No a la posverdad
He querido publicar el estudio que más abajo transcribo en mi columna semanal de este miércoles, el cual considero un aporte para la discusión del conflicto palestino-israelí de gran valía y veracidad.
Nos encontramos inmersos en el conocimiento de diversos temas a través de las redes sociales, que en 30 segundos en TikTok, Instagram, Facebook o X te marcan un pensamiento o visión, en la inmensa mayoría de las veces mediante narrativas dirigidas por intereses políticos o ideológicos.
La inversión multimillonaria en universidades, cadenas globales de televisión, medios de comunicación alternativos, redes sociales, etc., de países como Catar o Irán, por citar solo a dos, y que a través de la posverdad distorsionan deliberadamente una realidad para influir en la opinión pública.
En momentos en que está de moda cuestionar constantemente la legitimidad judía de Israel, inclusive su misma existencia, nos pone sobre el tablero esta obra histórica sobre el tema, escrita en el siglo XVII y que ofrece nuevas perspectivas de la más alta importancia.
Viaje a Palestina es el título de la obra escrita en 1695 por Hadrian Reland, cartógrafo, geógrafo, filólogo y profesor de filosofía holandesa. El subtítulo del libro, editando en latín en 1716, es Monumentis Veteribus Illustrata.
Esta hermosa historia comienza de una manera casi anecdótica, dentro de una biblioteca de Budapest que encierra antigüedades literarias, incluyendo una sección sobre el judaísmo, reliquias antiguas, manuscritos probablemente sustraídos de antiguas sinagogas. Esta pieza puede consultarse hoy en día en la Universidad de Haifa y en Google. El autor es uno de los primeros orientalistas, que conocía el hebreo, el árabe y el griego (antiguo).
En 1695, Reland es enviado en un viaje de estudios a Israel, región llamada Palestina por el Imperio Romano en el siglo II de nuestra era, con un propósito muy específico: identificar más de 2500 localidades (ciudades y pueblos) que aparecen en el texto del Tanáj (Biblia) o la Mishná (Talmud), con su nombre original.
En cada caso, Reland menciona el nombre hebreo tal como aparece en el texto y el verso exacto al que se refiere. También escribe su equivalente en latín y griego antiguo. Además de este trabajo lingüístico, el autor desarrolla principalmente un censo de la época para cada localidad visitada: en primer lugar, una consideración general afirma que la tierra de Israel de entonces estaba prácticamente desierta y muy poco poblada, apreciación que confirmó Mark Twain en su viaje a Jerusalén en 1867.
La mayoría de sus habitantes se concentraban en las ciudades de Jerusalén, Acre (Akko), Tzfat (Safed), Yafo, Tveria (Tiberiades) y Aza (Gaza). Sobre todo, la observación hecha por el geógrafo es que encuentra una presencia dominante de judíos en esa tierra, algunos cristianos y muy pocos musulmanes, la mayoría de los cuales eran beduinos.
Los árabes invasores de las tierras de Israel se autodenominan palestinos desde 1964, con la llegada de Yasser Arafat y la OLP, aun cuando no tienen ninguna conexión con los antiguos indoeuropeos pfilistim de la Biblia
Algunas notas tomadas de este fascinante estudio:
Una de las conclusiones de esta investigación es la contradicción final de los argumentos árabes, a saber, la afirmación de la legitimidad palestina, o incluso de un «pueblo palestino». Esto se demuestra en el hecho de que un nombre en latín, el de la región «Palestina», llamada así por el Imperio Romano en el siglo II de nuestra era, fue asimilado por los árabes.
Judea recibió el nombre de Palestina por los ocupantes invasores romanos luego de la derrota de la revuelta de Bar Kojba en el siglo II, en honor a los antiguos filisteos, pueblo indoeuropeo del mar Egeo, que significaba pfilistim, “invasores” en hebreo antiguo. El objetivo del emperador Adriano fue desjudaizar a Judea-Israel.
Los árabes invasores de las tierras de Israel se autodenominan palestinos desde 1964, con la llegada de Yasser Arafat y la OLP, aun cuando no tienen ninguna conexión con los antiguos indoeuropeos pfilistim de la Biblia. En realidad, solo tienen en común que ambos son invasores: unos eran pueblos del mar Egeo, y los actuales árabes invasores, los «palestinos», proceden de Siria, Egipto y Arabia Saudita.
Los judíos fácilmente identificables representan la mayor parte de las víctimas, y en muy pocos casos hay sanciónKate AndersonLa organización...