Cuando estalló el conflicto en Gaza, la organización de fútbol juvenil El Ecualizador intervino, determinada a que nada impida que los niños árabes y judíos construyan un futuro compartido
John Jeffay*
Cuatro meses después de la tragedia del 7 de octubre, jóvenes árabes de Jerusalén Oriental se enfrentaron a equipos judíos en un torneo de fútbol. El encuentro deportivo fue organizado por El Ecualizador, una organización sin fines de lucro que ofrece un sentido de propósito a niños y niñas de la periferia social o geográfica de Israel.
El torneo, efectuado en un estadio de Jerusalén, no fue diferente de muchos cientos que se han jugado desde que se fundó la organización hace 15 años. Y ese es el punto: El Ecualizador, organización que toma su nombre de un gol que empata el marcador, brinda a jóvenes desfavorecidos la oportunidad de brillar independientemente de su origen: seculares, judíos ultraortodoxos, cristianos, beduinos o árabes drusos.
A pocos días del 7 de octubre, los jóvenes estaban asistiendo a sesiones de entrenamiento virtuales (producidas por El Ecualizador originalmente durante la pandemia de covid) a través de Zoom, y en cuestión de semanas recibían entrenamiento en campos cercanos a refugios antiaéreos.
El Ecualizador ayuda a miles de niños israelíes desfavorecidos a desarrollar su autoconfianza dentro y fuera de la cancha
«Algunos de nuestros gerentes fueron evacuados, pero espontáneamente acudieron a los hoteles donde están las familias desplazadas y comenzaron a hacer sesiones deportivas con los niños», cuenta Yaniv Kusevitzky, director de finanzas y asociaciones del grupo. «Después de dos o tres semanas comenzamos a trabajar con las autoridades locales y a formar equipos, porque entendimos que esto sería a largo plazo».
Kusevitzky está ayudando a cambiar vidas a través del fútbol, generando confianza en los niños para que puedan tener éxito en la cancha y en la escuela. Él está muy lejos de la década que pasó como piloto de helicópteros en la Fuerza Aérea de Israel, pero dice que muchas de las habilidades que aprendió allí (trabajar bajo estrés, trabajo en equipo, liderazgo y disciplina) le resultan muy útiles.
El Ecualizador fue fundado en 2009 por Liran Gerassi, entonces de 24 años, cuando decidió que tenía algo que ofrecer a los niños que veía fumando y bebiendo en las esquinas de Jerusalén. Les dijo que era entrenador de fútbol (algo no del todo cierto), y que por cada hora juntos en la cancha les daría una hora de ayuda con las tareas escolares.
Cuando Kusevitzky se incorporó en 2019, ya había 3000 jóvenes en el programa, trabajando con un entrenador profesional dos veces por semana después de la escuela, jugando en torneos y asistiendo a sesiones sociales y educativas. El año pasado ya eran 10.000.
El Ecualizador trabaja en estrecha colaboración con escuelas y centros comunitarios en zonas desfavorecidas. Identifican a los jóvenes que más se beneficiarían de lo que ofrece la organización: resiliencia y confianza en sí mismos.
«Tenemos equipos de todos los orígenes y creamos cohesión social», dice Kusevitzky. “Se reúnen para un torneo, se dan la mano, calientan juntos. Llevan la misma camiseta con el mismo logo. Se sienten orgullosos; son parte de una familia. El año pasado tuvimos 186 torneos, y recibimos el Premio del Presidente por nuestro trabajo voluntario en la promoción de la educación, la igualdad y el cambio social en Israel”.
Desde la masacre del 7 de octubre la organización ha asumido un papel adicional, llevando el fútbol a miles de niños desplazados por la guerra del norte y sur del país. “Una madre de Sderot (la ciudad de Israel más cercana a Gaza) fue desplazada a Eilat”, dice Kusevitzky. “Nos dijo que su hijo no quería salir de la habitación, tenía miedo después de lo sucedido. La primera vez que logró salir fue cuando llegó El Ecualizador”.
El fundador de la organización, Liran Gerassi, con un grupo de jugadores
“Ella cuenta que en los últimos tres meses le ha cambiado la vida. Jugar al fútbol le devolvió la confianza. Para él y para otros era fundamental lograr la normalidad cuando más la necesitaban, en una época de caos. Todos nos sentimos ahora más responsables que antes del futuro de Israel. Siento que tenemos una misión, y que realmente podemos generar un impacto sobre cómo será la próxima generación israelí. Israel tiene una sociedad muy diversa, pero necesitamos encontrar una manera de vivir juntos y compartir los mismos valores básicos”.
El Ecualizador no es solo para niños varones, y no se trata solo de fútbol; ahora hay 100 equipos femeninos. La mayoría juega al fútbol por primera vez y nunca había visto un partido, pero eso no importa. Están aprendiendo lecciones para la vida, aprendiendo sobre el empoderamiento femenino, y se están divirtiendo mucho.
También hay programas de baloncesto para niños y niñas (con el apoyo de Josh Harris, propietario del equipo Philadelphia 76ers de Estados Unidos), y se anima a los jugadores a interesarse por el mundo de alta tecnología de Israel.
Además existe un programa para niños del espectro autista, y otro de «natación segura» para aquellos con acceso limitado a las piscinas.
El Ecualizador ofrece a los niños modelos a seguir, dice Kusevitzky, residente de Yafo de 38 años que fue un entusiasta jugador de baloncesto en su juventud. Recuerda que de los miles que se postularon para su curso de pilotos, 500 fueron seleccionados y solo 40 calificaron. “Cuando terminamos los cursos de la Academia de Vuelo, podíamos invitar a la ceremonia de premiación a alguien que hubiese influido en nosotros”, cuenta. “El 70% trajo a un entrenador deportivo; ese es el impacto que tienen. El resto trajo un maestro”.
Niñas participantes en el programa Boatot de El Ecualizador; además del fútbol reciben inducciones sobre empoderamiento femenino
Hay algunos jugadores destacados, como uno del sur de Tel Aviv que ha llegado a la liga profesional, pero El Ecualizador no hace hincapié en ganar. “Un niño que no es bueno en los deportes puede ser capitán por primera vez en su vida”, dice Kusevitzky. «Los niños que tienen problemas sociales de repente empiezan a tener amigos, empiezan a hablar, comienzan a empoderarse».
Hay más niños que quieren unirse que plazas disponibles, pero todo depende de la financiación. Cada equipo cuesta alrededor de 8000 dólares al año, incluidos los costos de contratar entrenadores profesionales, gerentes regionales y tutores educativos. Un tercio del dinero proviene del gobierno, un tercio de donantes y el otro tercio de los municipios y escuelas. El año pasado tenían 500 equipos. Se suponía que este año serían 600, pero ocurrió la guerra de Gaza. «Creo que podemos llegar a 1000», dice Kusevitzky.
¿Cómo se mide el éxito de El Ecualizador? “Tenemos objetivos específicos para cada programa. Operativamente es fácil medir, por ejemplo, si un niño o niña asistió a 60 sesiones en un año o participó en cinco torneos regionales”.
Los objetivos de impacto son más difíciles de medir. Los niños y los maestros son entrevistados y completan cuestionarios antes y después del programa. Esta información se incluye en un informe de evaluación que se publica cada año.
En 2023, El Ecualizador recibió el Premio Presidencial al Voluntariado. En la imagen, el presidente Itzjak Herzog y la primera dama Michal Herzog con el fundador y director ejecutivo Liran Gerassi (centro), Shirel Taganya del programa Baloncesto para el Empoderamiento Femenino, y Tamir Samandar del Programa Especial de Goles
“Vemos que la confianza en sí mismos aumenta mucho. Al principio muchos dicen que sus profesores no creen que sean buenos, que no tienen muchos amigos y que no se sienten líderes. Al final del año vemos una gran mejora en todo eso. También se portan mejor en la escuela”, afirma Kusevitzky. «Y vemos que tienen menos miedo de los niños de fuera de su propia comunidad, porque los han conocido a través del deporte».
Kusevitzky indica que su trabajo es desafiante, pero satisfactorio. “Saber que hago algo en lo que realmente creo marca la diferencia. Cuando era piloto de helicóptero sentía que estaba haciendo un trabajo muy significativo para mi país, pero sabía que no quería quedarme en el ejército para siempre. Aprendí a procesar, a gestionar. Quería dar todo lo que pudiera y tener un impacto diferente en la sociedad”.
“Es como maximizar las ganancias de una empresa, pero aquí estamos maximizando el impacto. Los donantes son como los inversionistas. Necesitamos mostrarles cada año lo que hemos logrado, para que vuelvan a invertir”.
Kusevitzky concluye: “Somos responsables del futuro de Israel. A través del deporte podemos cambiar la sociedad de una forma única y muy natural. Espero que algún día no haya necesidad de El Ecualizador porque todos serán iguales, pero mientras todavía exista una necesidad queremos resolverla”.
*Periodista.
Fuente: Israel 21c.org.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.
Fotos: The Equalizer