Pablo Sklarevich
E l líder supremo de Irán, Alí Khamenei, condenó los publicitados encuentros recientes entre funcionarios israelíes y sauditas, calificándolos de ser un ataque contra el Islam.
“La revelación de las relaciones del gobierno saudita con el régimen sionista es una puñalada por la espalda a la Umma islámica”, apuntó en referencia a la comunidad de creyentes que profesan la religión del Islam.
Las expresiones podrían ser una reacción al creciente aislamiento de Teherán frente al mundo árabe sunita.
En un sentido similar se expresó el secretario general del grupo terrorista libanés chií Hezbolá, jeque Hassan Nasrala. A partir de la intervención de Hezbolá en la guerra civil siria en apoyo del régimen del presidente Bashar al-Assad, Nasrala está siendo considerado cada vez más en el mundo árabe sunita como muñeco de ventrílocuo de Irán.
Durante la Guerra Fría, el papel de Estados Unidos era garantizar la circulación del petróleo del Golfo Pérsico hacia sus aliados en Europa y el Lejano Oriente. Luego, frente el ascenso militar iraní, Arabia Saudita y los emiratos del Golfo Pérsico siguieron confiando en la protección norteamericana. Algunos analistas creen, en términos geopolíticos, que EEUU e Israel son los obstáculos que impiden el avance iraní en dirección a La Meca; es por eso que Teherán se vería obligado a actuar sigilosamente, a través de sus socios menores. Los iraníes ya están presentes en Bagdad, Beirut, Damasco y Sanaa, dicen los observadores. La salida de Estados Unidos de la región ha precipitado la implosión del mundo árabe sunita. La situación ha empujado a Arabia Saudita no solo a los brazos de Egipto, sino también hacia un acercamiento a Israel.
Fuente: Aurora.
Versión NMI.