E n esta ocasión nuestra parashá se dedica a detallar algunas de las ofrendas y sacrificios que debían traerse al santuario. Cada pormenor de ellos era crucial, y cada uno tenía un propósito específico. Uno de ellos era el sacrificio Shelamim. Y como su nombre lo dice, tenía la función de hacer las paces entre todos los involucrados, pues parte importante era ofrendada en el altar, la otra iba para los cohanim, y una tercera era consumida por quienes la trajeron. Es decir, todos disfrutaban de él y no se traía como expiación.
Es curioso que únicamente sobre este sacrificio esté escrito: “Quien aproxime el holocausto de Shelamim a Dios, traerá su sacrificio al Eterno de la ofrenda de Shelamim. Sus manos traerán la ofrenda de Dios”.
Señala el Kelí Yakar, ZT”L: “En todos los sacrificios está escrito ‘Para Dios’, y únicamente sobre el Shelamim la Torá enfatiza: ‘Sus manos la traerán…’. Y la razón es que, a modo de analogía, toda persona a quien el rey guarda cierto enojo y trata de expiar su falta frente al él, no traerá un presente él mismo en persona, sino que buscará un emisario que interceda. Si lo trae él mismo, podría rayar en el descaro y se llenaría de vergüenza frente al monarca. Pero si lo que desea ofrecer al rey es únicamente un presente, un regalo que demuestre su cariño y aprecio por su majestad, entonces con sus propias manos la llevará ante a él”.
De esta misma forma se puede entender por qué dentro de las leyes de Purim encontramos la obligación de mandar dos comidas a un compañero nuestro. En la Meguilá está escrito: “Envíos de comida una persona a su prójimo”. Y se entiende que deberá ser justamente por medio de un emisario, aun cuando es sabida la ley que “es preferible hacer una mitzvá de forma personal que a través de un delegado”, en esta ocasión se le permite hacerlo, en primera instancia, a través de un intermediario. La razón es porque el principal propósito de esta mitzvá es reinstaurar la paz y la armonía en nuestras comunidades, y acercar a los más alejados, o a quienes inclusive llegamos a ofender o agredir. Por este motivo, y para que las personas se animen a dar ese primer gran paso hacia la reconciliación, la ley insta hacer esta mitzvá por medio de un tercero.
Que el Todopoderoso nos conceda unirnos en un solo corazón, y por medio de este mérito prontamente traer nuestras respectivas ofrendas en el Bet HaMikdash de forma personal y sin intermediarios.
¡Shabat Shalom!
Yair Ben Yehuda