Hay una sola razón para esta situación que vive Israel: el derecho de los judíos a un Estado independiente no es reconocido, ni aceptado
Elías Farache S.
Israel está sometido a una brutal ola de atentados que ha cobrado muchas vidas, sembrado el terror y generado dudas respecto a cualquier curso de acción que permita impedir los ataques. Al igual que ha ocurrido en el pasado, se inventan nuevas modalidades, por demás crueles, y que requieren de mucha creatividad para poder prevenir y también capturar a culpables.
Este jueves pasado, un par de jóvenes se han hecho responsables de crear dieciséis huérfanos y tres viudas. A punta de hachazos, para luego permanecer cuatro días escondidos hasta que las fuerzas de seguridad lograran aprehenderlos. El relato de las viudas, los huérfanos y del episodio mismo, resulta escalofriante.
Pero más escalofriante que el mismo drama de las víctimas, más aterrador que los mismos hechos de sangre, resultan las reacciones de algunos, las incitaciones de otros.
Niño de Gaza durante una manifestación para “celebrar” el mortal atentado contra una sinagoga en Jerusalén, en 2008. Hoy en día este pequeño debe formar parte del grupo terrorista Hamás, o quizá ya consiguió su máxima aspiración: convertirse en shahid o mártir. El ciclo de la inoculación del odio no cesa
(Foto: AFP)
El líder de Hamás en Gaza, Yahia Sinwar, da discursos incendiarios. Llama a sus huestes a tomar cuchillos y hachas y atacar a judíos. Se define como el defensor de la mezquita de al-Aqsa. Incitación pura y simple, seguida de felicitación a los autores de los atentados. Sinwar es uno de los liberados a cambio de Guilad Shalit en el intercambio de octubre de 2011 luego de cinco años de secuestro, cuando fueron canjeados mil prisioneros en cárceles de Israel, convictos por atentados, a cambio de Shalit. Hoy, Sinwar afirma que sería honroso morir a manos de Israel y no de Covid. Vaya discurso.
Lo de Sinwar es condenable y lamentable. Pero llama más la atención que en las calles de Gaza y otras localidades se repartan dulces para celebrar la acción homicida que cobra víctimas. Que en los noticieros se llame héroes a los jóvenes que han matado a inocentes peatones. ¿Qué clase de personas son, y qué razonamientos privan en ellos? ¿Cómo combatirlos? ¿Existe manera de apaciguarlos? ¿Cómo disuadirlos?
La indefensión del ciudadano israelí es evidente. Los atentados de las últimas semanas parecen ser de lobos solitarios, pero tienen el respaldo de las organizaciones de siempre que, además, se atribuyen el éxito de las operaciones y el control de estas. Israel debe aplicar mano dura, pero en eso necesariamente han de pagar inocentes por culpables. Y estos últimos no tienen ningún reparo en ello.
La tradición educativa hacia el odio ha dado sus frutos. Achacar la responsabilidad de la propia miseria e infelicidad exclusivamente a una tercera parte, también ha servido a la proliferación del odio y la violencia
La tradición educativa hacia el odio ha dado sus frutos. Achacar la responsabilidad de la propia miseria e infelicidad exclusivamente a una tercera parte, también ha servido a la proliferación del odio y la violencia. Varios otros componentes se añaden al coctel que ha generado esta clase de salvajismo. Un salvajismo que goza del silencio cómplice de quienes no se atreven a condenar los atentados, ni someter al escarnio a alguien como Yahia Sinwar, sus apariciones públicas y sus lamentables declaraciones.
Una imagen de los detenidos por el atentado último de Elad del jueves 5 de mayo llama la atención. La juventud y rostros de los jóvenes. Uno de ellos mostraba sus dientes con los alambres propios de un tratamiento de ortodoncia. ¿Un joven normal en una sociedad con visos de normalidad? ¿Qué tipo de ideología, razonamiento, motivación y lógica hay en estas personas? Además de condenables, inspiran una profunda lastima por su proceder y su destino elegido.
Buscamos muchas explicaciones y atenuantes a conductas impropias. Es un hecho que existe el mal. Que hay acciones buenas y malas. Y estas últimas deben ser condenadas, evitadas, castigadas. Pero hay una sola razón para esta situación que vive Israel: el derecho de los judíos a un Estado independiente no es reconocido, ni aceptado.
Esa una es la razón. Nos agrade o no, sea cual sea su motivación.