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Pilar Rahola*
Q ue la paz en Siria esté en manos de Putin, Erdogan y Rohani nos da la medida del profundo fracaso europeo y norteamericano. Es un triángulo infernal que aprovecha una guerra terrible para afianzar su poder regional. Y lo ha conseguido, porque más allá de las múltiples contingencias que cabe analizar,hay un hecho irrefutable: esta guerra la han ganado políticamente Irán, Turquía y Rusia. Es decir, la han perdido Europa y Estados Unidos, en ambos casos de manera diferente, pero igualmente funesta. También la ha perdido Arabia Saudí, pero ese es otro cantar.
Por supuesto, es imposible analizar en corto el jeroglífico sirio, porque concentra en su complejidad a todos los agentes internacionales relevantes. Es pura geopolítica en el tablero, fría, calculada y despiadada, con un pequeño detalle caliente: los peones de la partida han sido los millones de sirios masacrados. Y mientras el drama humano arreciaba hasta explotar el contador –500.000 muertos, dos millones de heridos, quince millones de desplazados–, algunos se preparaban para la tajada política. La guerra de Siria ha cambiado el mapa de equilibrios del mundo, y el resultado es nefasto.
Nefasto para unos y desgraciadamente glorioso para otros. Veamos cómo queda la situación, vista por patios. Por un lado, Siria ha sido el trampolín para afianzar la agenda internacional de Rusia, que, después de sus incursiones impunes en Ucrania, ha demostrado que tenía igual impunidad en Siria. La misma impunidad de que ha gozado su amigo al-Assad para atacar a los sirioscon armas químicas. Después de esta guerra, Putin es el nuevo comisario de la agenda internacional, desaparecida Europa y perdido en su caos EEUU. La cuestión es que la preeminencia de Putin va en detrimento de los derechos humanos en el mundo.
Si Putin ha ganado, Rohani ha hecho lo propio, con un Irán en guerra abierta con el sunismo (en Yemen ya no caben más muertos), al que está venciendo en la región. Después de Siria, el Irán de los ayatolás es más fuerte, está aún más unido al gobierno alawita (hermano del chiísmo), y su fortalecimiento desestabiliza la zona. Y para remate, el reforzamiento de la Turquía que camina a pasos acelerados hacia la dictadura. Erdogan ha conseguido varios éxitos gracias a la guerra: ha aprovechado el caos para masacrar un poquito mucho a los kurdos; ha impuesto en la agenda del acuerdo de paz que los kurdos no tengan voz ni voto, a pesar de haber dado sus vidas en la lucha contra el Daesh; y ha demostrado que tiene papel internacional, a pesar de destruir derechos fundamentales, imponer una agenda islamista y tener las cárceles llenas. Lo mejor de cada casa pactando los términos de la paz en Siria. Y mientras, Estados Unidos perdido en el caos de Trump y Europa escondida en el agujero, vendiendo a millones de refugiados sirios a Turquía. Un desastre político, nacido al albur de un terrible desastre humanitario.
*Periodista y ex diputada catalana.
Fuente: La Vanguardia (Barcelona).
1 Comment
Intereses sobre intereses Eco-políticos y armamentísticos en una feroz lucha entre felinos y rapiñas con el triste resultado de muertes y desplazados. No conforme con esto, en su desesperada sed de sangre, Iran apunta a Israel para provocarlo y acusarlo de muertes en Siria.