Jaled Abu Toameh*
E stos son días en los que todo anda al revés. Los activistas pro-palestinos en los campus universitarios de todo Occidente se han imbuido de ese espíritu: estudiantes y profesores palestinos de la Margen Occidental y de la Franja de Gaza soportan el acoso diario de la Autoridad Palestina (AP) y de Hamás, pero lo único que moviliza a los activistas son los “abusos israelíes”. Por lo visto, hoy en día para ser pro-palestino hay que ser antiisraelí.
Para quienes se han erigido en defensores de los palestinos en las universidades occidentales, la causa palestina no es más que un medio para diseminar el odio a Israel. Así, en la forma retorcida que ellos consideran correcta, Israel es fustigado y la AP y Hamás son libres de maltratar a su propio pueblo. Al parecer, según los antiisraelíes, los palestinos ni siquiera deberían aspirar a tener derechos humanos bajo los regímenes palestinos.
Así las cosas, mientras los activistas antiisraelíes están ocupados protestando contra Israel en los campus occidentales, permiten que profesores y estudiantes palestinos sean perseguidos por sus propios regímenes. En vez de hacer campaña en pro de reformas y democratización en Cisjordania y Gaza, estos activistas malgastan valiosas energías tratando de acabar con Israel. Los estudiantes y profesores palestinos deben arreglárselas solos.
Los palestinos gobernados por la Autoridad Palestina y Hamás padecen niveles abismales de libertad de expresión, y siempre los han padecido. Esa es la cruda realidad que la comunidad internacional y los estudiantes occidentales que protestan prefieren ignorar. Para ellos, las violaciones de los derechos humanos tienen que llevar siempre la etiqueta de “Hecho en Israel”.
He aquí una sugerencia: redefinamos “pro-palestino”. En lugar de atacar a Israel, los verdaderos pro-palestinos demostrarán serlo exigiendo democracia para aquellos a quienes afirman defender. Los verdaderos activistas pro-palestinos exigirán libertades públicas para los palestinos que están sometidos a los regímenes de la AP y de Hamás, los cuales siempre han aplastado la disidencia con puño de hierro.
En días recientes, a los palestinos de los campus de Cisjordania y Gaza les han vuelto a recordar que siguen estando tan lejos como siempre de tener un Estado que se diferencie en algo de las otras dictaduras árabes de la región. Los incidentes en las universidades, que apenas han llamado la atención de los medios internacionales y de los activistas antiisraelíes occidentales, ponen de manifiesto el doble rasero que aplican los medios a las violaciones de los derechos humanos en los territorios.
Al parecer, según los antiisraelíes, los palestinos ni siquiera deberían aspirar a tener derechos humanos bajo los regímenes palestinos
En el caso más reciente, agentes de seguridad de Hamás encarcelaron a varios estudiantes de la Universidad de Palestina en Gaza, que manifestaban en contra de una decisión administrativa que les prohibía presentar sus exámenes por no haber pagado en su totalidad la matrícula. Los estudiantes se quejaron de que los agentes llevaron a cabo cacheos “humillantes” y confiscaron sus teléfonos móviles. Algunos afirmaron haber sido agredidos físicamente.
En otro incidente destacado que ocurrió en la Franja hace pocas semanas, la Universidad Islámica suspendió al profesor Salah Yadala, educado en el Reino Unido, por haber criticado en Facebook a Hamás y la administración de la institución educativa. Esta suspensión suscitó enérgicas condenas de muchos estudiantes y académicos palestinos, que manifestaron su indignación en las redes sociales.
La suspensión del profesor Yadala está lejos de ser inusual en Gaza, donde estudiantes, periodistas y activistas de las redes sociales han sido víctimas en numerosas ocasiones de la dura represión ejercida por el movimiento islamista. El profesor Yadala, quien fue uno de los fundadores de Hamás en el norte de Gaza, era considerado hasta hace poco miembro del círculo interno del movimiento. Sus mordaces comentarios, publicados en su página de Facebook, lo han convertido en persona non grata en el campus y sus ex colegas de Hamás lo califican como “quintacolumnista”. Si el profesor Yadala está siendo atacado de esta forma, cabe preguntarse qué le puede estar sucediendo a los palestinos comunes y corrientes.
Las cosas no están mucho mejor en los campus de Cisjordania. Las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina atacan sistemáticamente a estudiantes y profesores con diversos pretextos. En los últimos años han detenido en redadas a cientos de estudiantes, como parte de la represión a los críticos y a los “partidarios” de Hamás. Muchos de esos estudiantes siguen detenidos sin la posibilidad de ver a un abogado o a sus familiares.
Sin ir más lejos, en días recientes las fuerzas de seguridad arrestaron a otros cuatro estudiantes y profesores universitarios: Izadin Zaitwai, Ehab Ashur, Zudi Kawarik y Awni Fares.
Pero las fuerzas de seguridad de los regímenes palestinos no solo están interesadas en quienes critican a la AP y a Hamás. Por primera vez bajo la AP, la Universidad Kaduri de Tulkarem suspendió a un estudiante que abrazó en público a su prometida tras ofrecerle un anillo de compromiso. El estudiante, cuya identidad no ha sido revelada, fue acusado de “conducta impúdica” y enfrenta una audiencia disciplinaria. Un portavoz de la universidad lo acusó de “deshonrar” la reputación de la institución y se mostró a favor del castigo.
La decisión de suspender al estudiante ha desatado un huracán en las redes sociales, en las que muchos palestinos acusan a la Autoridad Palestina y a la Universidad Kaduri de pretender “ser más Hamás que Hamás”.
Si los supuestos defensores occidentales de los palestinos siguen haciendo caso omiso de cómo la AP y Hamás pisotean los derechos humanos de su pueblo, quizá no queden más palestinos que defender.
*Periodista árabe-israelí.
Fuente: Gatestone Institute. Traducción NMI.