Aunque muchos judíos ucranianos ven en la guerra un motivo para hacer aliá, son más los que optan por quedarse
Shimon Shiffer*
El reciente y mortal terremoto que asoló a Turquía y Siria, cobrando la vida de más de 35.000 personas, no ha sido el único acontecimiento que ha hecho temblar al mundo en los últimos meses.
También están el terremoto político que sacudió a Israel cuando el nuevo gobierno anunció sus planes de revisar el sistema judicial —en una medida que amenaza con desgarrar la sociedad israelí—, y el terremoto humanitario causado por la guerra en Ucrania, que comenzó con la invasión militar rusa hace un año.
Horas después de que Turquía fuera arrasada por el sismo los equipos israelíes de búsqueda y rescate ya estaban sobre el terreno, ayudando a sacar a los supervivientes de debajo de los escombros y curando a los heridos.
Una anciana ucraniana en los restos de su casa, destruida por misiles rusos
En Ucrania la situación no es diferente: organizaciones israelíes y judías ayudan a la población en general, y a las comunidades judías de las ciudades bombardeadas, como Odessa y Mykolaiv. De los 200.000 judíos que residían en Ucrania antes de la guerra, quedan 150.000.
La Fraternidad Internacional de Cristianos y Judíos, que ha acogido a muchos periodistas que vinieron a presenciar de primera mano las consecuencias de la guerra, se convirtió en uno de los organismos más importantes a la hora de ayudar a los judíos ucranianos a sobrevivir y a hacer aliá, para aquellos que desean trasladarse. Cabe mencionar que muchas de las donaciones a esa ONG proceden de la comunidad evangélica de Estados Unidos.
Colas para recibir paquetes de ayuda alimentaria
La hermandad vio llegar a Tierra Santa a unos 5000 judíos ucranianos el año pasado, y ha recaudado 30 millones de dólares para facilitar las operaciones de búsqueda y rescate, la creación de guarderías y el suministro de paquetes de ayuda alimentaria.
El centro Jabad, con sede en Odessa, distribuye paquetes semanales de alimentos a los ancianos, que en muchos sentidos fueron los más afectados por la crisis humanitaria.
El rabino Abraham Wolf y su esposa Haya ayudan a gestionar la ayuda para los 5000 judíos que siguen en Odessa. Le pregunté al rabino Wolf, quien ha sido rabino jefe de Odessa durante los últimos 20 años, qué le motivó a dejar Israel y establecer centros de ayuda en lugares remotos de todo el mundo. «Al igual que la historia de por qué Dios eligió a Moisés como el líder por excelencia para guiar al pueblo judío a través de sus penurias en el desierto, haciendo hincapié en el principio de que hay seguridad en el número, pero los que se quedan solos son vulnerables».
El rabino Abraham Wolf con una anciana judía
La escuela local de Jabad se encuentra detrás de las barricadas levantadas para defenderse del avance de las fuerzas rusas.
El rabino Menajem Mendel Schnerson era nativo de Mykolaiv. Los rusos intentaron sin éxito apoderarse de la ciudad, pero dejaron a su paso imágenes inmensas de destrucción. En su centro de Jabad también hay colas para la distribución de alimentos, cortes diarios de electricidad y temperaturas bajo cero.
Durante la reciente festividad de TuBishvat, a principios de febrero, estuvimos allí para participar en las fiestas celebradas para los niños de Odessa. Unos días más tarde, un vuelo chárter con destino a Tel Aviv partió de Moldavia con muchos ucranianos que hacían aliá.
Fuente: Ynet.
Versión NMI.
Fotos: Fraternidad Internacional de Cristianos y Judíos)