Al momento de escribir estas líneas estamos en el día 55 del conflicto que encendió el movimiento terrorista Hamás el 7 de octubre.
Pareciera que Hamás ha logrado, ad inicio, cumplir algunos objetivos propuestos, como poner nuevamente el tema palestino en primer plano internacional, opacando incluso una guerra de grandes dimensiones como la que sigue ocurriendo en Ucrania por la invasión rusa.
Adicionalmente, logró paralizar por el momento los firmes pasos que venía dando Arabia Saudita, líder de la Liga Árabe, e Israel para establecer formalmente (de hecho las tienen) relaciones diplomáticas, tratando de evitar una estabilidad general en el Medio Oriente, tomando en cuenta que la Liga Árabe la conforman 22 países, todos de corte sunita.
Por otro lado, envió un misil al proyecto de cable submarino que serviría como un interconector entre Europa y Asia para trasportar 2000 megavatios de electricidad entre Israel, Chipre y Grecia, así como que estos países puedan exportar gas natural a Europa a través de la creación de un gasoducto, tomando en cuenta los grandes yacimientos de gas descubiertos por Israel, por lo que tanto el gas natural como las energías renovables como la solar y eólica, entre otras, serían un pilar fundamental en la cooperación y asistencia de los países de la región, uniendo los continentes asiático y europeo en la satisfacción de necesidades esenciales de sus poblaciones.
Justamente los analistas exponen sus posturas en cuanto a las intervenciones perniciosas en estos escenarios geoestratégicos, por un lado de Irán, que es la mano que mueve la cuna, para impedir a través de los grupos yijadistas de la región, que están enclavados en la “Media Luna Chiíta” (Irán-Irak-Siria-Líbano-Gaza, aun cuando este último es del ala sunita), todos alineados con el objetivo central de Irán de destruir a Israel y desestabilizar la región, para convertirse en el gran operador y regente de la misma; y por otro lado Rusia, que también buscaría impedir acuerdos comerciales entre Asía y Europa basados en negocios petroleros, gasíferos, eléctricos o de cualquier tipo, que pudieran debilitar su influencia política y económica en Europa.
Como si todo esto fuera poco, se han desatado a nivel mundial los demonios de un antisemitismo puro y duro, así como de un antisemitismo disfrazado de antisionismo, pero al que se le ven las costuras por todos lados.
Las inversiones multimillonarias de países como Catar o Irán en universidades norteamericanas, ONGs de fachada, movimientos sociales, las izquierdas, los movimientos neonazis, etc. están llevando a las sociedades al desquiciamiento. Por ejemplo, al momento de escribir estas líneas una turba propalestina trató de impedir el encendido del árbol navidad del Rockefeller Center, en pleno centro de New York, rompiendo las barricadas policiales y creando caos en la ciudad.
Los gobiernos deberían poner mucha atención a los recursos, vías de financiamiento, líderes radicales y mensajes de odio en redes sociales, para frenar esta locura que ha invadido las calles de diferentes ciudades del mundo.La educación y legislación son herramientas fundamentales para combatir la xenofobia, el racismo y el antisemitismo.
Israel, a pesar de la presión internacional para acabar con la guerra, tendrá que continuar hasta la derrota total de Hamás y eliminar su infraestructura del terror construida a la largo y ancho de Gaza con fondos europeos, de Irán, Catar y muchos otros, con la obligación moral de culminar la tarea emprendida, limpiar a Gaza del fortín militar en que la convirtieron, para que las vidas arrancadas de sus casas y de la lucha en el terreno no se hayan perdido en vano, y que en un futuro próximo se puedan sentar las bases de una posible negociación diplomática en búsqueda de una solución definitiva al conflicto palestino-israelí.
Ahora el único camino deberá ser convertir a Gaza en un territorio totalmente desmilitarizado al estilo Costa Rica, con policías para el control y seguridad interna; que se nombre una Autoridad Palestina creíble, audaz, genuina, que pudiera dar un paso trascendental para la conformación del Estado palestino y el reconocimiento inequívoco de Israel
El liderazgo palestino de Yasser Arafat primero y Abu Mazen (Mahmud Abbas) después han despilfarrado varias posibilidades de construir un Estado palestino. El pasado 29 de noviembre se cumplió un aniversario más de la partición de la región llamada Palestina por las Naciones Unidas, cuando el liderazgo árabe de la época decidió darle la espalda a la paz y a la construcción de un Estado palestino y eligieron la violencia. Han pasado 76 años en los que se sigue recurriendo a la violencia, con otros actores pero con un mismo objetivo: la destrucción del Estado judío de Israel.
Ahora el ÚNICO CAMINO deberá ser convertir a Gaza en un territorio totalmente desmilitarizado al estilo Costa Rica, con policías para el control y seguridad interna; que se nombre una Autoridad Palestina creíble, audaz, genuina, que pudiera dar un paso trascendental para la conformación del Estado palestino y el reconocimiento inequívoco de Israel, con fronteras seguras para ambas partes.
Pido al Creador que todo este sufrimiento causado a tantas miles de familias no quede en vano, y sirva para un fin superior de convivencia entre dos pueblos.
Pido al Creador que 2024 sea un año en que no haya más guerras, más muertes por imponer una fe, una historia, unas necesidades materiales.
Pido al Creador que la chispa divina que tiene cada ser humano en su neshamá (alma) resplandezca y se convierta en un faro de luz para todos los rincones de nuestro planeta.