Venezuela pierde a una mente sobresaliente, de esas que ya no estamos acostumbrados a ver; un hombre que, adelantado siempre a su época, dejó en este mundo una gran cantidad de conocimientos y aportes a un colectivo que sobrepasaba a su comunidad.
Gustavo fue un científico humanista, algo que pareciera incompatible; pocos han logrado ese equilibro entre los dos extremos del conocimiento, y lo más difícil es que en ambas áreas resultó ser siempre el mejor. Si no hubiese conocido tan de cerca de Gustavo en aquellas tertulias con Abraham Levy, yo habría pensado que un químico nunca sería compatible con la literatura o el periodismo, sin embargo, cualquier descripción de sus habilidades nos dejaría cortos para admirar su capacidad.
Adicionalmente a eso Gustavo fue un hombre correcto, un verdadero mensch, un señor, un ser valiente y sensible que logró cultivar relaciones humanas inolvidables.
Gustavo tenía coraje para escribir, fue estudioso de todos los temas y siempre le acompañó un constante sentido del humor; su mente grandiosa y enigmática lo llevaba sin complicaciones a la hondura del espíritu humano.
Gustavo es de aquellas pérdidas que el mundo desearía no tener que afrontar, pues él lograba con pocas palabras los canales del entendimiento. En Venezuela lo podemos equiparar con pocos, aunque esto parezca difícil de explicar.
El mayor homenaje que podemos hacerle es reconocer que se ha marchado un inolvidable que, con su sencillez y humildad, entró en el corazón de todos los que lo conocimos; quien, comprendiendo que intelectualmente era superior a muchos, no abusó de ello.
Hoy recibo llamadas de algunos de los que estuvieron presentes aquel día en que le hicimos ese merecido pero humilde reconocimiento en la CAIV, quienes no lograban comprender la dimensión de tal acto, y me comentan: “Nos quedamos cortos”. Los seres humanos somos en oportunidades muy injustos al no descifrar que debemos elevar a las personas que, como él, son indispensables, y tarde nos damos cuenta de lo valiosos que han sido.
Gustavo: la comunidad judía quedó en deuda contigo, cada quien con su conciencia; pero Venezuela más aún.
Querido amigo: con palabras sencillas, como las que te gustaba escuchar: te vamos a echar de menos, para siempre.
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