L a primera mishná de masejet pesajim resume el trabajo de la víspera de Pésaj: “La noche del 14 se busca el jametz (leudo) a la luz de la vela”. A pesar de que, según la Torá, con tener intención de invalidar todo el jametz es suficiente, aun así nuestros jajamim consideraron que existe el riesgo de encontrarse un apetitoso pan en la mitad de la festividad, y el antojo anule dichas intenciones. O cabe la posibilidad también de que, por la fuerza de la costumbre, se nos olvide que es Pésaj y terminemos consumiendo jametz. De esta manera nuestros sabios exigieron también buscarlo y eliminarlo.
Dice rabí Itzjak Yerujam Borodiansky, Shelita, en nombre de rabí Yejezkel Abramsky, ZT”L, que en esta mishná se encuentran ocultos los fundamentos de nuestro pueblo y del servicio a Dios: “No basta con erradicar la maldad, anulándola de todo corazón, reconociendo la mentira que hay en el género humano. O a través del desprecio de las malas cualidades y malos instintos, y considerar al mundo insustancial como ‘polvo de la tierra’, pues hay que saber que la maldad, cuando se despierta y trata de cautivar nuestros corazones, aparenta ser un delicioso pan, buscando retractarnos de la anulación que hicimos en algún momento, amén de habernos acostumbrado a ella desde la infancia. Por eso hay que actuar positivamente, acostumbrándonos a las buenas cualidades y a las ideologías correctas. Desarraigar ese mal interno, buscando en los huecos y grietas del corazón, pues aun en ellos puede penetrar la maldad. Para este fin utilizamos una vela llamada Torá”.
¿Qué es para ustedes este trabajo?, pregunta el hijo malvado refiriéndose al trabajo de limpieza y preparación de Pésaj, ya que fácilmente uno puede evitar todo ese esfuerzo anulando el jametz por medio de buenas intenciones. Y esta es la visión que la Torá rechaza contundentemente, ya que para poder consolidar cualquier ideología, por más convincente que sea, si no la llevamos a la práctica e intentamos por medio de ella mejorar nuestro aspecto interno, sería totalmente nula.
La Torá fue hecha para ser usada como parámetro y guía de nuestras acciones, tomándola y escudriñando por medio de ella los lugares más recónditos del corazón, donde se esconden el egoísmo, la crueldad, la indiferencia, la falsedad, etc., para detectarlos y eliminarlos uno a uno.
Pésaj es una excelente oportunidad para abrir una página nueva, blanca y limpia de cualquier indicio de maldad y egoísmo. Ojalá que por medio de la tradicional limpieza íntegra de nuestros hogares podamos, asimismo, limpiar nuestros corazones de todo residuo de maldad.
¡Shabat Shalom!
Yair Ben Yehuda