supone que las empresas de alta tecnología son lugares donde el respeto a las personas es un valor supremo, donde la inteligencia y el mérito se impone sobre los prejuicios. Pero parece que ya no.
“He trabajado en Amazon en Nueva York durante nueve años, y hasta el 7 de octubre no había experimentado nada antisemita”, dice Michael (seudónimo), un israelí-estadounidense que se desempeña como desarrollador de software. “Al principio eran pequeñas cosas, como ser ‘olvidado’ de las reuniones sociales después del trabajo. Luego, en conversaciones de oficina, algunos empleados negaron la masacre del 7 de octubre y empezaron a hablar de ‘crímenes de guerra’ cometidos por Israel. Algunos dijeron que todos los israelíes deberían ahogarse en el mar y cosas similares. Es desagradable escucharlo, especialmente de personas con las que tenía buenas relaciones y que ahora me ven como un enemigo. Luego empezaron a enviar mensajes en grupos de WhatsApp de los que formo parte, como ‘Estoy con Palestina’, ‘Es hora de liberar a la Palestina ocupada’ y ‘Los israelíes deberían morir quemados vivos’. En las paredes hay pegatinas de ‘Palestina Libre’, y en los ascensores se ven grafitis en árabe, supongo que contra Israel”.
Varios empleados israelíes se han quejado ante las autoridades de la empresa sobre el creciente antisemitismo. “Los supervisores tienen miedo de tratar con los empleados propalestinos y árabes y prefieren ser neutrales”, explica Michael. “Es algo tan neutral que se volvió antiisraelí. Siento que no tengo el apoyo de la dirección”.
Noa (seudónimo) lleva cinco años trabajando en las oficinas de Apple en California, y dice que la dinámica entre el personal cambió desde el 7 de octubre. “Hay empleados que simplemente dejaron de hablarnos a mí y a los demás israelíes. Nos lanzan miradas de desprecio junto con comentarios como ‘Palestina libre’. Al principio intentamos explicarles la situación, pero rápidamente nos dimos cuenta de que no había nadie con quien hablar. Más tarde comenzaron a circular todo tipo de correos electrónicos y mensajes anónimos en los grupos de WhatsApp. Por ejemplo, ‘Israel está cometiendo crímenes de guerra’, ‘La opresión israelí debe ser destruida’ y ‘Apoyamos a Hamás’”.
“Entrar a las oficinas de TikTok es muy estresante en estos días”, afirma Daniel (seudónimo), un israelí que trabaja en la compañía en Los Ángeles. “No me siento seguro mostrando que soy israelí, y mucho menos que apoyo a Israel. Muchos empleados se avergüenzan de decir que son judíos. Aquí hay un núcleo muy fuerte de partidarios de Hamás. Algunos incluso caminan con pegatinas con la bandera palestina”.
En diciembre pasado, el canal Fox Business publicó testimonios de empleados israelíes y judíos sobre la atmósfera hostil dentro de TikTok, y se informó que los empleados de esa firma supuestamente celebraron el ataque de Hamás.
Tanto Amazon como Apple y TikTok han emitido comunicados en los cuales aseguran que no se permite ningún tipo de discriminación o mensajes de odio, pero no ha habido ninguna acción disciplinaria.
«El antisemitismo es algo más que una simple amenaza al bienestar de los judíos o la comunidad judía», dice la embajadora Deborah Lipstadt, enviada especial para Monitorear y Combatir el Antisemitismo del gobierno de Estados Unidos. «Si esa fuera la única razón, sería suficiente para luchar contra él. Pero también se trata de una amenaza a la democracia. Cualquiera que crea en el mito de conspiración que está en el corazón del antisemitismo, y acepte la noción de que los judíos controlan los medios de comunicación, los bancos, el gobierno o el poder judicial, ha renunciado a la democracia».
Pancarta colocada en una autopista irlandesa: “Salvemos a Irlanda de los judíos”
(Foto: Jewish Breaking News)
El pasado 13 de febrero, una marcha “propalestina” en la ciudad canadiense de Toronto pasó frente al Hospital Mount Sinai. Algunos manifestantes treparon al pórtico del hospital y ondearon banderas palestinas, coreando “Viva la Intifada”.
La Red Académica de Ciencias de la Salud de Toronto denunció que la protesta invadió la propiedad del hospital, lo que implicó el riesgo de interrumpir las operaciones. Una médica judía, cuando intentaba irse, fue asaltada por manifestantes que golpearon su automóvil. La policía de Toronto dijo que estaba “investigando” el incidente. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, condenó el hecho y lo calificó como “un despliegue de antisemitismo”.
Mount Sinai se fundó a principios del siglo XX como una institución médica para atender pacientes judíos, muchos de ellos inmigrantes que no hablaban inglés, en una época en la que ningún otro hospital permitía ejercer su profesión a los médicos judíos; su logotipo conserva una estrella de David. La policía ha incrementado la vigilancia de este prestigioso centro de salud.
Pero la situación no se limita a Toronto. A principios de marzo, durante una protesta a favor de Hamás frente a un centro comunitario judío de Montreal, los manifestantes gritaron en árabe “Muerte a los judíos”.
Un manifestante con la bandera palestina trepado en el pórtico del hospital Mount Sinai de Toronto, Canadá.
Foto: Toronto Star (thestar.com)
Una sede del movimiento Jabad en Fort Lauderdale, Florida, resultó severamente dañada en un ataque incendiario el 16 de marzo. Jaim Slavaticki, rabino del Centro Comunitario Las Olas informó que fue alertado del incendio el sábado por la mañana, y que las imágenes de la cámara de seguridad mostraban a un hombre prendiendo fuego a la camioneta del rabino después de hacer lo mismo con el edificio.
Nadie resultó herido, pero la cocina quedó destruida y el humo dañó otras partes del edificio, que funciona como centro comunitario, escuela y sinagoga.
El sospechoso, Scott Hannaford, había agredido en varias oportunidades al rabino y su familia, gritándoles obscenidades y bloqueando el paso de su vehículo. La policía acusó a Hannaford de dos cargos de incendio provocado, conducta criminal y posesión de cocaína, pero dijo que no lo acusarán por delito de odio porque consideran que el incendio fue un “incidente aislado” y que Hannaford parece sufrir una enfermedad mental.
Esa “enfermedad mental” es curiosa, pues aunque el individuo solía merodear por el sector, solo se dedicaba a agredir a los judíos, sus edificios y sus automóviles.
Daños producidos por el incendio que “no fue un crimen de odio” en la sede de un centro Jabad en Fort Lauderdale, Florida
(Foto: Jabad Las Olas)
Una mujer judía de California se llevó una gran sorpresa cuando recogió las compras que había dejado afuera de su puerta. Leah Grossman sorprendió a su vecino, un pastor protestante jubilado, dibujando una esvástica en su caja de agua mineral.
El incidente ocurrió después de que la mujer colocó una bandera israelí en su balcón, tras el ataque de Hamas a Israel.
“Effy’s Café” es un restaurante kosher del Upper West Side de Nueva York. Hace varios días fue pintarrajeado de rojo, y en la acera de enfrente escribieron “Haga fila aquí para apoyar el genocidio”. Los vecinos, indignados, ayudaron a limpiarlo
(Foto: redes sociales)
Fuentes: The Jerusalem Post / VisÁVis / Jewish Breaking News / The Jewish News of Northern California / Arutz Sheva / NBC Bay Area / Toronto Star / red social X / Instagram.