Rachel Chocrón de Benchimol
Mis queridos lectores ahora virtuales: aquí estoy BH nuevamente en proceso inspirativo, para poder trasmitirles con la ayuda de Dios algún mensaje alusivo a Janucá.
En esta época tan llena de oscuridad, pese a los acertados pasos para darle fin a la última de las pesadillas, llamada pandemia; este año BSD las velas de Janucá incrementarán con mucha fe la disipación de la oscuridad y la llegada de la tan ansiada luz reinando en todo el mundo.
A través de todo este tiempo hemos aprendido mucho, tal vez demasiado para lo complicado del asunto y la manera en que, haciendo malabarismos, pudimos hacerle frente a todo cambio de norte y sentido de nuestras vidas. Nos reinventamos, llenamos de luz literalmente cada espacio oscuro de nuestras vidas usando la llama de nuestra fe traducida en el apego a Hashem, aceptando Su voluntad y aprendiendo a darle el valor justo a cada cosa y situación ante nuestro paso.
En un cuarto oscuro, el encendido de una llama hace la diferencia; nos deja ver a través de ella, y nos sirve de guía para saber por dónde ir y así evitar tropezarnos.
Janucá viene para animarnos, y demostrarnos que tenemos la misión como yehudim de brindar luz al mundo, que estando tan convulsionado y lleno de mentiras y maldad (no en todos los casos, claro está), nos advierte que el alma judía tiene como prioridad traer luz a este mundo terrenal a través de las buenas acciones, el buen comportamiento y el Kidush Hashem como estandarte principal.
El incremento diario de cada vela nos inspira a crecer en mitzvot y maasim tovim. Y así y en definitiva, a través de nuestros ventanales, seremos trasmisores directos de luz para inspirar a otras almas.
El mundo material es este, el mundo terrenal es donde nos encontramos hoy y hasta los 120 años. Aprovechemos la energía positiva y cálida de esas velas que, incrementándose a diario, nos recuerdan y evocan los milagros de la lucha de los pocos contra muchos, y del gran milagro de la jarrita de aceite que duró ocho días cuando materialmente eso era imposible.
No hay imposibles. No hay nada que el ser humano se proponga y no pueda lograr con la ayuda de Hashem. Encendamos la llama interna de nuestro potencial, y nos sorprenderemos de lo que somos capaces de alcanzar.
BSD les deseo a todos una feliz Janucá, que la luz que despiden las nerot nos llenen de fuerza espiritual y de energía positiva para alcanzar todas nuestras metas, con nuestro socio principal en la Creación de este mundo. Con Hashem, quien de seguro nos dará Su bendición para crecer y ser mejores personas, descubriendo y explotando al máximo nuestro potencial.
¡Janucá saméaj para todos mis queridos lectores, para nuestra amada kehilá de Venezuela, y para todo Am Israel!
Con sincero cariño
Rachel Chocrón de Benchimol