Ver más resultados...
“Y tú ordenarás a los hijos de Israel y tomarán para ti aceite puro (especialmente) prensado para las luminarias, para elevar (encender) la vela por siempre” (27, 20)
Rashí explica: “El cohén deberá encender la llama hasta que esta se eleve por sí misma”.
La explicación sencilla es que no se cumple el precepto de encender la Menorá con el simple acto de ponerle fuego en las mechas, sino que el cohén deberá esperar hasta que las llamas se mantengan encendidas por sí mismas.
No obstante, hay aquí una idea un poco más profunda y que envuelve nuestra actividad en el ámbito de las mitzvot.
Dice el Sefat Emet: “Es imposible cumplir cabalmente los distintos preceptos de la Torá a través de la fuerza humana exclusivamente, sino que por medio del cumplimiento de cualquier mitzvá se despierta una fuerza superior que ayuda a que este acto repercuta en todos los mundos, superiores e inferiores, y así en cualquier tipo de labor espiritual.
Pues el Creador del universo ha colocado en el espíritu del pueblo judío una chispa interna de santidad que, por medio del esfuerzo y la inversión humana en los quehaceres espirituales, se despertará con toda su fuerza. Y a ello se refiere Rashí con: “hasta que la llama se eleve por sí misma, algo que tarde o temprano tendrá permanencia y continuidad. Pues lo realizado por el hombre tiene límite pero, cuando se despierta la fuerza del Todopoderoso, tiene existencia eterna”.
Esta idea puede aplicarse a muchos aspectos de nuestra vida en cuanto a nuestra relación con nosotros mismos; si deseamos mejorar nuestro carácter –una de las más grandes y fundamentales mitzvot de la Torá– y nos aplicamos y lo hacemos con honestidad, contaremos con una fuerza sobrehumana para materializarlo. Si queremos que en nuestros hogares prevalezcan los valores del judaísmo y que estos últimos trasciendan a las siguientes generaciones, está en nuestras manos atraer a nosotros esa fuerza espiritual mayor, ubicada en las esferas más elevadas del mundo espiritual.
Cada uno pensara por sí mismo qué aspecto de su vida precisa mejoría y refuerzo, y pondrá en práctica este concepto. De esta manera podrá ver la continuidad y permanencia de nuestra tradición milenaria, de manera que ellos –los que vienen detrás de nosotros– lo harán a su vez por sí mismos a las generaciones por venir.
Y tú ordenarás a los hijos de Israel y tomarán para ti aceite puro (especialmente) prensado para las luminarias, para elevar (encender) la vela por siempre” (27, 20)