La Administración Trump tiene aparentemente la carta ganadora en el enfrentamiento con Irán. El as en la manga son evidentemente las sanciones económicas. Por lo tanto, desde el punto de vista de la Casa Blanca solo hay que sentarse en la vereda y esperar ver pasar el cadáver del enemigo.
A pesar de la inmensa ventaja militar estadounidense, Trump no tienen la menor intención de meterse en una costosa guerra en el Oriente Medio, y menos cuando las elecciones están en el horizonte, el 3 de noviembre de 2020. Además, el petróleo que pasa por el Estrecho de Ormuz no se dirige a Estados Unidos —que se autoabastece e incluso exporta—, sino a alimentar las economías de Europa, Japón, India y China.
Los ayatolas hubieran querido esperar la posibilidad de un cambio de gobierno en Washington tras los comicios, pero la economía iraní está sufriendo demasiado como para aguantar otros quince meses. Por otro lado, el régimen de Teherán sabe que no podría soportar un enfrentamiento directo con EEUU. Entonces, la República Islámica está simplemente tratando de crear caos en el Golfo Pérsico y más allá.
La reciente entrevista ofrecida por varios comandantes de Hezbolá al sitio de noticias estadounidense The Daily Beast, subrayando que el grupo terrorista chiíta está desplegando tropas en la frontera libanesa y siria con Israel de cara a una posible batalla en el futuro, no es otra cosa que otra amenaza calculada hacia los aliados de EEUU para que presionen a Washington.
Es en este contexto que debe leerse la respuesta del ministro de Cooperación Regional israelí, Tzaji Hanegbi, quien sorprendió diciendo que Israel “es el único país que está matando iraníes desde hace dos años”.
Evidentemente, los iraníes juegan en una zona peligrosa donde los límites no están claros, y un error de cálculo podría terminar desatando irreversiblemente una confrontación bélica que nadie quiere.
El precio del oro negro no se ha disparado como pretendían los guardianes revolucionarios iraníes, y el entorpecimiento de la libre navegación marítima en el Estrecho de Ormuz le está restando simpatía a los iraníes; así que lo más probable es que Teherán vuelva a tratar de llamar la atención internacional con el aumento del enriquecimiento de uranio por encima de lo acordado en el pacto nuclear de 2015.