Ana Jerozolimski*
Hace pocos días falleció en Estados Unidos Ruth Westheimer, una mujer extraordinaria, llena de energía y ganas de vivir, todo “condensado” en 146 centímetros de altura, combinados con una tonelada de buen humor y actitud positiva ante todos los desafíos.
Sobrevivió a la Shoá, luchó por la independencia de Israel, y más que nada será recordada como una conocida sexóloga que daba consejos para una buena vida conyugal desde la pantalla chica. Y por sobre todo, demostraba con su propia vida que es posible levantarse de las peores tragedias y seguir adelante.
Es que siendo hija única perdió a su familia en la Shoá, quedó huérfana a los 10 años, y fue enviada a un orfanato en Suiza, del que recuerda la crueldad de la mujer encargada de los niños, aunque aclara que eso, por otra parte, reforzó el sentimiento de unidad con los demás niños que vivían la misma penuria.
Su partida física nos recuerda un encuentro que tuvimos con ella años atrás, inolvidable para nosotros. La vimos sentada en un café en el centro comercial Malja de Jerusalén y nos acercamos, contándole que durante años tratamos de entrevistarla y nunca lo habíamos logrado. Nos respondió con una amplia sonrisa, con su característico acento alemán (tanto cuando habla en hebreo como en inglés), y explicó que su agenda estaba repleta, pero al mencionar a Uruguay, nos hizo sentar para empezar la entrevista en ese instante.
“Es que mi mejor amiga en Estados Unidos es uruguaya, Marga Kulreuther, que llegó con sus padres de Alemania a los 3 años de edad”, contó, recalcando que esta mención no puede quedar fuera de la nota, a lo cual accedemos con gusto. Agregó que la hermana de su amiga, Trude, estaba casada con Erico Stern, ambos ya fallecidos. “Sé que en Uruguay era muy conocido por sus profundos conocimientos de música clásica”, recalca, lo cual confirmamos, y hasta recordamos que había escrito una nota al respecto en Semanario Hebreo.
(Foto: New York Post)
La Dra. Ruth contó con entusiasmo sobre su apuesta por la vida, sobre el haberse hecho famosa gracias a su dedicación a un tema que siempre resulta interesante, en el que considera que ha sabido combinar sus conocimientos con su estilo muy peculiar. Mencionó casi al pasar que podría haber muerto en la Shoá, y que perdió a sus padres de niña. Detrás de ello están imágenes que no sería lógico que desaparezcan: haber visto a su abuela intentando “sobornar” con monedas a hombres de la SS para que no le hagan nada a su hijo, el padre de Ruth; haber visto a su padre subir al camión nazi sin saber si volvería, y haberlo perdido a él y el resto de la familia más adelante en un campo de concentración. La Dra. Ruth, como todos la llaman hoy, que reía mucho y hablaba de la alegría de vivir, pudo salir de la Alemania nazi en aquellos años en un tren de “kindertransport”, para lo que una de las condiciones era que al menos uno de los padres hubiese sido llevado ya por los nazis.
“Yo siempre digo que quienes, como yo, no murieron en la Shoá, tienen la obligación de hacer tikun olam, o sea de corregir el mundo, de ayudar a resolver problemas. Lo que nunca había imaginado, sin embargo, era que lo haría dedicando gran parte de mi vida a hablar de sexo”, nos dice.
¿Es una decisión que hay que tomar todos los días, después de lo que usted vivió, de apostar a la vida con una actitud positiva?, preguntamos.
“Sí, todos los días hay que tomar esta decisión. Es cierto. Todos los días”, responde. Y a pesar de lo vivido de niña, no tiene problemas al respecto porque su resumen, asegura, le ha dado a ella la victoria. “Tengo dos hijos y cuatro nietos. Hay una obra de teatro sobre mi vida, y al final, la actriz que me protagoniza muestra una foto en la que están mis nietos. Y dice lo que son mis palabras: Hitler murió y yo estoy viva. Y el tikun olam, el esfuerzo por arreglar el mundo, está simbolizado en la foto de mis nietos. Sin duda, tengo suerte. Estoy sana, en cuerpo y alma. Y al levantarme cada mañana, agradezco a Dios”.
“Yo siempre digo que quienes, como yo, no murieron en la Shoá, tienen la obligación de hacer tikun olam, o sea de corregir el mundo, de ayudar a resolver problemas. Lo que nunca había imaginado, sin embargo, era que lo haría dedicando gran parte de mi vida a hablar de sexo”
Tenía también fuertes recuerdos de sus años en Israel, nada menos que en la época de la creación del Estado. Al cumplir 20 años, resultó gravemente herida por un mortero que los jordanos dispararon desde Nebi Samuel hacia Jerusalén, y cuyas esquirlas le dañaron seriamente las dos piernas. También aquí introduce una sonrisa, al contar que un cirujano alemán la operó en el Hospital Hadassah, aclarando que “no es por eso que soy tan bajita, y además, por suerte, a pesar de aquella herida en las piernas, si tengo con quién, puedo bailar toda la noche”.
Se torna nuevamente un poco seria y agrega: “Cuando vengo de Tel Aviv a Jerusalén, y paso por Bab el Wad, o sea Shaar Hagai, nunca me duermo, porque siempre quiero rendir homenaje a los restos de blindados que están a un costado del camino. Es que si no hubieran subido a Jerusalén, quizá hoy yo no estaría con vida”.
Ruth llegó a Israel, a la entonces Palestina del Mandato Británico, apenas terminó la Segunda Guerra Mundial, con 17 años. Vivió dos años en un kibutz, creyó que esa sería su vida, pero finalmente cambió de rumbo. Estudió para ser maestra jardinera, viajó a París con David, su primer esposo, quien estudió allí medicina. Se separaron sin tener hijos, y continuaron siempre siendo amigos. Luego se casó con “un muchacho muy apuesto al que conocí en Francia, pero que me resultó aburrido, por lo cual me separé después de tener una hija”; y finalmente conoció a quien fue su esposo durante casi 40 años, Fred Westheimer, con quien tuvo un varón.
Vivió casi toda su vida en Estados Unidos, donde ha hecho su carrera, habiéndose dedicado primero al tema de la planificación de la familia, en investigación. “Hice muchos seminarios sobre el tema, y me di cuenta de que había una necesidad de desarrollar la educación sexual. Ya tenía doctorado en investigación familiar y pasé a ser terapeuta en sexología, para problemas sexuales”. Enseñó en Yale y Princeton, y también en el Seminario de Maestros de Columbia.
“Hoy en día, el hecho es que hasta en los taxis me hacen preguntas sobre el tema. También ahora me pasó, en Jerusalén, y cuando el taxista me comenzó a contar sobre sus problemas, le recomendé que fuera a un urólogo antes de consultar con un terapeuta sexual”, contó con una amplia sonrisa.
“No puedo estar en Jerusalén sin ir al Kótel y cumplir con la tradición de poner un papel entre sus piedras, pidiendo siempre alegría de vivir, con salud”
La apertura con que hablaba de sexo podía chocar a gente religiosa, aunque ella misma, de niña, vivía en un hogar ortodoxo, y recordaba que acompañaba a su padre a la sinagoga. “Hoy en Estados Unidos voy a dos sinagogas, una conservadora a la que va mi hija, y una reformista al lado de mi casa. Y es excelente tener dos, porque así, cuando no estoy en una, creen que estoy en la otra”, bromeaba.
En un tono un poco más serio, asegura que “no puedo estar en Jerusalén sin ir al Kótel y cumplir con la tradición de poner un papel entre sus piedras, pidiendo siempre alegría de vivir, con salud”.
Mientras estamos sentadas, son varias las mujeres que reconocen a Dr. Ruth de haberla visto en televisión; se acercan a saludarla, le piden tomarse una foto con ella. Algunas, con un guiño, le agradecen los consejos. Una señora que pasea con su nieto en el cochecito de bebé, le larga una mirada pícara y comenta: “¿Vio qué hermoso? Se ve que habrá habido aquí buen sexo ¿verdad?”.
Dr. Ruth ríe a carcajadas. Y resume: “Siempre que vengo a Israel disfruto de ver a la gente, de lo que se ha hecho. Aquí pasan judíos muy variados, veo a los de origen etíope, veo también a las mujeres árabes con la cabeza cubierta, todos aquí con mucho dinamismo. Y disfruto más que nada de ver tantos bebés, tantos niños. A pesar de todas las quejas y las dudas que la gente tiene preguntándose qué pasará, la vida es fuerte aquí. Se sigue adelante. Y eso es lo principal”.
*Internacionalista, directora de Semanario Hebreo (Montevideo) y semanariohebreojai.com.
Fuente: Semanario Hebreo del 19 al 24 de julio de 2024.
Versión NMI.