David Chocrón
Moré de la Asociación Bet El
Hace seis años, en 2013, dos prominentes señores de la sinagoga de Maripérez David Suiza Z’L y Elías Melul Z’L (en memoria de ellos escribo este Darush) me preguntaron si yo sabía si en el Zohar aparece alguna explicación sobre por qué el ángel Gabriel estuvo entre los tres ángeles que visitaron a Abraham el tercer día después de haberse realizado su Brit Milá.
Como definición, debemos saber que un ángel enviado por Dios se programa para una sola misión en un lugar determinado. Una misión en la casa de Abraham, y otra mision en casa de Lot cuando debían destruir a Sodoma y Gomorra junto al pueblo de Tzeboim.
Es de notar que Gabriel es el Ángel de la Guerra…¿Qué hacía en la casa de Abraham?
En principio sabemos que tres ángeles visitaron a Abraham Abinu: Mijael, para darle la Buena Nueva de que en un año iba a nacer Itzjak; Refael, quien vino a curar la herida del Brit Milá de Abraham; y Gabriel? El Zohar dice que vino para decir Amén sobre la gran noticia que dio Mijael. A pesar que su misión era la de destruir a Sodoma y Gomorra, así y todo él debía concretar la misión con Abraham Abinu, simplemente contestando Amén a la noticia de Mijael.
Esto se fundamenta en la norma de que para que una persona sea declarada justa y sus actos agradables a Dios, el Satán, la parte negativa y oponente, debe decir Amén, aceptando estar conforme con lo sucedido y sin levantar dudas al respecto. Por ejemplo, en un partido de fútbol, si el equipo perdedor no está de acuerdo con los árbitros en que el oponente ganó, deberá exponer sus dudas ante un tribunal y comprobar su desacuerdo. Lo mismo sucede en unas elecciones presidenciales: si los perdedores no están de acuerdo con la autoridad electoral, deberán refutar los resultados y el sistema entrará en duda.
Por lo mismo, no debemos sentirnos halagados por los elogios que nos hacen nuestros allegados, familiares y colegas, sino solo cuando nuestros oponentes son capaces de considerarnos como buenos para alguna tarea, material y/o espiritual.
No basta que Hashem nos considere sus hijos predilectos, sino que también nosotros, al pecar o equivocarnos, formamos ángeles acusadores, energías opuestas a nosotros que nos culpan y quieren debilitarnos constantemente. Por ello es imprescindible que aumentemos en mitzvot y buenas acciones cada día, para limpiar nuestros expedientes celestial y terrenal, y así estos enemigos nuestros digan al final: “Me equivoqué, tú eres un tzadik”.
Otra gran reflexión es que si Hashem requiere de los Amén de los destructores, más aún disfruta de los Amén que nosotros, sus hijos, mencionamos y contestamos. Para ello necesitamos aumentar nuestra asistencia a la sinagoga y a los grupos de estudio.
¡Baruj Hashem leolam Amén ve Amén!