Hay que ponerle rostro a las víctimas de la barbarie terrorista
Guido Burdman*
Dentro de los brutales ataques de Hamás contra Israel, uno de los más inhumanos tuvo lugar en un festival de música al aire libre que tenía lugar la madrugada de ese fatídico sábado 7 de octubre. Allí, los terroristas palestinos masacraron a sangre fría a más de 250 jóvenes que habían asistido para bailar y pasar un buen rato.
La violencia con la que los extremistas asesinaron a los civiles dificultó las tareas de reconocimiento de los cuerpos. A medida que pasaron los días, las familias fueron recibiendo las malas noticias. Históricamente, miembros del ejército israelí se encargan de comunicar personalmente a cada familia si un pariente suyo es víctima de algún ataque terrorista. “Cuando nos avisaron que venían, ya lo supimos”, cuenta Dan Liberson, un argentino que perdió a su cuñado de 19 años en el festival de música Nova.
El joven Or Jaim, que en hebreo significa “luz de la vida”, no tenía pensado ir esa noche a la fiesta, pero finalmente se decidió a hacerlo con una amiga. Ella también murió allí. “Lo quería todo el mundo. Siempre te saludaba con mucha presencia, te daba un abrazo como para que supieras que te estaba saludando. Era puro amor”, recuerda Dan, de 36 años.
Or Jaim (derecha) con un amigo
¿Cuándo se enteraron de su muerte?
El festival fue el sábado 7. Hasta el jueves 12 no habíamos tenido noticias. Ese día recibimos un mensaje de WhatsApp de la hermana de mi esposa en el grupo de la familia que decía “Vengan todos para la casa porque viene el ejército”. Antes de que nos dijeran algo, ya sabíamos lo que significaba eso. El ejército dio permiso para tratar con los cuerpos a una agrupación que se llama Zaka. Son ellos los que después se los pasan a la organización que se encarga de los entierros. Nos dijeron que lo encontraron el mismo sábado por la noche, pero como había sido mutilado, profanado e incendiado, era irreconocible, a pesar de que tenía tatuajes. Le pidieron a los familiares de los desaparecidos que llevaran pruebas de ADN, alguna prenda de ropa o algo de la persona para identificarlo. Había muchos cuerpos que ni siquiera estaban desaparecidos, sino que simplemente eran inidentificables.
¿Cómo tomó la familia saber lo que los terroristas hicieron con el cuerpo?
El dolor más profundo es que murió. El hecho. Toda la angustia que tuvimos durante la semana se ve reflejada en eso, en que murió. Yo me quedé en mi casa en Herzliya con mi bebé, y mi esposa se fue con su familia a lo de mis suegros, en Rejovot. Después vinieron mis padres para acá y se quedaron con mi hijo para que yo pudiera ir a acompañar a la familia en el entierro, que fue la noche del mismo jueves que nos comunicaron la noticia. Apenas me encontré con mi esposa, le pedí un poco de información. Me mira y se pone a llorar. “Lo maltrataron. Estaba irreconocible”.
Apenas me encontré con mi esposa, le pedí un poco de información. Me mira y se pone a llorar. “Lo maltrataron. Estaba irreconocible”. Esa es la parte más inhumana de toda la historia. Le recomendaron a toda la familia, especialmente a la mamá, que no vieran el cuerpo
Esa es la parte más inhumana de toda la historia. Le recomendaron a toda la familia, especialmente a la mamá, que no vieran el cuerpo, porque aquí no se entierra en una urna sino que se hace envuelto en un talit (prenda judía en forma de chal utilizada en los servicios religiosos). Tanto los hermanos como la mamá querían verlo, pero finalmente decidieron no hacerlo, porque sintieron que verlo en esas condiciones era como avergonzarlo. Eligieron recordarlo como era de verdad.
¿Cómo fue el entierro?
Fue terrible. Era un chico muy sociable, amiguero y bondadoso. Siempre ayudaba a todo el mundo. El entierro fue muy impactante porque era un chico de 19 años y vinieron unas 1500 personas aproximadamente, la mayoría jóvenes. Era muy conocido en la comunidad de Rejovot, la ciudad donde creció. Ver a padres enterrar hijos es una imagen que nunca quieres ver. En ningún momento te quieres conectar con la realidad. Lo difícil fue, una vez que lo enterraron, decirle a los padres “bueno, ya está, terminó, vamos”.
Por la tradición judía, ahora están de duelo.
Al día siguiente comenzó la shivá, el período de duelo en la tradición judía. Es una semana en la que la gente viene a casa para consolar a la familia. La municipalidad armó una carpa y se ocupó de traer comida todas las noches. En la religión judía, las personas que están de duelo no pueden hacer nada. La gente venía y hacía donaciones de comida y bebidas para acompañarlos durante toda la semana. Estamos hablando de cientos de personas por día, especialmente el domingo, porque como lo enterraron el jueves, el viernes y el sábado fue Shabat.
Esta semana habrán pasado unas 8000 personas para consolar a la familia. Cada persona que venía decía que era su segundo, tercer, cuarto, quinto o sexto entierro del día. La sensación de familia y comunidad en Israel es muy fuerte
El miércoles por la noche se organizó una cena multitudinaria en su honor antes de volver a la tumba, para hacer un último rezo el jueves. Esta semana habrán pasado unas 8000 personas para consolar a la familia. Cada persona que venía decía que era su segundo, tercer, cuarto, quinto o sexto entierro del día. La sensación de familia y comunidad en Israel es muy fuerte.
¿Cómo sigue su vida ahora? ¿Tienes miedo? ¿Pensaste en volver a Argentina?
El miedo está. Desde que comenzó la guerra hasta el día que encontraron el cuerpo de mi cuñado, no salí de casa. Preparé el refugio en mi casa, compré agua, comida…No salí. Ni siquiera fui a la plaza con mi hijo. No hice nada. Estos últimos dos días empezamos a sentir un poco de silencio. No sé si es porque Hamás se está quedando sin misiles o si es parte de una estrategia. Yo igual tengo muy claras las indicaciones de la unidad del ejército que se encarga de cuidar a la población. Te dicen lo que se puede hacer y lo que no. Estoy muy atento a lo que dicen, siempre intentando mantenerme bien cuidado dentro de las circunstancias. El miedo a mí personalmente me hace estar más atento y prestar más atención. Si ahora me dicen “vamos a jugar al fútbol” digo que no. No voy a una cancha de fútbol donde no tengo un refugio cerca, donde no puedo protegerme. Tomo las decisiones más sabias posibles. No solamente el ejército y el Estado de Israel te protegen, nosotros también tenemos que hacer nuestra parte para protegernos.
¿Y no les preocupa que los terroristas puedan estar infiltrados en el país?
El primer día, cuando vimos los videos de los terroristas de Gaza corriendo tierra adentro, el miedo era total. Cerramos las puertas, bajamos las persianas…. Cuando empezaron a encontrar los manuales que tenían los de Hamás, con toda la información de los kibutzim, la cantidad de personas que había en cada uno y las indicaciones a seguir, nos dimos cuenta de que estaban organizados. Entonces puede que haya un grupo de 30 tipos que se saltearon esa parte y antes de que hubiera un chequeo policial que los frenara en la zona, se hayan ido bien tierra adentro y aparecieran en cualquier momento. Hay una paranoia colectiva muy fuerte. Esto no es normal, no es es como cualquier otra guerra. A pesar de la falla de inteligencia que permitió este ataque, nosotros confiamos en el ejército, en la gente que está a cargo de cuidarnos, porque ahora están más atentos que nunca. Entonces, si ellos te dicen que no hay infiltrados, que ya mataron a los responsables, que revisaron cámaras y vieron dónde están los terroristas sueltos, puedes confiar. De lo contrario, no se podría vivir.
Dan Liberson (al centro), en su matrimonio hace dos años, con su esposa Moran y su cuñado Or Jaim
Eres guía de turismo. ¿Cómo sigue tu trabajo? Imagino que no hay mucho turismo en el país ahora…
No sé qué voy a hacer. El día anterior a los ataques había tenido un tour. El sábado me levanté por la mañana, me llama el chofer del tour y me dice “¿Qué hacemos?” Yo le digo “vamos al tour”. “Veo que todavía no te enteraste. Prende la tele y llámame”, me contesta. Prendí la tele, me enteré, llamé a los turistas y al chofer y les dije “se suspende todo”. Tenía tours hasta febrero y se cancelaron todos. No sé cuándo ni cómo volveré a trabajar. Tendré que buscar algo alternativo hasta nuevo aviso para seguir dándole de comer a mi familia.
*Periodista.
Fuente: Infobae.
Versión NMI.