Cuando se cumplen 75 años del épico levantamiento del Gueto de Varsovia, fecha que se conmemora en Yom Hashoá, reproducimos un artículo aparecido en El Mundo Israelita unos meses más tarde, el 5 de febrero de 1944, y que durante estos tres cuartos de siglo no había vuelto a publicarse
Eduard Warszawski, abogado de 42 años que logró escapar a Inglaterra desde el gueto de Varsovia, ha referido sus terribles experiencias.
Warszawski, quien salió del gueto el 25 de setiembre de 1942, pudo huir de Polonia en febrero del año pasado [1943] y llegó a Londres el 9 de setiembre. En la primera oportunidad que tuvo se alistó en el ejército polaco en el exilio.
El fugitivo empieza su relato así: “Estuve en el gueto de Varsovia desde el día en que fue creado, es decir el 15 de octubre de 1940, y pronto asumí la dirección de una organización para buscar albergue a los judíos que habían sido expulsados de otros distritos de la ciudad y sus alrededores. El gueto era un campamento de concentración de rehenes, cuya posesión debía permitir a Hitler extorsionar el judaísmo americano. Esto ocurría antes de la entrada de los Estados Unidos en la guerra. Hitler había acusado al judaísmo estadounidense de tratar de hacer entrar a ese país en la guerra.
“Las condiciones de vida en el gueto eran terribles, tanto social como económicamente. Los judíos no perdieron el valor y entre ellos no se notaban los síntomas de la apatía. Combatieron contra el tifus, el hambre y el desempleo”.
Warszawski recalca sus esfuerzos constructivos, que tuvieron cierto éxito. Cada mes se creaba una nueva institución. El Consejo Israelita se convirtió en Concejo Municipal Israelita cuando el gueto se trasformó en municipalidad autónoma por orden de las autoridades alemanas, y actuó como gobierno de un Estado israelita con 24 departamentos y 80.000 empleados.
Enorme mortalidad
“El refuerzo de las medidas restrictivas fue puesto en efecto por los alemanes de la Transferselle, y más tarde por el comisario Auerswald. Sin embargo, los alemanes no interferían en nuestra tarea constructiva, ya que preferían tener que entenderse con un cuerpo bien organizado, de modo que su tarea fuera más fácil. Había más de 40.000 diestros artesanos en el gueto, cuya población era de 350.000 almas a pesar de la enorme mortalidad y de la eterna cacería de judíos que los alemanes efectuaban en las calles de Varsovia para obtener esclavos para el trabajo. La mortalidad alcanzó la cifra más alta en julio y agosto de 1941, cuando el número de muertos fue en promedio de 5.600 mensuales.
“Se organizaron muchos cursos de aprendizaje, y la mayoría de la población dominaba algún oficio. Se enseñó a los judíos a cultivar el suelo, y en todo espacio libre se sembraron verduras, en tanto que en los patios de las casas se creaban jardines para los niños.
“Se establecieron muy buenas escuelas para los jóvenes, y se organizaron cursos profesionales, teatros, conciertos, conferencias. En realidad, nuestra vida cultural empezaba a prosperar”.
Warszawski habla del magnífico resurgimiento de la religión, dice que se establecieron varias pequeñas sinagogas y hubo minyanim todos los días.
“Las atrocidades en el gueto comenzaron al día siguiente de la declaración de guerra de Estados Unidos. Todo judío que saliera del gueto sin permiso después de esa fecha era condenado a muerte, mientras que anteriormente se le castigaba con arresto. Unos días después fue publicada la primera lista de judíos que habían sido muertos por salir del gueto sin autorización. Entonces nos dimos cuenta de que había llegado el principio del fin. Empezaron a infiltrarse noticias de las increíbles atrocidades cometidas en pequeños pueblos de la Polonia occidental. Comunidades judías enteras, incluyendo mujeres y niños, habían sido reunidos sin previo aviso y trasladados en camiones a lugares donde eran asesinados.
“Llegaron también noticias de la matanza de los judíos del gueto de Lublin. En Varsovia habíamos estado cada día más aislados. Toda comunicación con los otros guetos era imposible. Supimos que 90% de los 60.000 judíos del gueto de Lublin habían sido trasportados a un lugar desconocido. Pero Lublin nos parecía muy lejano, y no creíamos que nosotros en Varsovia sufriéramos la misma suerte.
“Una noche de abril [1942], un amigo que trabajaba para el Concejo Municipal Israelita recibió una llamada telefónica de las autoridades alemanas, ordenándole avisar al departamento de cementerios que preparara una gran fosa para 400 cadáveres. Hubo pánico. Al día siguiente leímos que 100 personas de la cárcel de la calle Cesia, acusadas de faltas administrativas, habían sido fusiladas y lanzadas a la fosa en el cementerio. Se colocó un aviso que anunciaba que la misma suerte correrían todos los judíos de Varsovia si persistían en su actitud. Esto se refería a varios casos de resistencia a la policía alemana, durante la cual varios policías habían sido muertos y otros desarmados. Desde ese momento, los jóvenes judíos estuvieron reuniendo armas y municiones.
“Más tarde las ejecuciones tenían lugar cada noche. Los alemanes allanaban una casa, sacaban a sus moradores y los fusilaban en el patio. Una noche fusilaron a 60 impresores, acusados de estar relacionados con la impresión de literatura clandestina para las organizaciones polacas”.
Ancianos asesinados en el cementerio
“Después se supo que el destacado jefe de los exterminios (Einsatz) Reinhardt había llegado al gueto. Era uno de los 17 nazis responsables de la matanza de Lublin, y vi a varios de ellos por las calles de Varsovia poco antes de que comenzara el exterminio del gueto el 22 de julio. Entonces se persiguió a tiros a los judíos por las calles, y los ancianos fueron fusilados en el cementerio. Muchos camiones estaban siempre estacionados en la Umschlagplatz esperando su cargamento de desventurados. Cuando salí del gueto en setiembre, 250.000 judíos habían salido ya con destino desconocido. Se creía que las mujeres y niños que no estaban capacitados para trabajar fueron asesinados en el campo de Treblinka”.
Warszawski estaba en Varsovia cuando tuvo lugar la primera resistencia armada de los judíos del gueto, en enero de 1943. “Fue entonces cuando no solo los judíos, sino también los polacos pudieron ver cómo un puñado de jóvenes resueltos puede derrotar a los cobardes alemanes sedientos de sangre, quienes temían aproximarse a una casa donde creyeran que había algunos judíos armados. Tuvieron que traer artillería para destruir la casa. Un simple puñado de jóvenes judíos desarmados continuó luchando contra las hordas nazis provistas de carros de combate”.
Warszawski, quien debe su salvación a la ayuda de la organización secreta polaca, relata cómo los ancianos esperaban serenamente la muerte, y ni los jóvenes temían perder la vida, porque sabían que su sacrificio no sería en vano.
Durante el reciente Yom Kipur asistió a los servicios en la sinagoga de Londres. En el Yom Kipur anterior había estado todavía en el gueto de Varsovia, donde quienes iban a morir rogaban que su muerte fuera un aviso eterno a todos los judíos, de que todo el que no vive en su propia tierra está amenazado de destrucción tarde o temprano.