El pasado 26 de marzo falleció Michel Bacos, considerado un héroe tanto en Israel como en Francia. Bacos era el capitán del vuelo 139 de Air France entre Atenas y París, que en junio de 1976 fue secuestrado por terroristas palestinos y alemanes y llevado a Entebbe, Uganda.
Bacos hizo esa travesía, incluyendo una escala en Bengazi (Libia) para cargar combustible, con una pistola permanentemente apuntada a su cabeza. Ya en Entebbe, los terroristas hicieron una “selección” al estilo nazi entre judíos y no judíos, pues estos últimos serían sus rehenes para un intercambio por terroristas presos en Israel y otros países. Dejaron libres a los 148 pasajeros que no eran judíos, y permitieron que el capitán y los tripulantes se marcharan; pero Bacos se negó a abandonar a sus pasajeros judíos, y permaneció en la terminal de Entebbe junto a parte de su tripulación durante la semana que duró el terrible cautiverio, hasta ser liberados por un grupo comando de las Fuerzas de Defensa de Israel.
Bacos recibió la Legión de Honor, la más alta condecoración de Francia, así como varias medallas del gobierno de Israel; en 2008, B’nai B’rith Internacional le otorgó el premio Menorá de Oro.
En su entierro, a solicitud del propio Bacos, quien no era judío, se interpretó el Hatikva, himno nacional de Israel.
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El periodista y escritor Armin Rosen describe en el portal Tablet una manifestación que tuvo lugar hace pocos días frente a las oficinas del Jewish Board of Deputies, organización representativa de los judíos de Ciudad del Cabo, Sudáfrica. La protagonizó un pequeño grupo de miembros de Cosatu, siglas en inglés del Consejo de Sindicatos Sudafricanos.
La protesta formaba parte de la Semana del Apartheid Israelí, fiesta que anualmente llevan a cabo los antisemitas de todo el mundo. Y la calificación de antisemitas viene muy al caso, ya que la institución frente a la cual estaban haciendo su actividad no tiene ninguna relación diplomática con el Estado de Israel; su misión es “promover el bienestar de la comunidad judía de Sudáfrica” y “construir puentes de amistad y entendimiento entre los judíos y el resto de la sociedad sudafricana”. Cuando Rosen les hizo ver esta contradicción, uno de los activistas respondió: “No hay embajada de Israel en Ciudad del Cabo. Por eso vinimos aquí”. Pero más tarde se dirigieron al cercano Museo Judío de África del Sur —que estaba cerrado ese día—, frente al cual gritaron el infaltable “Palestina libre” y posaron muy orgullosos para una foto.
Los participantes llevaban franelas de vivos colores que decían “Detengan el Holocausto palestino”, e incluso algunas con la frase “Hands off Venezuela”.
En Ciudad del Cabo viven unos 15.000 judíos. Numerosos miembros de la comunidad judía de Sudáfrica participaron activamente durante décadas contra el apartheid, lo que reconocía ampliamente el finado Nelson Mandela.
El manifestante continuó explicando: “Creemos que no todos los judíos apoyan las atrocidades. Les hacemos un llamado a la solidaridad. Como judíos, ¿apoyan o creen en el sionismo? No queremos enfrentarlos”.
Otra intención de la protesta era entregar un “memorando” en las oficinas —donde tampoco había nadie—, y esperaban una respuesta. “Si la respuesta no es la que deseamos, seguiremos protestando aquí cada mes hasta que escuchen el llamado”. En otras palabras, el “memorando” es un ultimátum.
El texto, que pasaron por debajo de la puerta, acusa a Israel de “genocidio contra el pueblo palestino”, y califica las condiciones de vida de los palestinos como “mucho peores” que la de los negros sudafricanos durante el apartheid (lo que llama la atención, pues la Autoridad Palestina presuntamente construye instalaciones para manufacturar medicamentos en otros continentes). Aunque alegaban estar allí por no tener una embajada de Israel ante la cual protestar, el documento también acusaba al Board of Deputies de ser esencialmente una entidad extranjera e incluso traidora al país: “Su apoyo activo e incondicional al régimen israelí con sus atrocidades es una burla a la democracia constitucional sudafricana”. Cosatu exige al Board of Deputies que “finalice inmediatamente su apoyo a Israel, adhiera al movimiento BDS y a la solución de un Estado”. En otras palabras, a la disolución del Estado de Israel.
Esta crónica demuestra cómo la campañas antiisraelíes de todo el mundo están cortadas por el mismo patrón, y seguramente financiadas con los mismos fondos.
Por cierto, Rosen les preguntó si alguna vez habían realizado una protesta ante una iglesia o una mezquita. “Si una iglesia o mezquita oprimiera a un pueblo, o apoyara a un país que oprima a un pueblo, haríamos lo mismo. [Pero hasta ahora] nunca hemos tenido razones para hacerlo”.
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Con inmenso orgullo recibimos la feliz noticia, y la queremos compartir con ustedes porque formamos parte con nuestro aporte y granito de arena de este éxito, que sentimos también nuestro: el Colegio Moral y Luces “Herzl-Bialik” ganó en el “National High School Model United Nations” de las Naciones Unidas, en Nueva York, el primer lugar como mejor delegación.
Les deseamos que sigan cosechando éxitos, porque van por muy buen camino, y las hacemos extensivas a nuestros representantes del colegio.
¡Orgullo de nuestra comunidad!
“No hay mayor honra para el maestro que la honra de sus discípulos”.
Keren Hayesod de Venezuela
5 de marzo de 2019