Fahad Almasri*
Un Consejo de Seguridad Regional, una OTAN regional árabe y una agencia de inteligencia conjunta promoverían la paz en la región, reducirían la participación militar extranjera, fomentarían la cooperación regional, lucharían contra el terrorismo y apoyarían las relaciones pacíficas con Israel.
No estoy proponiendo una confrontación entre superpotencias en el Medio Oriente. Por el contrario, este enfoque podría salvar millones de vidas, protegerlas del desplazamiento y evitar que se destruyan muchas ciudades e infraestructuras vitales.
A principios de 2017, me puse en contacto con numerosos países y envié cartas a la administración estadounidense y la mayoría de los Estados miembros de la OTAN, incluido el secretario general, para explicar la necesidad de un Consejo de Seguridad Regional, una OTAN regional árabe y una Agencia de Inteligencia regional árabe.
Mi propuesta tiene como objetivo garantizar la seguridad y la paz regional en el Medio Oriente, algo fundamental para la seguridad y la paz internacionales. Para promover esta idea, en 2022 preparé un informe especial titulado «¿Es posible la paz regional con Israel?» por medio del Instituto Israelí de Estudios de Seguridad Nacional (INSS).
El concepto del Consejo de Seguridad Regional implica que los líderes del Medio Oriente y el norte de África se sienten a la mesa para alcanzar consensos, hacer concesiones y encontrar soluciones eficaces para garantizar los intereses vitales y estratégicos de las potencias mundiales. Riad, la capital de Arabia Saudita, es el anfitrión ideal, dada su importancia tanto en el mundo árabe como en el islámico y su importancia religiosa y económica.
(Foto: X)
La OTAN árabe-regional serviría como brazo militar bajo el Consejo de Seguridad Regional, operando bajo la supervisión de la OTAN. Esta entidad, patrocinada por Estados Unidos, reduciría la necesidad de tropas estadounidenses en la región. A cambio, EEUU y sus aliados proporcionarían expertos e instructores para ayudar en el entrenamiento, armamento y la dirección de operaciones militares conjuntas en la región.
Cada Estado miembro de la OTAN árabe-regional aportaría varios cientos o miles de tropas a la alianza. Esta fuerza colectiva podría responder rápidamente a posibles amenazas, enfrentamientos locales y conflictos regionales. Algo fundamental es que, como estaría formada por soldados de la región, no se la consideraría una intervención extranjera, lo que evitaría la reacción social y religiosa que suelen enfrentar las fuerzas militares estadounidenses, israelíes u otras. Por ejemplo, al intervenir en Líbano, Gaza o Siria, esta alianza se enfrentaría a menos obstáculos que los ejércitos extranjeros.
Dadas las numerosas zonas de conflicto y los frentes activos de la región, la OTAN árabe-regional debería establecerse rápidamente, en especial a la luz de los ataques contra el proyecto imperialista de Irán.
No preveo ningún choque significativo entre las fuerzas rusas en Siria y Occidente. En 2018 informé al jefe del Estado Mayor de las FDI que no nos opondríamos a tener puestos de observación y vigilancia en territorio sirio frente a los Altos del Golán, lo que proporcionaría a Israel garantías de seguridad. Una Siria futura reconocería a Israel y buscaría una paz justa. Siria nunca sería una base para hostilidades contra Israel, ni permitiría el tránsito de armas o terroristas y otros extremistas que atacaran a Israel o cualquier otro país.
La Agencia Árabe-Regional de Inteligencia reuniría a representantes de inteligencia de los Estados miembros bajo el Consejo de Seguridad Regional, facilitando el intercambio rápido de información y la colaboración en la lucha contra el terrorismo, el extremismo y el crimen organizado. En menos de tres semanas Israel ha logrado importantes victorias tácticas en el Líbano, desmantelando las fuerzas de Hezbolá. Los éxitos de Israel no solo han sido militares sino también estratégicos, ya que la guerra actual marca la primera vez en la historia en que la mayoría de los sirios y libaneses están a favor de Israel.
Los éxitos de Israel contra Hezbolá no solo han sido militares sino también estratégicos, ya que la guerra actual marca la primera vez en la historia en que la mayoría de los sirios y libaneses están a favor de Israel
Estamos en un punto de inflexión en la región, pues la opinión pública en el mundo árabe ha virado dramáticamente hacia Israel. Las consignas huecas de “resistencia” lideradas por Irán han perdido su poder. En una nueva Siria, la legislación prohibirá la difusión de estas narrativas falsas.
Este cambio es una victoria estratégica, que sienta las bases para una paz regional duradera basada en la tolerancia, el reconocimiento mutuo y el rechazo del extremismo, el terrorismo y el antisemitismo. Reafirma lo que dije en 2016 durante un discurso en video pidiendo la paz entre Israel y una nueva Siria. En ese discurso, subrayé que la profunda dinámica social en Siria acabaría empujando a la gente a replantearse creencias arraigadas.
La OTAN y la OTAN árabe-regional desempeñarían ahora un papel urgente en el Líbano, en particular en el control del puerto marítimo de Beirut, el aeropuerto y las fronteras con Siria. La presencia de una OTAN árabe-regional eliminaría la necesidad de atacar el aeropuerto de Beirut, y permitiría la confiscación de armas almacenadas en túneles bajo el aeropuerto y en otros lugares. También fortalecería al ejército libanés.
Los ataques de Israel contra Irán y Hezbolá le han ganado los corazones de los sirios y los libaneses. Para mantener este apoyo, Israel y sus aliados deberían acercarse a Damasco y Beirut bajo el paraguas de una OTAN árabe-regional.
*Presidente del Frente de Salvación Nacional de Siria.
Fuente: Ynet.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.