Rachel Chocrón de Benchimol
Queridos lectores:
A pocas horas de iniciarse el ayuno de Tishá BeAv, que conmemora la destrucción de los dos Beitéi Hamikdash (Casas de Dios, los dos Templos) en los cuales reposaba Su presencia, que se hacía más que evidente durante las ceremonias que allí se realizaban para enaltecer Su nombre, alabarlo y agradecerle por todo lo que concebía a sus fieles, quiero expresar las siguientes ideas.
Han pasado ya muchos años y generaciones completas, en espera de ver la construcción del Tercer Templo y con ella la resurrección que traerá al Mashíaj, ¡pero aún no llega!
Sabemos que el Segundo Templo se destruyó por odio gratuito al compañero. Esta grave falla no se ha reparado hasta el día de hoy, y seguimos en las tinieblas por la ausencia notoria de Hashem entre nosotros, o por lo menos no de la forma evidente de aquel momento de nuestra historia como pueblo.
Y así llegamos hasta el día de hoy, en medio de un año inusual, lleno de incertidumbre, dolor y aflicción por la presencia de una pandemia que sigue haciendo estragos en la humanidad, y de la cual no se ha podido salir hasta los momentos.
Quien no reflexione ante estos hechos, evidentemente no ve la Mano de Dios, quien nos está gritando desde el shamáim para que cambiemos nuestra conducta y así poder gozar de salud, paz y alegrías.
Mi querida comunidad, en vísperas de Tishá BeAv, el día más triste en nuestro calendario, quiero compartir una idea y una reflexión desde lo más profundo de mi ser. Si el Segundo Templo fue destruido por el odio gratuito, por la falta de empatía y solidaridad entre nosotros; entonces ante la coyuntura actual debemos, con nuestro comportamiento, revertir ese error del pasado. Si antes odiamos a nuestro prójimo sin motivo alguno, ahora hagamos un esfuerzo por amar, tolerar, ayudar, comprender y perdonar a nuestro compañero, de manera tal que Dios, desde Su trono celestial, vea un cambio notorio en nuestra conducta, y así nos mande el bien de manera clara y abierta.
Rab Eshteiman, un erudito de la Tora, nos aclara que Dios hizo al ser humano dependiente los unos de los otros, con el fin de ayudarnos e imitar en cierto grado la bondad que de Él emana todos los días de nuestras vidas.
El mundo se sostiene por tres pilares: la Torá, la bondad y la tefilá. A diario se nos insta a cumplir con estas tres acciones para que Dios siga manteniendo Su mundo y Su creación. La bondad, la piedad y la misericordia son sin duda alguna atributos de Hashem, que debemos tratar de imitar y llevar a cabo constantemente. En estos momentos de tribulación, debemos preocuparnos y ocuparnos de nuestros semejantes y tratar de suplir cualquier tipo de carencia, bien sea material o afectiva.
Nuestra Torá nos relata que solo cuando Dios vio en Egipto que a pesar de todo el sufrimiento, los Benéi Israel se ocupaban y se mostraban solidarios los unos de los otros, fue en ese preciso momento cuando Él se apiadó y facilitó todo para la salida de la esclavitud hacia la libertad, de un pueblo donde realmente prevalecía el jésed.
Quiera Dios apiadarse de todos los seres humanos, enviar una pronta cura para esta terrible pandemia, que todos los enfermos se recuperen, y el dolor y la aflicción terminen de una vez y para siempre.
Que por el mérito de nuestra bondad para con nuestro prójimo seamos merecedores de ver la construcción del Tercer Templo ¿por qué no? mañana mismo, y que esta fecha de duelo para Am Israel se convierta en alegría y regocijo con la llegada del Mashíaj. Amén ve amén.
Este texto está dedicado a la recuperación de todos los enfermos de Israel, y en especial para: Yaacov ben Simha Simi, Moshe Jay Yair ben Java, Malka bat Joyce Simha, Yaacov Rafael ben Alegria.
¡Un ayuno fácil para toda mi querida kehilá y para todo Am Israel! Que se reciba todo lo bueno y bonito frente a nuestros ojos.
Con todo mi cariño y amor para ustedes
Rachel Chocrón de Benchimol