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L a última y más grandiosa prueba que Abraham tuvo que enfrentar es la que figura al final de nuestra parashá: Äkedat Itzjak, que en su traducción literal es “El atado de Itzjak”.
Es verdad, la prueba fue dirigida a Abraham mismo, pues es más difícil sacrificar a un querido y único hijo, que uno mismo sacrificarse por alguien más. Pero también Itzjak tuvo que poner empeño y determinación para permitir a su padre completar la misión hasta el final: esta prueba la tuvieron que pasar los dos.
“Y tomó Abraham los leños para el sacrificio (de ölá) y los colocó sobre Itzjak, su hijo, y tomó en su mano el fuego y el cuchillo, y se fueron los dos juntos. Y le dijo Itzjak a Abraham: Padre. Y él le dijo: Heme aquí, hijo mío. Y luego: Aquí están el fuego y los leños, pero ¿dónde está el cordero para el sacrificio? Y dijo Abraham: Dios escogerá un cordero para el sacrificio, hijo mío. Y fueron los dos juntos”.
Surgen las siguientes preguntas. Sin duda iban los dos juntos, ¿por qué, entonces, la Torá señala este hecho? Además, ¿por qué la Torá lo reitera? Y por último, ¿por qué Itzjak no preguntó antes dónde estaba el cordero para el sacrificio?
Es posible responder de la siguiente manera. Justo el versículo anterior a los mencionados, señala que Abraham ordenó a sus dos acompañantes, Eliëzer e Ishmaël, permanecer en el sitio a donde habían llegado y no avanzar más. De forma que de ahí en adelante el proyecto de ofrendar un sacrificio se trasformó en algo que involucraba a Abraham y a Itzjak de manera personal.
Este hecho los unió en un lazo sumamente estrecho, y la Torá lo menciona: “Y se fueron los dos juntos”. A partir de ese punto, y siendo Itzjak parte esencial en la realización de la ofrenda, se involucra y se da cuenta de que lo más importante de ella falta: “¿Dónde está el cordero?”. En ese momento Abraham le revela que él mismo será el sacrificio, que su parte en la ofrenda va mucho más allá de ser uno de los socios.
Este hecho haría salir corriendo a cualquiera, pensando que tal vez su padre estaría sufriendo alguna enfermedad senil (jas ve shalom). Pero no fue así. Saber que él mismo sería el más grande sacrificio que haría su padre, quien logró apegarse al Eterno con una fuerza inimaginable, lo llevó a unirse a él como nunca lo hizo durante su vida. Por este motivo la Torá reitera: “Y se fueron los dos juntos”. Es decir, en una clase de unión superior a la mencionada, que incluye pensamiento, corazón y entrega. Solamente así Itzjak se convirtió en parte de la misma prueba que debía conquistar su padre.
“La unión hace la fuerza” es una frase conocida por todos. No obstante, Abraham e Itzjak nos demostraron que el concepto de unión en el Judaísmo va mucho más allá de simplemente asociarse para cierto objetivo. La verdadera unión es la que enlaza a todas las partes con el Todopoderoso, y puede trascender por muchas generaciones, como lo es el mérito del “Sacrificio de Itzjak”, el cual recordamos día a día, especialmente en Rosh Hashaná y Kipur.
Así mismo, cuando Israel está unido, no solamente se fortalece sino que además puede trasformar la realidad, rompiendo malos decretos y atrayendo bendición y bondad hacia nuestras comunidades y al mundo entero.
¡Shabat Shalom!
Yair Ben Yehuda
1 Comment
Shalom! Hermosa y profunda reflexión sobre VaYerá, llega hoy hasta nosotros en este articulo; promueve y anima al apego al cumplimiento, temor y esperanza en Hashem.