Con gran dolor y profunda amargura me levanto hoy, quebrantado, a despedir a un hermano, un amigo de toda la vida. ¡David, David! Cuán difícil es para mí, para nosotros, tu partida. Y si te añadieron el nombre de Rafael en los últimos días de tu vida, eso hace que estés mas cerca de mi corazón.
Nos conocimos de jóvenes en L´Ecole Normale Hebraique de Casablanca. Formaba parte del grupo de jóvenes distinguidos que estudiaron en el mejor colegio judío de Marruecos y uno de los mejores del mundo, y con gran orgullo exhibía su título de Normalien. Como la mayoría de los judíos marroquíes, tuvo que emigrar en los años 1970 y escogió Venezuela, pues ahí tenía a su abuela y a sus tíos, hermanos de su madre, la muy respetada y querida familia Wahnon.
Yo había llegado un año antes, y le fui enviando todas las recomendaciones y requisitos para preparar el papeleo de la equivalencia de los estudios. Terminó el bachillerato francés, el Bacalaureat, en el colegio Francia de Caracas, y posteriormente estudió ingeniería civil en la UCV.
Desde joven fue un pilar de la Asociación Israelita de Venezuela, que conocía muy a fondo y por la cual trabajó en forma gratuita, Leshem Shamaim, por amor al Cielo, milev u’mi néfesh, con todo su corazón y alma.
Inteligente, constante y muy aplicado con muchas inquietudes judías, desde su llegada a Venezuela empezó a incursionar en el ámbito comunitario, en Fesela (Federacion Sefardí Latinoamericana) de la que llegó a ser presidente del Comité Venezolano, y fue varias veces miembro de la junta directiva de la AIV, donde fue secretario general siendo muy joven. Miembro fundador del colegio Sinai, al que se dedicó con mucho entusiasmo, pues siempre pensó que había que mejorar la educación judía en los colegios comunitarios y ofrecer una alternativa religiosa para quienes la solicitaran. Además consagró muchas horas académicas al Colegio Moral y Luces “Herzl-Bialik” en Hebraica, donde enseñó Torá, simplemente por amor.
En esos primeros años de nuestra estancia en Venezuela, vivía mi abuelo el Gran Dayán y presidente del tribunal rabínico de Tánger, Rebbi Mordejay Encaoua Zatsal. Él estaba muy cansado y no podía salir de la casa, por lo que organicé para él varios años las tefilot de Yamim Noraim en la casa. En muchas ocasiones nos acompañó el Gran Dayán de Tetuán, Rebi Abraham Bibas Zatsal. En esos momentos, David, de 17 y 18 años, estaba allí para ayudar, oficiar, leer la Torá, tocar el Shofar y hacer todo lo necesario. Además, fue miembro voluntario de la Hebra Kadisha.
Gran conocedor de la liturgia judeo-marroquí, sabía todas las costumbres, los ritos y las voces, desde las kinot de Tishá Beav hasta el rezo de Yom Kipur. Tuvimos la suerte de rezar con él este año en Miami, en la carpa que dirige nuestro amigo común Yibadel Le-Hayim Arujim, Elías Hadida, donde David ofició Shajarit, ayudó en todo y tocó el Shofar a pesar de su enfermedad.
¡Quien nunca escuchó el Shofar de David Suiza no sabe lo que es el sonido del Shofar!
Él lo hacía en forma extraordinaria, con el Shofar de su abuelo, el gran rabino y sofer rebi David Suiza Alav Hashalom. Su hijo Yaacob, que Dios bendiga con larga vida y todo lo bueno, heredó estas facultades, y David estaba muy orgulloso.
David tenia grandes midot, era anav, todo lo hacía con naturalidad, sin ninguna pretensión, como el que no hace la cosa.
¡Cuántos Shabatot fue a Margarita, abandonando a su familia, su esposa e hijos, para responder al llamado de Sadi Belilty y leer la Parashá en la sinagoga! En los primeros años de la Tiféret Israel del Este, ¡en cuántos Shabatot fue David a responder al llamado de última hora de Sady Anidjar para leer la Parashá! ¡Cuántos años estuvo David dirigiendo el minian de la sinagoga del Colegio Sinai, oficiando y dando shiurim! El Yom Kipur en Hebraica, allí David también fue varios años a dirigir el rezo junto a Elias Melul, Zijronam Librajá.
Quiero insistir en que esto lo hacía en forma completamente gratuita, por amor a la Torá y a la tradición y educación que recibió de sus maestros, su padre y sus abuelos. Siempre estaba dispuesto a ayudar y colaborar en todo, y especialmente cuando se trataba de judaísmo, enseñar Parashiot, Haftarot, Derushim de Bar Mitzvá y ayudar al equipo rabínico de la AIV.
Durante los últimos años él era el responsable de la gran sinagoga Tiféret Israel de Maripérez, donde además de dirigir los rezos organizaba shiurim y derashot, Shabatot, Yamim Tovim y días de semana. Los shiurim de David no eran improvisados; pasaba horas preparándolos, leyendo y buscando material. Tenía una predilección por las enseñanzas del rabino Menahem Leibtag de la yeshivá har Etzión. En Youtube dejó grabadas algunas de sus clases magistrales, que todavía hoy podemos disfrutar.
Tradujo al español y publicó el Prólogo de Maimónides a la Mishná y Los Ocho Capítulos de Harambam. Escribió varios artículos y comentarios sobre temas judaicos y del Tanáj, que fueron publicados en periódicos comunitarios de Caracas.
Valiente, luchó con optimismo con su grave enfermedad; no se quejó nunca, siempre respondía “estoy bien, esto va a terminar”. A pesar de sus sufrimientos y preocupaciones, nunca dejó de estudiar Torá. Desde la clínica, cuando le estaban aplicando el tratamiento que duraba algunas horas, me llamaba para compartir un hidushito, como él decía con humildad, o escuchar uno que con alegría yo le trasmitía para aliviar su dolor.
Nos deja a tres diamantes que brillan con luz propia. Nos unimos con tristeza al dolor que los invade a ellos y a su gran esposa, una mujer fuerte valiente e inteligente, Mazal, que seguro van a seguir el camino de bien marcado por él.