Eitan Weisman
Rabino de la Unión Israelita de Caracas
rabinoeitan@gmail.com
L as leyes impuestas al pueblo judío son muchas e implican gran cantidad de detalles. Desde cómo accionar al despertarse, hasta la posición en que se debe dormir; qué y cómo comer, inclusive la manera de vestirse. Todo comportamiento y actitudes están normados. Hay quienes dicen que es demasiado lo que exige Am Israel.
Al entender que el Judaísmo, además de ser una religión, es una manera de vida, se comprende que toda actividad y cada momento de la vida del judío debe ocurrir de acuerdo a lo que demanda la voluntad de Dios, reflejada en su Torá.
Sin embargo, obviamente surge el cuestionamiento: ¿para qué tanto detalle y por qué tanta exigencia?
Una posible respuesta a lo planteado en el párrafo anterior se puede deducir de lo mencionado en la lectura de la Torá que corresponde a esta semana. Moshé pide a la nación hebrea donativos para construir el tabernáculo. Las donaciones recibidas fueron tan voluminosas que llega el momento en que nuestro maestro declara que no se requieren más contribuciones. ¿Acaso era necesaria tal afirmación? ¿No pudieran hacerse acaso instrumentos más grandes o de mayor peso?
Los elementos que componían el Mishkán debían ser elaborados siguiendo detalladamente las instrucciones recibidas. Su tamaño, peso y forma eran exactamente las indicadas; no se agregaba ni suprimía nada de lo especificado. Al momento de tener Moshé disponible el material requerido para la fabricación del artículo correspondiente, debía cesar la recolección del mismo.
La elaboración del tabernáculo no fue fruto de la inventiva humana, se trataba de un designio divino. Erigirlo y elaborar cada uno de los elementos requeridos para su puesta en servicio, se debían a órdenes precisas del Creador; existe una motivación para cada orden emanada de Dios, aunque no las entendamos. Nuestros sabios afirman que cada indicación que Am Israel recibe y su ejecución o no, tiene su efecto en universos paralelos y espirituales. Pudiese ser que algunas de las órdenes que recibimos no tengan lógica o significado para nuestro entender y parecer, pero su cumplimiento tiene efectos positivos.
La abundancia de instrucciones y detalles, referentes a nuestra manera de actuar, tiene por objetivo facilitar nuestro tránsito en este mundo, logrando el máximo de bienestar para nosotros y el entorno que nos rodea.