Editorial de Aurora
L a declaración del presidente norteamericano, Barack Obama, en Europa, de que estamos en “la era más pacífica, más próspera y más progresiva de la historia de la humanidad”, provocó no pocos comentarios sarcásticos.
Algunos llegaron a decir que el inquilino de la Casa Blanca vive desconectado en su mundo teórico y virtual, y otros, apoyándose en el relativismo, explicaron que es cierto porque Atila, el rey de los hunos, ya no merodea por el viejo continente.
El presidente norteamericano venía de un viaje a Arabia Saudita, que comenzó con la pierna izquierda. Al bajar del avión se encontró con que no era el rey Salman Abdul Aziz quien lo venía a recibir, ni tampoco algún ministro, sino un funcionario de baja categoría: el gobernador del distrito de Riad.
Es cierto que Estados Unidos está envuelto en un “pésimo matrimonio” con Arabia Saudita. Obama ha acusado a Arabia Saudita de “vividor” (o aprovechador) y sugirió que debería “compartir” la región con Irán, su rival regional, en una entrevista ofrecida al periodista Jeffrey Goldberg. Los sauditas, a su vez, están enfurecidos por el acercamiento de Washington hacia Teherán, encarnado en el acuerdo nuclear.
Es evidente que los sauditas han desparramado por el mundo la visión fundamentalista wahabita del Islam. Pero no es menos cierto que si el caos que sacude el Oriente Medio se apodera del reino, compuesto por diferentes tribus y sectas, el revoltijo en Siria parecerá pequeño, y siendo el productor de uno de cada nueve barriles que consume el mundo, EEUU se verá obligado a intervenir.
Mientras tanto, el conflicto israelí-palestino ha pasado a un lejano puesto en la agenda del orden mundial. Sin embargo, Francia se las ha arreglado para lanzar una conferencia internacional sin Israel ni los palestinos, para fines de mayo. En realidad, como indicó la ex ministra de Exteriores, Tzipi Livni, la conferencia será sin Israel, porque la posición palestina será defendida por Arabia Saudita, Jordania y otros países árabes.