Conocí a Gustavo hace más de treinta años, cuando la CAIV organizó un coloquio o congreso acerca de la situación de los judíos en la entonces Unión Soviética. No fui su amigo íntimo, pero sí puedo afirmar que compartimos valores e intereses comunes. A veces de acuerdo, otras no, pero siempre con respeto, confianza y genuina sinceridad.
Un grupo de profesores de la UCV, y algún coleado de la UCAB como yo, nos juntábamos de tanto en tanto para almorzar e intercambiar impresiones sobre el rumbo de nuestra patria (de origen o adoptada), en la que ya se percibían los síntomas iniciales de lo que sería la enfermedad casi terminal que hoy nos arropa. Las opiniones de Gustavo solían coincidir con las mías en lo sustancial, con la notable diferencia de la reflexiva calma de él frente a la audacia vocal del suscrito.
Coincidimos también en algunas actividades comunitarias a las que los organizadores han solido invitarme, supongo que en cuenta de mi compromiso existencial con la causa del pueblo judío, a veces matizado por la acción del gobierno de Israel, que no son la misma cosa según lo evidencian los constantes empates en las preferencias electorales.
Despues vino la etapa del Gustavo director de Nuevo Mundo Israelita, en cuyo ejercicio él puso a prueba toda su capacidad de persuadir e insistir en que yo le mande colaboraciones de opinión, pese a mis reiteradas explicaciones señalando que mi compromiso con El Universal tenía carácter exclusivo y por tanto no me era permitido escribir en otros medios. Si el lector pudiera revisar los archivos de NMI, comprobará que Gustavo se salió con la suya bastantes veces. Afortunadamente, esas “violaciones” al acuerdo nunca fueron reclamadas por el otro periódico.
A lo anterior siguió la época de la declinación de la salud de Gustavo, cuya evidencia cada vez más notoria entristeció a quienes le apreciábamos. Hoy no queda sino recordar los aportes de quien desde el mundo de la cultura enalteció no solo el gentilicio judío sino el venezolano.
«Gustavo Arnstein, la ruta de un hacedor», por Elisa Lerner
«Gustavo, más que todo, un amigo», por Paulina Gamus
«Gustavo, el amigo», por Priscilla Abecasis
«Una mente brillante llamada Gustavo Arnstein», por David Bittan Obadía
«Gustavo Arnstein, viaje a la eternidad», por Atanasio Alegre
«Gustavo Arnstein Z’L, in memoriam», por Rabino Pynchas Brener
«Científico, humanista y judío: Gustavo Arnstein, 1942-2018», por Sami Rozenbaum