L a vida nos enseña que es a través de los años cuando se puede retrotraer la mente, y recordar los eventos y anécdotas experimentados. Es así como solemos asociar esas memorias con las personas que de alguna manera han significado algo para nosotros.
De todos es conocida la vinculación armoniosa de la música y de un perfume con una persona; también es recurrente establecer una sintonía con imágenes que son remembranzas con ocasiones pretéritas. En épocas no tan remotas, solíamos retratar a la familia en fotografías en blanco y negro, posteriormente el color fue adicionando sus pigmentos con la especie del papel de seda. Nacen el filme y las videocámaras, hoy subimos a YouTube las hazañas totalmente remozadas con los efectos del Photoshop. En un futuro no muy lejano los hologramas podrán establecer personajes en “vivo” dentro de los ambientes.
Vamos de manera acelerada hacia una interrelación virtual, mas no humanizada; la comunicación que se fija en la mirada, junto al vocabulario sincero y honesto, tiende a fugarse como un espanto por el desinterés frío y apático.
Sin embargo, no todo está perdido. Por la tecnología del internet mantengo una permanente comunicación con estimables y muy queridos amigos en Caracas y Maracaibo, y es a través del semanario NMI, que abro todos los domingos para deleitarme con las publicaciones de interés; pero también recibo tristes recuerdos desde la sección de los obituarios.
El camino de la vida nos reclama en especial una reconciliación y retrospección del pasado, habida cuenta de que tenemos las posibilidades de una comunicación expedita y fiel. Abordemos con entusiasmo y valor un espacio para recuperar instantes de alegría que en ocasiones fueron importantes, mantengamos esa chispa de luz y dejemos así una estela en el camino.