Elías Farache S.
La doctora Margot Labunsky fue un ícono de nuestra comunidad y sus instituciones. Mi más cálido recuerdo es de cuando fue directora del Colegio Moral y Luces Herzl-Bialik. Conservo con cariño un diploma firmado por ella. Fue también precursora en la rama del Derecho, pues fue una de las primeras mujeres abogado de la comunidad.
Otra muy destacada y querida labor la desempeñó en el Keren Kayemet LeIsrael. Su sola presencia engalanaba la ya noble labor que hacía junto a los demás voluntarios y trabajadores de la oficina sionista por excelencia.
Pero la verdad, todo lo anterior, aunque importante, no es lo que hace de ella alguien especial. La doctora Margot era especial porque fue una Buena Persona. Como dice el Pirkei Avot, una persona de buen corazón.
Se conoce a una persona cuando está en confianza, cuando tiene problemas y cuando le acontece algún problema económico. Muchos conocimos a la doctora Margot en esos escenarios, y somos testigos de su entereza, su bondad y responsabilidad. Porque nobleza y bondad eran su norma de vida.
En una ocasión, la doctora Margot Labunsky fue estafada. Perdió sus ahorros confiando en personas que no respondieron. En vez de reclamar y demandar, su postura fue comprender las circunstancias de quienes no cumplieron sus compromisos. Aunque no lo entendí en su momento, hoy llego a reconocer que su actitud resultaba la más sana y acorde con la de una persona buena que no se lamentaba de la leche derramada. En su corazón no hubo odio ni rencor; la amargura habrá hecho víctimas a quienes le causaron un daño económico, no a ella. Por eso siempre, para muchos y para mí, la imagen de la doctora Margot Labunsky es y será la de la bondad.
Para quien la conoció desde niño y luego de más adulto, en sus distintas facetas y tareas, ella era elegante y fina. Educada y amable con todos. Con una amplia sonrisa y un dulce hablar. Respetuosa, que inspiraba respeto y cariño. Creo que el Premio al Mérito Comunitario que le otorgó la AIV en el año 2009 fue solo un pequeño atisbo del reconocimiento que le debemos.
Para todos, la imagen de la doctora Margot Labunsky es la de la mujer judía noble y buena, maestra y guía. Trabajadora y adusta. Bella en todos los sentidos. Agraciada, con esa gracia que se refleja solo en un rostro que se apoya en un espíritu especial.
Una muy bella persona. Por siempre y para siempre. Qué honor haberla conocido.